Otro golpe para la campaña de Hillary Rodham Clinton

Mark Penn ya no es estratega jefe de la precandidata. Renunció al saberse que su firma de relaciones públicas operaba también para el gobierno conservador de Colombia. Álvaro Uribe es visto por muchos demócrata como títere de George W.Bush.

7 abril, 2008

Hombre clave para la campaña de la senadora, tuvo que irse al revelarse que había estado analizando con representantes de Bogotá la promoción de un acuerdo de libre comercio. En primer lugar, Hillary se opone a la idea.

En segundo lugar, muchos dirigentes políticos objetan la actuación misma de Uribe. En particular, la pertinacia en trabar negociaciones humanitarias para rescatar a Ingrid Betancourt, rehén de la FARC por cuya vida se teme.

En realidad, Penn es director ejecutivo de Burson-Marsteller, una de las mayores firmas norteamericanas de RR.PP. El fatídico encuentro con los colombianos se realizó el lunes 31 y su objeto era hacer “lobby” para que el congreso aprobase aquel tratado.

El manager de B-M había cometido, por cierto, un grueso error inicial: no haberse apartado el cabildeo colombiano meses antes. Pero la precandidata –trabada en lucha palmo a palmo con Barack Obama- también fue culpable de nombrar como estratega al ejecutivo de un gigante como B-M. Como ocurre con el rescate de bancos y firmas de valores, Hillary tiene actitudes ambivalentes.

Hombre clave para la campaña de la senadora, tuvo que irse al revelarse que había estado analizando con representantes de Bogotá la promoción de un acuerdo de libre comercio. En primer lugar, Hillary se opone a la idea.

En segundo lugar, muchos dirigentes políticos objetan la actuación misma de Uribe. En particular, la pertinacia en trabar negociaciones humanitarias para rescatar a Ingrid Betancourt, rehén de la FARC por cuya vida se teme.

En realidad, Penn es director ejecutivo de Burson-Marsteller, una de las mayores firmas norteamericanas de RR.PP. El fatídico encuentro con los colombianos se realizó el lunes 31 y su objeto era hacer “lobby” para que el congreso aprobase aquel tratado.

El manager de B-M había cometido, por cierto, un grueso error inicial: no haberse apartado el cabildeo colombiano meses antes. Pero la precandidata –trabada en lucha palmo a palmo con Barack Obama- también fue culpable de nombrar como estratega al ejecutivo de un gigante como B-M. Como ocurre con el rescate de bancos y firmas de valores, Hillary tiene actitudes ambivalentes.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades