Parmalat: intervenida y camino a la bancarrota

El gobierno italiano abrió camino a la bancarrota del grupo Parmalat vía intervención de la firma. Prosiguen acciones legales y administrativas por un faltante de € 9.000 millones sin documentar. Bondi al timón.

23 diciembre, 2003

En un intento de frenar el derrumbe industrial del grupo, en lo que es ya una de las peores crisis empresarias europeas, el consejo de ministros aprobó un decreto pro auxilio a grandes firmas en aprietos. Esto permite, desde el miércoles 24, armar el salvataje de Parmalat.

“Es objeto no es rescatar a accionistas controlantes ni la conducción, sino a accionistas minoritarios, inversores, ahorristas, proveedores, personal y actividades”, declaraban anoche Giulio Tremonti y Antonio Marzano, titulares de Economía e Industria. Enrico Bondi, CEO de emergencia y máximo experto del país en salvamentos, pasará a ser interventor oficial.

Entretanto, el consejo administrativo (directorio) de la compañía, en sesión permanente –presidida por Bondi-, anunciará el ingreso a la convocatoria de acreedores, como forma de frenar eventuales ofensivas que podrían llevar a la liquidación. También aquí se han reformado las normas italianas, aproximándolas al título XI de la ley federal estadounidense para quiebras y concursos.

El octavo conglomerado italiano ha estado al borde del cese de pagos durante semanas, antes de estallar la bomba contable y judicial. A partir del viernes 19, el colapso era inminente. Ese día, se supo que Bank of America había tachado de falsos los documentos que certificaban la existencia de “Bonlat Financing Corporation” (Caimán) y una masa de € 3.950 millones en efectivo y títulos.

No había nada de eso y las falsificaciones, hechas en la sede del grupo, lo definían como un fondo dedicado a especular con derivativos, antes que como una empresa láctea. Algunos analistas financieros sospechan que buena parte de los fondos esfumados fueron víctimas de futuros y opciones mal armados o colapsados.

En un intento de frenar el derrumbe industrial del grupo, en lo que es ya una de las peores crisis empresarias europeas, el consejo de ministros aprobó un decreto pro auxilio a grandes firmas en aprietos. Esto permite, desde el miércoles 24, armar el salvataje de Parmalat.

“Es objeto no es rescatar a accionistas controlantes ni la conducción, sino a accionistas minoritarios, inversores, ahorristas, proveedores, personal y actividades”, declaraban anoche Giulio Tremonti y Antonio Marzano, titulares de Economía e Industria. Enrico Bondi, CEO de emergencia y máximo experto del país en salvamentos, pasará a ser interventor oficial.

Entretanto, el consejo administrativo (directorio) de la compañía, en sesión permanente –presidida por Bondi-, anunciará el ingreso a la convocatoria de acreedores, como forma de frenar eventuales ofensivas que podrían llevar a la liquidación. También aquí se han reformado las normas italianas, aproximándolas al título XI de la ley federal estadounidense para quiebras y concursos.

El octavo conglomerado italiano ha estado al borde del cese de pagos durante semanas, antes de estallar la bomba contable y judicial. A partir del viernes 19, el colapso era inminente. Ese día, se supo que Bank of America había tachado de falsos los documentos que certificaban la existencia de “Bonlat Financing Corporation” (Caimán) y una masa de € 3.950 millones en efectivo y títulos.

No había nada de eso y las falsificaciones, hechas en la sede del grupo, lo definían como un fondo dedicado a especular con derivativos, antes que como una empresa láctea. Algunos analistas financieros sospechan que buena parte de los fondos esfumados fueron víctimas de futuros y opciones mal armados o colapsados.

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