A pocos días de anunciar la Casa Blanca que el que el PBI creció a 8,2% anual en el III trimestre, el Sistema de Reserva Federal licuó los efectos electorales de esa estadística, contra la voluntad de su presidente, Alan Greenspan. Lo hizo difundiendo las actas de una reunión en el comité de mercado abierto; no la última, sino la de noviembre.
Ahí se revela, según la mayoría del grupo, que el sector laboral posiblemente no repunte en forma sostenida hasta el IV trimestre de 2005. Esto es mala noticia para la agresiva campaña relectoral de George W.Bush. Centrada hasta hace poco en ahorristas e inversores bursátiles, ahora lo hace en los “éxitos” de la economía real y la disminución del desempleo de 6,2 a 5,9% este semestre.
En forma casi perversa, esas actas generaron el jueves una onda eufórica en Wall Street, donde desocupación alta es sinónimo de tasas referenciales bajas. Aun sin sostener el empuje inicial (1,75 a 2,5% en los indicadores básicos), esa sesión cerró con un estímulo psicológico: el Dow-Jones en algo más de 10.000 puntos.
Un punto que operadores, especuladores y analistas no tienen presente es que, en ciertas circunstancias, el SRF aplica otros criterios para manejar los tipos referenciales. Por ejemplo, un desempleo por encima de 5,5% (elevado, si se recuerda que Bush heredó 4,2%) puede ser pasado por alto si el déficit fiscal supera el medio billón de dólares.
En esa perspectiva y con el gasto militar del ejercicio 2004 orillando US$ 488.800 millones, el SRF podría elevar tasas. No porque adopte un diagnóstico inflacionario, sino porque Tesorería necesitará emitir deuda nueva y los bonos resultantes ofrecerían exigua remuneración. Hoy la serie T-10 no pasa de 4,15/4,35% anual.
El problema financiero “no es tanto la guerra que no termina en Irak ni la lucha contra el terrorismo global, sino las cuentas norteamericanas”, comentaba el economista Paul Krugman. Esencialmente, un déficit en pagos corrientes que supera los 5,5 billones y requiere US$ 1.700 millones diarios en inversión externa directa.
Al cerrar la semana, el alza del euro y la menor confianza de los consumidores –dos factores que Wall Street asocia sin fundamento. diluyeron los avances accionarios del jueves. Ayudó John Snow, secretario de Haciendo, pronosticando cotizaciones aún más altas del euro y diciendo, como es su hábito, que eso no lo preocupa.
En cuanto a las expectativas del público, este mes descienden en forma inesperada y acompañan la contracción de precios mayoristas registrada en noviembre. En el primer caso, el índice preliminar compilado por la universidad de Michigan cedió de 93,7 a 89,6 puntos (-4,4%). En el segundo, la estadística del departamento de Trabajo desciende 0,3%.
A pocos días de anunciar la Casa Blanca que el que el PBI creció a 8,2% anual en el III trimestre, el Sistema de Reserva Federal licuó los efectos electorales de esa estadística, contra la voluntad de su presidente, Alan Greenspan. Lo hizo difundiendo las actas de una reunión en el comité de mercado abierto; no la última, sino la de noviembre.
Ahí se revela, según la mayoría del grupo, que el sector laboral posiblemente no repunte en forma sostenida hasta el IV trimestre de 2005. Esto es mala noticia para la agresiva campaña relectoral de George W.Bush. Centrada hasta hace poco en ahorristas e inversores bursátiles, ahora lo hace en los “éxitos” de la economía real y la disminución del desempleo de 6,2 a 5,9% este semestre.
En forma casi perversa, esas actas generaron el jueves una onda eufórica en Wall Street, donde desocupación alta es sinónimo de tasas referenciales bajas. Aun sin sostener el empuje inicial (1,75 a 2,5% en los indicadores básicos), esa sesión cerró con un estímulo psicológico: el Dow-Jones en algo más de 10.000 puntos.
Un punto que operadores, especuladores y analistas no tienen presente es que, en ciertas circunstancias, el SRF aplica otros criterios para manejar los tipos referenciales. Por ejemplo, un desempleo por encima de 5,5% (elevado, si se recuerda que Bush heredó 4,2%) puede ser pasado por alto si el déficit fiscal supera el medio billón de dólares.
En esa perspectiva y con el gasto militar del ejercicio 2004 orillando US$ 488.800 millones, el SRF podría elevar tasas. No porque adopte un diagnóstico inflacionario, sino porque Tesorería necesitará emitir deuda nueva y los bonos resultantes ofrecerían exigua remuneración. Hoy la serie T-10 no pasa de 4,15/4,35% anual.
El problema financiero “no es tanto la guerra que no termina en Irak ni la lucha contra el terrorismo global, sino las cuentas norteamericanas”, comentaba el economista Paul Krugman. Esencialmente, un déficit en pagos corrientes que supera los 5,5 billones y requiere US$ 1.700 millones diarios en inversión externa directa.
Al cerrar la semana, el alza del euro y la menor confianza de los consumidores –dos factores que Wall Street asocia sin fundamento. diluyeron los avances accionarios del jueves. Ayudó John Snow, secretario de Haciendo, pronosticando cotizaciones aún más altas del euro y diciendo, como es su hábito, que eso no lo preocupa.
En cuanto a las expectativas del público, este mes descienden en forma inesperada y acompañan la contracción de precios mayoristas registrada en noviembre. En el primer caso, el índice preliminar compilado por la universidad de Michigan cedió de 93,7 a 89,6 puntos (-4,4%). En el segundo, la estadística del departamento de Trabajo desciende 0,3%.