<p>Tratando de relativizar las declaraciones por TV de Barack Obama, su asesor de seguridad, Thomas Denilon, señaló que no había pruebas claras de nexos entre el gobierno de Asif Alí Zardarí, el ejército y los talibán. Pero sí acompañó al presidente en pedir investigaciones y autorización para interrogar a las tres viudas sobrevivientes. “Deberán rodar cabezas”, dijo Hussein Haqqaní, embajador ante EE.UU.<br />
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En otro plano. Osama bin Laden estaba finalizado desde antes de su innecesaria eliminación. Nadie creía ya que su islamismo radicalizado gestase cambios negados al comunismo o a su propio fundamentalismo sunní. Era sólo el imán explícito de una secta de <em>hashashín</em>, asesinos. Esta “organización no gubernamental del crimen” acabó en veintitrés años con miles de vidas civiles. Pero no pudo cumplir sus propios fines, ni siquiera con los atentados de Manhattan (2001) y Atocha (2007) Los pueblos árabes que protagonizan la ola de resistencia a gobiernos autoritarios (Túnez, Egipto, Siria), presidencias vitalicias (Yemen) y monarquías anacrónicas (Bahrein), le han dado la espalda a al-Qaeda.<br />
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Entonces ¿qué acabó con bin Laden? En el fondo, una coalición que venía cazándolo por diez años, aunque sin éxito en las primeras fases. Ese conjunto pivoteaba sobre Pakistán, más cuando los errores aliados permitieron que la guerra civil afgana penetrase en el noroeste de su vecino, a su vez ya infiltrado por al-Qaeda. No es casual que bin Laden haya residido años a apenas cincuenta kilómetros de Islamabad sin ser molestado por sus autoridades.<br />
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Esos detalles no obstaban para que ese gobierno cooperase formalmente con los aliados occidentales. En realidad, policía y fuerzas armadas –afines a los talibán- echaban cortinas de humo para desorientar a los perseguidores de bin Laden. Se lo presentaba como un eremita vagando por montañas inhóspitas y zonas controladas por tribus rebeldes, sus verdaderas protectoras.<br />
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Pero ¿Islamabad estaba al tanto? Sí. De vez en cuando, Pakistán entregaba un preso dyihadista para apaciguar a los occidentales. Esta táctica fue revelada cuando un grupo afín a al-Qaeda empezó a operar en Cachemira e India lo comunicó a Washington (2007). Ahí empezó a resquebrajarse el muro que ocultaba a bin Laden. Mientras tanto, la asistencia al líder da la razón a quienes sostienen que un Pakistán con armas nucleares y expuesto a infiltraciones no es aliado fiable. Especialmente con un servicio secreto malo y corrupto. <br />
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Para Obama, Pakistán protegió a bin Laden
El presidente de Estados Unidos sospecha que el líder de al-Qaeda contaba con una red local de apoyo. Entretanto, varios legisladores piden cesar la asistencia militar a Pakistán, algo que llevaría a una ruptura entre Washington e Islamabad.