jueves, 26 de diciembre de 2024

Ninguno se hace responsable de la peor crisis en 75 años

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Henry Paulson (ex titular del Tesoro), Benjamin Bernanke –confirmado por Barack Obama en la Reserva Federal- y los banqueros privados despedidos o aún en funciones no se hacen cargo de tanta inoperancia. Tampoco muchos políticos y analistas.

<p>Un examen objetivo de la crisis sist&eacute;mica y la recesi&oacute;n en occidente indica que los directivos de bancos centrales y privados debieran responder por el colapso de malas hipotecas (2006), la megarrecesi&oacute;n (2007/9) y sus secuelas. En este momento, siguen en sus cargos apenas tres entre diez jefes de entidades privadas en Estados Unidos.<br />
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En Europa occidental tambi&eacute;n cayeron cabezas, como las de Union des Banques Suisses, Fortis, Royal Bank of Scotland, colegas en Irlanda e Islandia, etc. Pero Bernanke, Jean-Claude Trichet (Banco Central Europeo) o Mervyn King (banco de Inglatera) siguen en sus sillones. Ahora la emprenden contra los paquetes de est&iacute;mulos econ&oacute;micos, generados en 2008 para paliar, justamente, los desastres cometidos o permitidos por los bancos centrales.<br />
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Por supuesto, comparados con Kenneth Lay (Enron), Bernard Ebbers (WordCom) o Bermard Madoff, los banqueros centrales o privados, en esta oportunidad, no incurrieron en corrupci&oacute;n lisa y llana. S&oacute;lo han sido inoperantes, pero esa incompetencia colectiva caus&oacute; estragos. Desde el colapso de Bear Stearns o Lehman Brothers hasta los rescates de Citigroup (US$ 45.000 millones), Bank of America (igual suma), Merrill Lynch (lo compr&oacute; BofA, tras depreciarse en US$ 8.000 millones, para no cerrarla) o American International Group (US$ 170.000 millones en fondo p&uacute;blicos).<br />
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Algunos codiciosos estilo BofA, Fortis o RBS pelearon vanamente para sobrevivir intactos. JPMorgan Chase, Barclay&rsquo;s, Banco Santander Central Hispano u otros salieron de aprietos como pudieron y con magulladuras. Hoy, mientras los juristas y los gur&uacute;es del sector privado buscan nuevas reglas de juego, se extinguen los &ldquo;ejecutivos imperiales&rdquo;. Sociedades repletas de sabelotodos, por ejemplo Goldman Sachs o Morgan Stanley, operan como cajas negras para quienes especulan con derivados. Por encima de todo, unos pocos economistas serios desnudan un s&iacute;ntoma inquietante: como antes la bolsa de Londres, Wall Street se contrae y ya no es referencia obligada para el espinel burs&aacute;til mundial.<br />
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