Luego de una leve mejora del humor de los mercados y de los empresarios ante los cambios en el gabinete nacional, que daban una mayor esperanza respecto de comenzar a poner fin a las inconsistencias que amenazan el corto plazo, la situación no sólo volvió a foja cero, sino que es hoy peor que unas semanas atrás.
El recambio de figuras en el gobierno nacional, en especial la asunción de Jorge Capitanich y la salida de Guillermo Moreno, tuvo un efecto positivo en prácticamente todos los actores de la economía nacional (también fue bienvenido por la mayoría de los políticos opositores).
Pero el efecto se diluyó muy rápido. Primero con el desmanejo de las crisis con las policías provinciales y más tarde de los problemas energéticos.
A lo que se sumó también la falta de anuncios que dieran sustento a aquella esperanza de resolución de las inconsistencias económicas, que incluso chocó con la casi ratificación del mix de políticas que las han generado.
Esto es particularmente cierto en lo referido a los subsidios al sector privado, en especial en la energía, cuestión que desde abeceb.com consideramos desde un principio como el “test ácido” para probar la verdadera voluntad oficial de enfrentar los problemas, ya que la solución implica necesariamente pagar un costo político más o menos elevado (lo que dependerá de una correcta planificación, implementación y comunicación de los pasos a seguir).
El discurso oficial ha vuelto a negar en los primeros días de 2014 una revisión tarifaria en medio del descontento social producto de los cortes en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, con viejas caras que vuelven a ser los voceros y encargados de encarar los problemas, lo que no permite ser optimistas respecto de cambios en la política económica (al menos en el corto plazo).
Pero esto no sólo retrotrae todo al punto de inicio, ya de por sí amenazante. Sino que nos pone ante un escenario más riesgoso que unos meses atrás.
Es que las oportunidades políticas pero también desde la economía no abundan, y el gobierno ha malgastado una en un momento clave donde debía mostrarse receptivo del mensaje proveniente de las elecciones de octubre.
El desgaste y la pérdida de credibilidad después de tantos años son altos, y las señales de un cambio que finalmente no fue hacen más difícil en ese escenario que exista una nueva oportunidad en el futuro próximo. Justamente en un momento donde lo que no sobra es tiempo, con la pérdida de reservas marcando los ritmos y acercando aceleradamente el horizonte, incluso con el maquillaje temporal de medidas de muy corto plazo como el acuerdo con cerealeras o las trabas a la importación de autos y electrónicos en el primer trimestre del año.
Este tipo de instrumentos y respuestas del gobierno también son toda una señal de alerta.
Trimestre a trimestre
La estrategia oficial ya no apunta a pasar el año, una crítica que se le hacía a las administraciones kirchneristas todos estos años por su mirada cortoplacista. Sino que ahora las decisiones se toman con un trimestre vista.
Este acortamiento de la mirada genera que las inconsistencias acumuladas en casi todos los casos se agraven, y que además surjan otras que se verá cómo se resuelven unos (pocos) meses más adelante.
Si patear los problemas en lugar de enfrentarlos es ya de por sí una mala estrategia, patearlos cerca y tener cada vez más es peor aún.
Así, la probabilidad de un escenario más negativo que nuestro escenario base crece. Y mientras más tiempo pasa más alta es aquella probabilidad.
La cuestión es que en estos casos el paso del tiempo no es lineal, sino que se acelera. Y los riesgos de que aquel escenario negativo finalmente se desencadene son cada vez mayores.
¿De qué hablamos cuando hablamos de escenario negativo? Siempre es difícil poder describir la dinámica de este tipo de escenarios. Más aún cuando las condiciones todavía dan posibilidades de resolución administrada de los problemas. Este escenario negativo hoy significa que se mantiene el statu quo, e incluso que se profundizan las medidas distorsivas.
El resultado es un deterioro acelerado de las principales variables macro, con una caída mayor de las reservas internacionales, una devaluación más acelerada con mayor traspaso a precios y salarios y, por ende, con más riesgos de pérdida de control nominal, presiones crecientes sobre el tipo de cambio paralelo, déficit fiscal creciente (por menor recaudación y mayores presiones sobre el gasto en subsidios), mayores dificultades financieras de las provincias, desaceleración (e incluso contracción) de la actividad económica, etc.
La probabilidad de ocurrencia de un escenario negativo como este creció rápidamente en las últimas semanas y, si nada se hace, crecerá aún más aceleradamente en las próximas.
También es claro que los ajustes en la economía argentina sucederán tarde o temprano. Y que siempre que los terminó imponiendo el mercado los resultados fueron mucho peores en materia social y política que cuando se hicieron desde el Estado (las menos de las veces en la historia argentina, lamentablemente).
Pero el tiempo no sólo no para, sino que se acelera.
TABLERO DE CONTROL DE LA ECONOMÍA ARGENTINA ESTAS SON, A NUESTRO ENTENDER, LAS PRINCIPALES VARIABLES A MONITOREAR EN LOS PRÓXIMOS MESES A NIVEL LOCAL: