Peligroso maquillaje presupuestario en Estados Unidos

Desde que George W.Bush es presidente, se sobrestima el déficit fiscal a principios de cada ejercicio. Luego, lo reducen entre bombos y platillos. Acaba de hacerlo y Wall Street hace como que lo cree, más con Henry Paulson en Hacienda.

18 julio, 2006

En vísperas de los veranos nórdicos, Bush se entusiasma ante los resultados presupuestarios de los primeros tres trimestres fiscales (octubre a junio). Las cifras son hoy “espectaculares” (dijo Paulson) y proyectan un déficit anual para 2006 –ciclo que concluye en septiembre- de “apenas” US$ 296.000: o sea, un monto igual el superávit que legó William J.Clinton hace algunos años.

De acuerdo con quienes manejan números alrededor en la Casa Blanca, el rojo cederá de 2,6% del producto bruto interno (estimación inicial para el ejercicio en curso) a 2,3% y 1,3% en 2007. No por casualidad, sería un nivel inferior a las promesas electorales, detalle clave para un presidente que afronta comicios parlamentarios con la peor imagen pública desde Richard Nixon. Además, con perspectivas de una guerra desatada por Israel, su máximo cliente en Levante.

Bush declaró que, por fin, el déficit está controlado y sostuvo que el aumento de recaudación se debe, curiosamente, a sus tres paquetes de rebajas a dividendos bursátiles y los sectores más pudientes (US$ 2,35 billones entre 2001 y 2012). Naturalmente, algunos críticos advierten que ese rojo, en medio de un vacilante crecimiento y justo mientras empieza a jubilarse la generación de posguerra, no debiera alegrar a Paulson ni a su equipo.

A criterio de analistas ajenos a Wall Street, en efecto, se trata de la misma comedia montada cada año: anunciar un déficit alto y después proclamar que bajó. Por cierto, el 11% de aumento en recaudación tributaria sorprendió a tirios y troyanos: el gobierno esperaba 7,5%. No obstante, sigue por debajo del 15% obtenido en 2005.

Ahora bien, ¿qué proporción de tan buenas cifras se origina en recortes impositivos? Escasa, porque los pronósticos presupuestarios oficiales tienen más de ficción que de realidad. Por otra parte, con salarios estancados, toca un máximo histórico la incidencia tributaria de las utilidades del sector privado. Particularmente, las del sector terciario; por ejemplo, banca, intermediación de valores, especulación financiera y algunos servicios.

Ocurre que, en los últimos meses, la recaudación viene reflejando un fuerte avance de ganancias. Vale decir, utilidades de capital e ingresos por dividendos (factor que comienza a desinflarse ahora). En síntesis, es factible que las rebajas impositivas hayan hecho un módico aporte de tipo cíclico. Pero nada más. Entretanto, creen las posibilidades de estancamiento o recesión en la economía física.

En vísperas de los veranos nórdicos, Bush se entusiasma ante los resultados presupuestarios de los primeros tres trimestres fiscales (octubre a junio). Las cifras son hoy “espectaculares” (dijo Paulson) y proyectan un déficit anual para 2006 –ciclo que concluye en septiembre- de “apenas” US$ 296.000: o sea, un monto igual el superávit que legó William J.Clinton hace algunos años.

De acuerdo con quienes manejan números alrededor en la Casa Blanca, el rojo cederá de 2,6% del producto bruto interno (estimación inicial para el ejercicio en curso) a 2,3% y 1,3% en 2007. No por casualidad, sería un nivel inferior a las promesas electorales, detalle clave para un presidente que afronta comicios parlamentarios con la peor imagen pública desde Richard Nixon. Además, con perspectivas de una guerra desatada por Israel, su máximo cliente en Levante.

Bush declaró que, por fin, el déficit está controlado y sostuvo que el aumento de recaudación se debe, curiosamente, a sus tres paquetes de rebajas a dividendos bursátiles y los sectores más pudientes (US$ 2,35 billones entre 2001 y 2012). Naturalmente, algunos críticos advierten que ese rojo, en medio de un vacilante crecimiento y justo mientras empieza a jubilarse la generación de posguerra, no debiera alegrar a Paulson ni a su equipo.

A criterio de analistas ajenos a Wall Street, en efecto, se trata de la misma comedia montada cada año: anunciar un déficit alto y después proclamar que bajó. Por cierto, el 11% de aumento en recaudación tributaria sorprendió a tirios y troyanos: el gobierno esperaba 7,5%. No obstante, sigue por debajo del 15% obtenido en 2005.

Ahora bien, ¿qué proporción de tan buenas cifras se origina en recortes impositivos? Escasa, porque los pronósticos presupuestarios oficiales tienen más de ficción que de realidad. Por otra parte, con salarios estancados, toca un máximo histórico la incidencia tributaria de las utilidades del sector privado. Particularmente, las del sector terciario; por ejemplo, banca, intermediación de valores, especulación financiera y algunos servicios.

Ocurre que, en los últimos meses, la recaudación viene reflejando un fuerte avance de ganancias. Vale decir, utilidades de capital e ingresos por dividendos (factor que comienza a desinflarse ahora). En síntesis, es factible que las rebajas impositivas hayan hecho un módico aporte de tipo cíclico. Pero nada más. Entretanto, creen las posibilidades de estancamiento o recesión en la economía física.

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