Otra vez, los productos primarios baten récords
Al filo del año nuevo, el oro superaba su marca nominal (llegó a US$ 1.422 la onza troy) y los crudos tejanos medios volvieron a US$ 91,50 el barril, máximo en casi treinta meses. En seis meses, las materias primas aumentaron una media de 25%.
2 enero, 2011
<p>“¿Qué quieren decir estos avances? ¿Son puramente especulativos? ¿O trasuntan excesos de emisión monetaria? No necesariamente. Entonces, ¿es que la inflación vuelve a amenazar?”. Así se preguntan los Nobel 2001 (Joseph Stiglitz) y 2008, Paul Krugman. Ambos y el británico Martin Wolf encuentran un punto en común: los mercados primarios denotan que se vive en un universo finito, donde la expansión de economías emergentes presiona sobre recursos limitados y sus cotizaciones.<br />
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Lo malo es que, en esta fase, Estados Unidos sea apenas un espectador. Esto tiene sus raíces: hace dos años y medio, los hidrocarburos estaban en las cotas actuales y muchos supusieron que el fenómeno no tenía relevancia y era una simple aberración, fruto de especuladores. El posterior derrumbe de precios (2008) pareció darles la razón.<br />
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Pero “esa baja coincidió –recuerda Wolf- con una fuerte recesión occidental y provocó una marcada disminución de demanda por materias primas. Ahora bien ¿qué ocurriría después? ¿Acaso esa gama volvería a recobrarse?”<br />
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En principio, salvo la recesión que persiste en EE.UU. y da escasos signos de ceder al comenzar 2011, “la reacción de los emergentes determinó que el producto bruto industrial del planeta superase su máxima anterior. Así es que hoy suben hoy las materias primas” subraya Krugman. Pero eso tampoco significa que la especulación haya dejado de operar en 2008/10.<br />
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Cabe indagar qué sucede con las cotizaciones de productos básicos como precursoras de inflación. “Muchos expertos ortodoxos –apunta Stiglitz- vaticinan desde hace años que la Reserva Federal, al imprimir tanto dinero, empuja el mundo a una severa inflación. A punto tal que, hace casi dos años, el diputado ultraderechista Paul Ryan y Glenn Beck, del Tea party, auguraban una estanflación en toda la regla”. <br />
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Sin embargo, observa Krugman, la inflación viene manteniéndose baja en EE.UU., con la Eurozona algo más alta y China en el medio. Por ende ¿cómo reaccionan los obsesivos de la superinflación? Fácil: hacen multiplicar teorías conspirativas y acusan al gobierno de esconder la verdad en materia de precios. En realidad, los fundamentalistas republicanos esgrimen como prueba de sus asertos, justamente, el aumento de productos básicos. Pero, por ejemplo, en el segundo semestre de 2008 esos rubros se desplomaron casi 50% y eso no condujo a una deflación sin freno.<br />
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En la presente coyuntura, con EE.UU. y la Unión Europea como agentes pasivos, China, Rusia, India, Brasil y otros emergentes sostienen la demanda mundial. Entretanto, una serie de catástrofes naturales –como los crueles inviernos europeos o norteamericanos, las inundaciones australianas y las sequías sudamericanas- viene experimentándose alrededor del globo. Pero los ultras estilo Tea party no parecen darse cuenta.</p>
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