<p>Barack Obama reiteró que “esta legislación acentuará controles sobre bancas, operadores y otros agentes de un mercado responsable por haber desencadenado la peor crisis desde 1929/33”. Por supuesto, fue un miércoles de bajas, pero limitadas a bolsas anglosajonas.<br />
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El proyecto había pasado la cámara alta, el viernes, por sesenta votos a 39, reflejando la división entre demócratas y republicanos. Éstos, pues, prefirieron la disciplina partidaria y acompañar a sus correligionarios más intransigentes. En un claro mensaje a los máximos ejecutivos del negocio, la flamante “ley Christopher Dodd” (por el senador que encabeza el comité bancario) apunta a quienes malgastan en remuneraciones astronómicas y fuerzan rescates onerosos para los contribuyentes. <br />
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Ahora, claro, el poder ejecutivo debe reglamentar la ley. Ello se hará en medio de maniobras y presiones vinculadas a los comicios de medio mandato, en noviembre. Por supuesto, los demócratas subrayarán una y otra vez que los culpables del descalabro en 2006/09 eran altos funcionarios del gobierno de George W.Bush. Entre ellos Henry Paulson (ex Goldman Sachs, entonces secretario del Tesoro) , Alan Greenspan –ex Reserva Federal- y su sucesor, Benjamin Bernanke, confirmado por el propio Obama.<br />
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Entre las novedades más notables figura una agencia pro defensa del público usuario de tarjetas y otras formas de crédito minorista. Este punto fue tachado de “socialdemócrata” por analistas del ultraconservador instituto Cato. Otra innovación será un consejo regulador de riesgos y su gestión, que contribuirá a limitar los negocios financieros más volátiles, en particular derivativos y transacciones de alta frecuencia.<br />
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Un aspecto delicado de la ley hace a las facultades del gobierno para intervenir, controlar o liquidar bancos y otros intermediarios financieros. Algunos economistas, como Paul Krugman o Jeffrey Sachs, temen que el punto revalide un viejo mito de Wall Street y Londres, el de “entidades demasiado grandes para dejarlas caer”. Hasta no hace mucho, Timothy Geithner –ex director de la RF y sucesor de Paulson- compartía esa idea. Pero otra cláusula de la “ley Dodd” tiende a evitar ese efecto: al introducir un factor correctivo, refuerza facultades reguladoras. Por ende, podrán subdividir grandes entidades si su tamaño pone en peligro a todo el sistema o, alternativamente, facilita oligopolios, carteles u otras maneras de restringir la competencia.<br />
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Por fin, el artículo más controvertido y humillante para Wall Street pasó pese a los embates republicanos. Es la norma que fija un gravamen sobre toda la red, que recaudará alrededor de US$ 19.000 millones en cinco años (2011/12 a 2015/16), necesarios para solventar las propias reformas. Esta innovación aterra a los gobiernos que –como Japón, Alemania, Holanda, Suiza y otros- ven en ese artículo una “tasa Tobin” en potencia. Este tema influirá seguramente en los debates del comité de Basilea y la próxima cumbre del G-20, en noviembre.</p>
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Obama: ya no pagaremos por los errores de los banqueros
Con duras palabras, el presidente promulgó la reforma financiera más dura desde 1933, con su imagen en un piso en dieciocho meses, 40%. Aunque atenuada por modificaciones, es el peor revés para una Wall Street golpeada por la crisis de 2006/09.