Obama formalizó su precandidatura para presidente demócrata

Lo hizo en acto masivo, ante el parlamento estadual de Illinois (Springfield), tierra de los Simpson. Pero, especialmente, el lugar desde donde, en 1858, Abraham Lincoln sostuviera: “Una casa dividida no puede mantenerse en pie”.

11 febrero, 2007

El senador Barack Obama exhibe una plataforma de corte liberal –en el sentido anglosajón-, claramente vinculada a las propuestas demócratas anunciadas o presentadas ya en el nuevo congreso. Entre los puntos principales figuran: aumento o recuperación de gastos sociales, inclusive atención a los mayores, reconstitución de impuestos a sectores de altos ingresos –dejando caer rebajas por US$ 2,45 billones otorgadas por George W.Bush para el lapso 2001/12- adhesión al protocolo de Kyoto (efecto invernadero) y retiro ordenado de Irak.

El último tema lo pone en ventaja sobre su poderosa colega y rival. Hillary Rodham Clinton. En efecto, la senadora critica hoy la guerra, pero en 2002 votó la invasión junto a los republicanos y, por eso, su propia plataforma no alude a la retirada. Mientras Obama estaba en Illinois, ella –desde Nuevo Hampshire- declaró haberse equivocado y lo atribuyó a engaños del propio Bush.

En cierto modo, la actitud ambivalente de Rodham Clinton puede tener un efecto no deliberado. Esto es, añadir a otra causal de juicio político al actual presidente y su segundo, Richard Cheney: “haber mentido al congreso”, como sostiene hoy la senadora.

Mientras tanto, Obama puede perfectamente ganar puntos apoyándose en el fiasco iraquí. En una cuestión muy diferente, el casamiento homosexual, ambos comparten un criterio sensato: se oponen a algo que parece más moda europea que necesidad social. Por el contrario, el senador apoya las uniones heterosexuales de hecho, objeto actual de una venenosa campaña desatada por el Vaticano en Italia. Rodham Clinton no ha tocado el asunto, que por cierto no preocupa entre católicos norteamericanos.

El senador Barack Obama exhibe una plataforma de corte liberal –en el sentido anglosajón-, claramente vinculada a las propuestas demócratas anunciadas o presentadas ya en el nuevo congreso. Entre los puntos principales figuran: aumento o recuperación de gastos sociales, inclusive atención a los mayores, reconstitución de impuestos a sectores de altos ingresos –dejando caer rebajas por US$ 2,45 billones otorgadas por George W.Bush para el lapso 2001/12- adhesión al protocolo de Kyoto (efecto invernadero) y retiro ordenado de Irak.

El último tema lo pone en ventaja sobre su poderosa colega y rival. Hillary Rodham Clinton. En efecto, la senadora critica hoy la guerra, pero en 2002 votó la invasión junto a los republicanos y, por eso, su propia plataforma no alude a la retirada. Mientras Obama estaba en Illinois, ella –desde Nuevo Hampshire- declaró haberse equivocado y lo atribuyó a engaños del propio Bush.

En cierto modo, la actitud ambivalente de Rodham Clinton puede tener un efecto no deliberado. Esto es, añadir a otra causal de juicio político al actual presidente y su segundo, Richard Cheney: “haber mentido al congreso”, como sostiene hoy la senadora.

Mientras tanto, Obama puede perfectamente ganar puntos apoyándose en el fiasco iraquí. En una cuestión muy diferente, el casamiento homosexual, ambos comparten un criterio sensato: se oponen a algo que parece más moda europea que necesidad social. Por el contrario, el senador apoya las uniones heterosexuales de hecho, objeto actual de una venenosa campaña desatada por el Vaticano en Italia. Rodham Clinton no ha tocado el asunto, que por cierto no preocupa entre católicos norteamericanos.

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