En lugar de ser un lame duck (un pato rengo) como llaman a un mandatario al final de su mandato cuando pierde prácticamente todo su poder, Obama ha desplegado una acción intensa como si estuviera al inicio de una gestión presidencial.
La visita del Papa, la apertura de relaciones con Cuba, un progresivo alejamiento del Medio Oriente (aunque el caso de Siria y la intervención de Rusia son una piedra en el zapato), pero sobre todo el despliegue realizado en el Pacífico, el nuevo escenario del poder económico global para contener la expansión de otra superpotencia como China, lo ponen en el centro de la escena.
Hace pocas semanas se firmó en Nueva Zelanda el Tratado Transpacífico (acuerdo logrado a finales de octubre pasado en Atlanta), que arma un bloque de naciones que representan 40% del Producto Bruto Interno global (Estados Unidos, Canadá, México, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Chile, Perú, Malasia, Singapur, Vietnam y Brunei).
Quizás en esto Obama también se apunte un éxito. Es vital para Washington. Esta arquitectura económica internacional entronca con las nuevas realidades del siglo 21, el poder se ha desplazado al Pacífico y es necesario rebalancear la política asiática para impedir la hegemonía de Beijing. Este es el objetivo central del TPP (Tratado Transpacífico). Es la joya de la construcción geopolítica para las décadas venideras.
Poco tiempo después, el Presidente presuntamente en retirada, recibió en California -simbólico: en el mismo lugar donde hace dos años se reunió con el Presidente de China- a los líderes de ASEAN (sigla inglesa por la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) una organización regional fundada en 1967, compuesta por 10 países miembros: Malasia, Indonesia, Brunei, Vietnam, Camboya, Laos, Myanmar, y Singapur (Papua Nueva Guinea y Timor Oriental son estados observadores). Una zona habitada por 600 millones de personas con un PIB conjunto de US$ 5.700 billones (como se advierte, hay algunos socios que también están en el Tratado Transpacífico).
Comercio y las pretensiones de China sobre el mar circundante, fueron tema central de las deliberaciones. La clave está en cuál será el actual y el futuro papel de esta región en la política externa de Estados Unidos. El temario estuvo lleno de sustancia.