<p>En el reciente informe 2009, la conferencia de Naciones Unidas sobre comercio y desarrollo (Cnucyd en castellano, Unctad en inglés) estima que este año el PBI global se contraerá poco más de 2,5%. Pero habrá amplias variaciones por área y país: las economías emergentes no sufrieron tanto la crisis y llegan con mejores perspectivas.</p> <p>Al margen de matices, “en profundidad y alcances, es una crisis sin precedentes”, aunque en Estados Unidos pueda comparársela con la depresión de los años 30. Quizá por ello, el trabajo de la Cnucyd arranca citando a John Maynard lord Keynes vía la Teoría general del empleo, el interés y el dinero(1936).</p> <p>“Los especuladores no serían tan dañinos si fuesen sólo burbujas en una corriente estable de negocios. Lo grave se produce cuando las propias empresas y los bancos crean la burbuja en medio de un desorden especulativo. Si el desarrollo de los países se convierte en subproducto de un casino, es probable que se haya actuado mal”. Por otra parte, subraya el asesor de Franklin D.Roosevelt, “los éxitos de Wall Street, como institución cuyo fin social es guiar inversiones por cauces productivos, no pueden presentarse como triunfos del laissez faire. Temo que sus mejores cerebros se hayan orientado a ese fin”.</p> <p>La crisis financiera comenzó por el segmento de malas hipotecas en Estados Unidos (2006) y se propagó velozmente a Gran Bretaña, España, Irlanda, Islandia, Estonia, Letonia, etc. Pero no cruzó al sur del río Bravo. El contagio, explica el informe Cnucyd, “fue casi simultáneo. Ningún mercado desarrollado relevante se salvó, desde los bursátiles hasta los inmobiliarios. La contracción del crédito, tras el hundimiento o casi de grandes instituciones financieras afectó la economía física, aceleró la caída de demanda real, afectó los productos primarios y provocó la peor recesión desde los años 30”.</p> <p>El desastre alcanzó a empresas de todo tipo. “Cayeron ingresos y puestos laborales en sectores como finanzas, construcción, bienes de capital y durables. En el primer trimestre de 2009, la formación de capitales fijos y la producción industrial disminuyeron en las principales economías por encima de 10%. Entretanto, los problemas de solvencia en sectores no financieros repercutieron en las redes bancarias”. No fue ajena a ello la conducta poco responsable de operadores y especuladores.</p><br />
<p>En este contexto y faltando sólo un trimestre para acabar 2009, la comisión de Naciones Unidas estima “muy escasas las probabilidades de que, en próximos años, los mayores países desarrollados se recobren con el ímpetu suficiente para que la economía mundial vuelva a crecer al ritmo anterior a la crisis”.</p>
<p>Esto se debe a que no puede esperarse una expansión del consumo –o sea el gasto individual- ni de la inversión capaz de reactivar significativamente la economía ni el empleo. “Además –puntualiza el resumen del trabajo-, es preciso recapitalizar los bancos privados y limpiar sus libros de activos tóxicos. De lo contrario, no recobrarán la función tradicional: proveer crédito a inversores en capital fijo”.</p>
<p>Hasta conseguir este objetivo y a fin de detener la contracción del PBI, será necesario “mantener o inclusive reforzar políticas monetarias y fiscales expansivas”. Exactamente al revés de lo que recomiendan analistas ortodoxos en el Río de la Plata, donde nadie parece leído este informe oficial. En ese contexto, “es posible que el PB mundial torne a ser positivo en 2010, aunque difícilmente supere 1,6%”.</p>
<p>Casi todos los países en desarrollo han experimentado desaceleraciones económicas, no tan intensas como los centrales, desde mediados de 2008 y algunos sufren diversos grados de recesión. La crisis sistémica, afirma la Cnucyd, llegó a las economías emergentes por diferentes caminos y con intensidad desigual. Mucho dependió “de las corrientes de capital privado internacionales o las exportaciones de productos primarios”.</p>
<p>Un grupo de esos países “logró evitar grandes déficit corrientes o hasta mostrar superávit durante algunos años previos al estallido de las crisis centrales. En particular, es el caso en Asia oriental y Latinoamérica, zonas duramente golpeadas en las crisis de 1997 a 2001”. En la segunda ocasión, varios países desecharon las recetas del Fondo Monetario Internacional y les fue mejor. <br />
</p>