<p>A criterio de Barack Obama, “existen sospechas atávicas sobre el papel del gobierno y éstas afloran en el violento debate sobre el proyecto de seguro médico universal”, sostenía este fin de semana. Como en la campaña electoral, este político mulato busca sacar de primer plano el tema racial.<br />
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Pero la cuestión pesa casi tanto como el evangelismo fanático de pueblo chico, Así lo demuestra la mezcla de socialismo y nazismo que un sector de la sociedad estadounidense y sus legisladores –fuera de las grandes ciudades- les endilgan al mandatario y sus propuestas sociales. No muy sutil, Wall Street trata de asociar ese trasfondo a sus presiones contra la reforma financiera.<br />
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Poco antes, James Carter pudo decir lo que Obama prefiere silenciar: ”el cruel encono contra los proyectos presidenciales trasunta el racismo que persiste en ciertos estamentos”. No se debe, por tanto, sólo a una religiosidad de corte rural. “Muchos norteamericanos, en verdad, no aceptan todavía que haya un negro en el salón oval y no son todos republicanos”, observaba el ex mandadatario.<br />
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Sea como fuere, en su mensaje Obama admite que “hay un componente racista, pero no parece sustantivo, sino marginal a los actuales debates. La clave es algo que atraviesa la historia de la república. Hace al estado mismo y sus funciones como administrador, árbitro o supervisor. Los calificativos lanzados contra Franklin D. Roosevelt también iban de socialista a comunista”.<br />
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Las fuentes de insultos y agravios son de tres clases: un megarrescate bancario que rozará los dos billones, la reforma financiera resultante y el seguro médico universal. Éste alcanzará a unos 40 millones de pobres. Además, el presidente acaba de reiterarlo: “no aceptaré nada que implique nuevos impuestos a gente que gane menos de US$ 250.000 anuales”. Vale decir, 95% de las familias de cualquier color.<br />
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Obama: temen mis reformas sociales, no mi color de pìel
Lo dijo simultáneamente por CNN, CBS, ABC, NBC y Univisión. No apeló a Fox, de su archienemigo Rupert Murdoch. Nunca un presidente norteamericano llegó a tanto. Sí, algunos no toleran un negro en la Casa Blanca, pero la clave son los cambios.