Perspectivas para el comercio exterior argentino en 2004

El informe elaborado por el Centro de Estudios Bonaerense (CEB) muestra que en 2003 las principales contribuciones al crecimiento del PBI estuvieron ligadas a la demanda doméstica y sugiere los beneficos que traería un mayor nivel de exportaciones.

29 diciembre, 2003

Las estimaciones arrojaron resultados de crecimientos en promedio en torno a 3,2% respecto a la demanda doméstica y de 1,1% para las exportaciones, en el período que abarca desde el último trimestre de 2002 hasta el mismo período de 2003, considerando siempre los valores a precios de 1993, es decir en términos reales.

La absorción doméstica tuvo su propio motor de crecimiento y en este caso fue el consumo privado el principal contribuyente, “relativizando” la contribución de la inversión.

Para el cuarto trimestre dec 2003 se estima que la contribución al incremento de PBI de 2,9%, siga siendo mayor por parte del consumo (2,2) que de la inversión (0,4). Es decir que mientras las contribuciones al PBI por parte del consumo se fueron incrementando, las de la inversión se fueron reduciendo.

Este mayor protagonismo de la demanda doméstica estuvo apuntalado por el gobierno. En este sentido, se han llevado a cabo acciones de corto plazo con escaso riesgo político, respondiendo constantemente a las luces amarillas que encendían los indicadores económicos.

Es decir que durante este año, las políticas puntuales fueron libradas como respuesta a algún signo de depresión: cuando la actividad comenzaba a entrar en una meseta, se tomaron medidas pro-consumo para no perder los incipientes resultados positivos. En este sentido las autoridades económicas “han reaccionado”, en lugar de tener carácter “propositivo”.

Dado que las variaciones interanuales de la actividad, estaban aseguradas como positivas luego de un pésimo 2002, solo tenían que mantener dicha tendencia.

Es sabido que desde el ámbito político se ha apuntado a aquellas medidas que impulsan el consumo; una estrategia basada en esta variable exclusivamente, a futuro encontraría los límites que imponen un mercado interno reducido y con la mitad de la población bajo la línea de pobreza.

Si las medidas pro-consumo solucionaran estos problemas, puede haber estrangulamiento por el lado de la oferta, más precisamente por el lado de la industria.

Un impulso de las inversiones que se propague en empleo y los salarios a través de la producción, son la verdadera base del consumo.

Este último factor resulta imprescindible para continuar por el camino de la recuperación; y su crecimiento, necesario para apuntalar el incremento del PBI, pero esta es justamente una de las incertidumbres que se presentan para el año próximo.

Los sectores impulsores de la industria son aquellos sustitutivos de importaciones, entre los cuales se destacan la Industria metalmecánica excluida automotriz, Sustancias y Productos químicos y Productos textiles, que se encuentran operando al límite de capacidad, y para los cuales los flujos de inversiones no están correlacionados con el uso de planta; la industria es el sector que más empleo generó en el 2003, en este sentido hay fuertes necesidades de incrementar las inversiones dirigidas hacia estos sectores.

De hecho los sectores industriales, con la asunción de este gobierno a partir de mayo, si bien conservaron su volatilidad en las expectativas, observan más de cerca la actitud del gobierno respecto de la planificación a largo plazo.

De este modo es necesario contar con el apoyo de un gobierno con planes de largo plazo, mas que atento a la reacción de los indicadores, que brinde el marco necesario para la atracción de capitales y la confianza necesaria para las decisiones de inversión y producción.

Por otra parte, se debe considerar que si bien la sustitución de importaciones sumada al incremento de la inversión en determinados sectores, puede sostener el impulso de la economía, estos modelos tienen éxito relativo en economías con amplio mercado interno como Brasil, con ganancias de escala, que permiten un aumento significativo de la productividad y el ingreso, con lo cual se plantea un nuevo interrogante hacia el mercado externo.

Las estimaciones arrojaron resultados de crecimientos en promedio en torno a 3,2% respecto a la demanda doméstica y de 1,1% para las exportaciones, en el período que abarca desde el último trimestre de 2002 hasta el mismo período de 2003, considerando siempre los valores a precios de 1993, es decir en términos reales.

La absorción doméstica tuvo su propio motor de crecimiento y en este caso fue el consumo privado el principal contribuyente, “relativizando” la contribución de la inversión.

Para el cuarto trimestre dec 2003 se estima que la contribución al incremento de PBI de 2,9%, siga siendo mayor por parte del consumo (2,2) que de la inversión (0,4). Es decir que mientras las contribuciones al PBI por parte del consumo se fueron incrementando, las de la inversión se fueron reduciendo.

Este mayor protagonismo de la demanda doméstica estuvo apuntalado por el gobierno. En este sentido, se han llevado a cabo acciones de corto plazo con escaso riesgo político, respondiendo constantemente a las luces amarillas que encendían los indicadores económicos.

Es decir que durante este año, las políticas puntuales fueron libradas como respuesta a algún signo de depresión: cuando la actividad comenzaba a entrar en una meseta, se tomaron medidas pro-consumo para no perder los incipientes resultados positivos. En este sentido las autoridades económicas “han reaccionado”, en lugar de tener carácter “propositivo”.

Dado que las variaciones interanuales de la actividad, estaban aseguradas como positivas luego de un pésimo 2002, solo tenían que mantener dicha tendencia.

Es sabido que desde el ámbito político se ha apuntado a aquellas medidas que impulsan el consumo; una estrategia basada en esta variable exclusivamente, a futuro encontraría los límites que imponen un mercado interno reducido y con la mitad de la población bajo la línea de pobreza.

Si las medidas pro-consumo solucionaran estos problemas, puede haber estrangulamiento por el lado de la oferta, más precisamente por el lado de la industria.

Un impulso de las inversiones que se propague en empleo y los salarios a través de la producción, son la verdadera base del consumo.

Este último factor resulta imprescindible para continuar por el camino de la recuperación; y su crecimiento, necesario para apuntalar el incremento del PBI, pero esta es justamente una de las incertidumbres que se presentan para el año próximo.

Los sectores impulsores de la industria son aquellos sustitutivos de importaciones, entre los cuales se destacan la Industria metalmecánica excluida automotriz, Sustancias y Productos químicos y Productos textiles, que se encuentran operando al límite de capacidad, y para los cuales los flujos de inversiones no están correlacionados con el uso de planta; la industria es el sector que más empleo generó en el 2003, en este sentido hay fuertes necesidades de incrementar las inversiones dirigidas hacia estos sectores.

De hecho los sectores industriales, con la asunción de este gobierno a partir de mayo, si bien conservaron su volatilidad en las expectativas, observan más de cerca la actitud del gobierno respecto de la planificación a largo plazo.

De este modo es necesario contar con el apoyo de un gobierno con planes de largo plazo, mas que atento a la reacción de los indicadores, que brinde el marco necesario para la atracción de capitales y la confianza necesaria para las decisiones de inversión y producción.

Por otra parte, se debe considerar que si bien la sustitución de importaciones sumada al incremento de la inversión en determinados sectores, puede sostener el impulso de la economía, estos modelos tienen éxito relativo en economías con amplio mercado interno como Brasil, con ganancias de escala, que permiten un aumento significativo de la productividad y el ingreso, con lo cual se plantea un nuevo interrogante hacia el mercado externo.

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