Petróleo: severa advertencia del FMI sobre alza de precios

Según el FMI, la crisis creada por Irán y las presiones norteamericanas puede frenar el ya modesto crecimiento de las economías centrales. Mientras los crudos rozaban US$ 70 el barril, la entidad teme que se produzca una crisis global.

17 abril, 2006

Sin duda, el desafío de Tehrán y sus repercusiones políticas seguían perturbando los mercados. Así, los crudos tejanos tocaban US$ 70 el barril, para cerrar a 69,50 en operaciones virtuales. Por su parte, el oro volvía a US$ 601,50 la onza, la plata subía a 12,90, la T-10 alcanzaba 5,05%, la T-30 5,12% y la Libor 5,2% anual. Son niveles no vistos desde 2002.

En el informe económico semestral, de inminente aparición, el Fondo Monetario Internacional estima que “un alza de 10% en el petróleo puede restar de 1 a 1,5% al crecimiento del producto bruto de las principales economías”. Esa cota ha sido superada estos días en la plaza a término neoyorquina, pero mucho más en la londinense: en efecto, este jueves el Brent nórdico marcó un máximo de US$ 70,20 el barril.

Amén de récord nominal sin precedentes, ocurre que -normalmente- el precio en ese mercado es algo inferior al de aquende el Atlántico, por la diferencia entre calidad y el contenido métrico del barril: 161 litros en Estados Unidos, 159 en Inglaterra (una de las incontables anomalías anacrónicas que perturban los negocios con productos primarios). En otras palabras, US$ 70,20 en Londres equivale a 71,05 en Nueva York y explica las inquietudes del FMI.

La entidad tiene otro argumento. “Sólo en los últimos dos años (2004-5), el aumento de crudos ha elevado los déficit estadounidenses un punto en términos de PBI”. Este año, señala el informe, “las relaciones entre oferta y demanda serán negativas. Así lo indican la escasa capacidad adicional de producción y exportación en escala mundial”. Sólo el gas natural, por ahora, no parece tan cerca del agotamiento técnico.

La masa de exportaciones de hidrocarburos llegó a US$ 800.000 millones el año pasado. En valores constantes, eso significa más que el pico de 1980. Por otra parte, el papel que entonces desempeñó en la reducción de oferta la Organización de Países Exportadores de Petróleo (instrumento de las “siete hermanas”) les cabe hoy, por razones muy distintas, a Irán (cuarto exportador) y a Irak (antiguamente, tercero).

En este punto tercia el presidente Majmud Ahmadinedyad, que no retrocedió un ápice tras el anuncio de que el país ya está enriqueciendo uranio y el planteo de Condoleezza Rice a Naciones Unidas (emplear la fuerza si fuese preciso). Eso sí, Tehrán reiteró que no prevé aplicaciones bélicas para el combustible generado. A su vez, Moscù y Beijing insisten en desechar represalias directas, como le dirá el presidente Hu Jintao a su colega norteamericano en su próxima visita a Washington..

Como se sabe, el gobierno norteamericano insiste en que el programa de enriquecimiento limitado es una cortina de humo para ocultar la futura fabricación de armas nucleares. Por cierto, Rusia, China e India criticaron la decisión iraní, pero no hablaron de sanciones. En la City londinense y Wall Street, en realidad, nadie creía que Tehrán llegase a fabricar armas de destrucción masiva.

Sin duda, el desafío de Tehrán y sus repercusiones políticas seguían perturbando los mercados. Así, los crudos tejanos tocaban US$ 70 el barril, para cerrar a 69,50 en operaciones virtuales. Por su parte, el oro volvía a US$ 601,50 la onza, la plata subía a 12,90, la T-10 alcanzaba 5,05%, la T-30 5,12% y la Libor 5,2% anual. Son niveles no vistos desde 2002.

En el informe económico semestral, de inminente aparición, el Fondo Monetario Internacional estima que “un alza de 10% en el petróleo puede restar de 1 a 1,5% al crecimiento del producto bruto de las principales economías”. Esa cota ha sido superada estos días en la plaza a término neoyorquina, pero mucho más en la londinense: en efecto, este jueves el Brent nórdico marcó un máximo de US$ 70,20 el barril.

Amén de récord nominal sin precedentes, ocurre que -normalmente- el precio en ese mercado es algo inferior al de aquende el Atlántico, por la diferencia entre calidad y el contenido métrico del barril: 161 litros en Estados Unidos, 159 en Inglaterra (una de las incontables anomalías anacrónicas que perturban los negocios con productos primarios). En otras palabras, US$ 70,20 en Londres equivale a 71,05 en Nueva York y explica las inquietudes del FMI.

La entidad tiene otro argumento. “Sólo en los últimos dos años (2004-5), el aumento de crudos ha elevado los déficit estadounidenses un punto en términos de PBI”. Este año, señala el informe, “las relaciones entre oferta y demanda serán negativas. Así lo indican la escasa capacidad adicional de producción y exportación en escala mundial”. Sólo el gas natural, por ahora, no parece tan cerca del agotamiento técnico.

La masa de exportaciones de hidrocarburos llegó a US$ 800.000 millones el año pasado. En valores constantes, eso significa más que el pico de 1980. Por otra parte, el papel que entonces desempeñó en la reducción de oferta la Organización de Países Exportadores de Petróleo (instrumento de las “siete hermanas”) les cabe hoy, por razones muy distintas, a Irán (cuarto exportador) y a Irak (antiguamente, tercero).

En este punto tercia el presidente Majmud Ahmadinedyad, que no retrocedió un ápice tras el anuncio de que el país ya está enriqueciendo uranio y el planteo de Condoleezza Rice a Naciones Unidas (emplear la fuerza si fuese preciso). Eso sí, Tehrán reiteró que no prevé aplicaciones bélicas para el combustible generado. A su vez, Moscù y Beijing insisten en desechar represalias directas, como le dirá el presidente Hu Jintao a su colega norteamericano en su próxima visita a Washington..

Como se sabe, el gobierno norteamericano insiste en que el programa de enriquecimiento limitado es una cortina de humo para ocultar la futura fabricación de armas nucleares. Por cierto, Rusia, China e India criticaron la decisión iraní, pero no hablaron de sanciones. En la City londinense y Wall Street, en realidad, nadie creía que Tehrán llegase a fabricar armas de destrucción masiva.

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