Obama, lejos de Copenhague, el ambiente y gases fósiles

Lo que desvela al presidente son sus votantes, sumidos en una recesión que no termina. Para peor, Wall Street amaga una euforia a medida de los banqueros, pero distante de una realidad cotidiana donde el desempleo recién cede de 10,2 a 10%.

7 diciembre, 2009

<p>La reticencia compradora del p&uacute;blico caracteriza estas p&aacute;lidas fiestas, mientras Obama sufre una lenta erosi&oacute;n en el consenso popular. Ello explica que la cumbre ambiental danesa no sea prioritaria para Washington ni los legisladores dem&oacute;cratas. Ni siquiera ante el repentino, feroz cabildeo de las petroleras v&iacute;a una andanada de blogs que busca desvirtuar los argumentos ecologistas sobre el efecto invernadero.<br />
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Por cierto, al presidente no le faltan temas mucho m&aacute;s acuciantes. Desde la guerra en Afganist&aacute;n, virtualmente tan perdida como la de Irak, hasta la ampliaci&oacute;n del seguro m&eacute;dico y la reforma financiera. Todo esto crea dudas sobre qu&eacute; podr&aacute; hacer el mandatario en una Copenhague donde puede repetirse el fracaso de Kyoto (1992).<br />
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Algunos de los presuntos culpables ser&aacute;n quiz&aacute; los mismos (Estados Unidos, Gran Breta&ntilde;a, Jap&oacute;n), m&aacute;s China, Brasil, India, etc. La apuesta pol&iacute;tica es clara, pero su desenlace es dudoso porque, ahora, los problemas de Obama no son el &ldquo;lobby&rdquo; antiambiental, sino una opini&oacute;n p&uacute;blica que ha perdido inter&eacute;s en el asunto, como si los huracanes que aceleraron el deterioro de George W.Bush, hubiesen ocurrido en otro pa&iacute;s.<br />
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Para colmo, la misma recesi&oacute;n que cerr&oacute; industrias ha resultado en menor contaminaci&oacute;n, al igual que redujo el menor uso de veh&iacute;culos a nafta o gasoil. Basta una sola encuesta (la de Pew Research, noviembre) para demostrarlo: en dos a&ntilde;os, la cantidad de norteamericanos preocupados por el efecto invernadero baj&oacute; de 77 a 56%. Como si eso fuera poco, otro llamativo brote de tremendismo obra en ese sentido: una lectura torpe del calendario maya anuncia el fin del mundo para 2012. Ya aparecen malos libros y peores pel&iacute;culas sobre algo que ni siquiera es Apocalipsis (la palabra s&oacute;lo significa revelaci&oacute;n).<br />
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No obstante, las inquietudes presidenciales no son fantas&iacute;as y se cifran en las elecciones de medio mandato, noviembre de 2010. Los dem&oacute;cratas se juegan muchas bancas ante republicanos que, en realidad, a&uacute;n carecen de propuestas. Su arsenal se limita a atacar a Obama. Nadie lo dice todav&iacute;a, pero su negritud es tal vez el mejor instrumento de la extrema derecha y los fundamentalismos del &ldquo;cintur&oacute;n b&iacute;blico&rdquo;. Similar sesgo reaccionario surge en Europa occidental contra los musulmanes &ndash;no son blancos, claro- y tambi&eacute;n los negros.<br />
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Al respecto, hay s&iacute;ntomas claros en Francia (veda de burca femeninos), Suiza (proh&iacute;ben minaretes) y, en Italia, insultos a Mario Balotelli, un excelente futbolista nacido en Bari de padres africanos. Esta gama de s&iacute;ntomas no es positiva para la cumbre de Copenhague, pues refleja un creciente aislacionismo blanco o, en el plano ecol&oacute;gico, un &ldquo;apr&egrave;s moi le d&eacute;luge&rdquo;. En cierto sentido, la suerte de Obama esta ligada no a Washington sino a Beijing, Tokio y Brasilia.</p>
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