Parece que, por fin, la diplomacia retorna a Washington

“Somalía fue una dura lección para William J.Clinton y evitó errores similares en la ex Yugoslavia. Ahora, el fracaso en Irak puede hacer que George W.Bush entienda que las soluciones militares no funcionan solas”.

29 junio, 2006

Así presume Strobe Talbott, presidente de la institución Brookings, una “usina de ideas” liberal, subsecretario de Estados en 1993/2000 y articulista del “Time”, un semanario conservador. Curiosamente, la “vuelta a la diplomacia” coincide con el arribo al poder somalí de un grupo musulmán cercano a al Qa’eda.

A juicio de Talbott, “la fase del unilateralismo bélico se termina en Estados Unidos. Bush comprende hoy que la estrategia neoconservadora del vicepresidente Richard Cheney y el titular de Defensa, Donald Rumsfeld, ha fracasado”. En otras palabras, pese a las intrigas internas que sigue fomentando Karl Rove, Condoleezza Rice retoma vuelo, aunque haya perdido gente propia.

LA aventura mesopotámica “era, en primer término –señala el analista- una forma de poner a prueba esa estrategia casi milenarista. No funcionó y Washington retorna, poco a poco, a la tradición diplomática que encarnan Colin Powell y su sucesora en la secretaría de Estado. Eso se notó en el primer viaje europeo de Bush tras la reelección: prestó atención a la Otan la Unión europea y Alemania, hasta entonces soslayadas”.

Las cosas han cambiado tanto que ya nadie espera soluciones militares para Irán y, ni siquiera, para la agresiva Norcorea. “Los generales norteamericanos –afirma Talbott- ya no se aprestan a otra guerra, aunque sigan fomentándola tantos columnistas afines al Pentágono y sus negocios, obsedidos por el poder chino.”

No obstante, el experto admite que “existen amplias divergencias entre EE-UU. y la UE. Desde Guantánamo o Abú Ghreib hasta Rusia y China. Pero, si otrora había un eje del mal, hoy más parece un cúmulo de conflictos localizados en Palestina-Israel, Irán, Rusia, Afganistán, Sudán, Somalía, etcétera”. Parte del panorama, probablemente, recién se despejará cuando Alemania pase a presidir –en 2007- el Grupo de los Siete.

Obviamente, el retiro de ex aliados pesará en Irak y, tal vez, en Afganistán. Por eso mismo, “EE.UU. debiera apelar a Irán como vehículo para influir sobre Bagdad y Kabul. En el primer caso, hay una mayoría shi’i; en el segundo, una continuidad lingüística entre el farsí y los dialectos afganos”. Ademán, a Therán no le conviene afrontar guerra civiles a este y oeste.

Así presume Strobe Talbott, presidente de la institución Brookings, una “usina de ideas” liberal, subsecretario de Estados en 1993/2000 y articulista del “Time”, un semanario conservador. Curiosamente, la “vuelta a la diplomacia” coincide con el arribo al poder somalí de un grupo musulmán cercano a al Qa’eda.

A juicio de Talbott, “la fase del unilateralismo bélico se termina en Estados Unidos. Bush comprende hoy que la estrategia neoconservadora del vicepresidente Richard Cheney y el titular de Defensa, Donald Rumsfeld, ha fracasado”. En otras palabras, pese a las intrigas internas que sigue fomentando Karl Rove, Condoleezza Rice retoma vuelo, aunque haya perdido gente propia.

LA aventura mesopotámica “era, en primer término –señala el analista- una forma de poner a prueba esa estrategia casi milenarista. No funcionó y Washington retorna, poco a poco, a la tradición diplomática que encarnan Colin Powell y su sucesora en la secretaría de Estado. Eso se notó en el primer viaje europeo de Bush tras la reelección: prestó atención a la Otan la Unión europea y Alemania, hasta entonces soslayadas”.

Las cosas han cambiado tanto que ya nadie espera soluciones militares para Irán y, ni siquiera, para la agresiva Norcorea. “Los generales norteamericanos –afirma Talbott- ya no se aprestan a otra guerra, aunque sigan fomentándola tantos columnistas afines al Pentágono y sus negocios, obsedidos por el poder chino.”

No obstante, el experto admite que “existen amplias divergencias entre EE-UU. y la UE. Desde Guantánamo o Abú Ghreib hasta Rusia y China. Pero, si otrora había un eje del mal, hoy más parece un cúmulo de conflictos localizados en Palestina-Israel, Irán, Rusia, Afganistán, Sudán, Somalía, etcétera”. Parte del panorama, probablemente, recién se despejará cuando Alemania pase a presidir –en 2007- el Grupo de los Siete.

Obviamente, el retiro de ex aliados pesará en Irak y, tal vez, en Afganistán. Por eso mismo, “EE.UU. debiera apelar a Irán como vehículo para influir sobre Bagdad y Kabul. En el primer caso, hay una mayoría shi’i; en el segundo, una continuidad lingüística entre el farsí y los dialectos afganos”. Ademán, a Therán no le conviene afrontar guerra civiles a este y oeste.

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