Fue un invento del siglo 20 que funcionó muy bien durante décadas. La idea fue sumar el total de bienes y servicios producidos por una nación en el periodo de un año. A eso se lo llamó el PBI, el producto bruto interno. Una categoría de medición del crecimiento de una economía.
Pero el acuerdo de los economistas de todo el mundo comienza a presentar fisuras. En un mundo crecientemente digital, con el imperioso mandato que plantea la idea de sustentabilidad, surgen dudas sobre la eficacia de este, hasta ahora, obligado punto de referencia.
No logra explicar otras realidades muy vigentes como la desigualdad, el bienestar, la felicidad, la atmósfera limpia o cómo evitar el deterioro del clima y del ambiente.
Tal vez la ausencia más notoria es la ausencia de bienes que se transan en el mundo digital, pero también servicios como Wikipedia o Facebook que no tienen un precio, pero sí enorme significación económica.
En el pasado hubo algunos intentos de cubrir las brechas. Por ejemplo el Ãndice de Desarrollo Humano, publicado por las Naciones Unidas, que incluye expectativa de vida y niveles educativos de la población. Por su parte, el World Economic Forum ha probado con un nuevo indicador de desarrollo que considera la pobreza, la deuda pública, los ingresos promedio, la desigualdad en el nivel de bienestar, entre otras alternativas factibles de medir. Ahora el debate pasa por qué debe incluirse y qué no.
Lo que aproxima el problema a la intención de un grupo de economistas del MIT que pretende un indicador más amplio con foco en cómo el nivel de bienestar está cambiando, gracias a bienes y servicios del mundo digital. La ausencia de precio en estos casos, hace que no sean registrados por el viejo PBI.
La solución con mayor número de adeptos es no liquidar al PBI, pero atribuirle menos peso específico, y complementarlo con la medición que se haga de la economía digital.