Además de la intermitente guerra civil o la corrupción sistémica en el sector público, con los costos adicionales que representa para las compañías petroleras, ahora surge una forma “politizada” de la piratería endémica en las costas africanas.
La “operación noviembre negro” debió de haber empezado hace dos semanas, según lo prometido por el Movimiento pro emancipación del delta del Níger (MEND, según la sigla en inglés). Un e-mail remitido al consulado norteamericano en Lagos la anunciaba, hace tres semanas, para las 72 horas siguientes.
Tardó algunos días, pero finalmente ocurrió, sólo que el objetivo fue italiano, no anglosajón. Cabe recordar que “delta del Nìger” es una actualización del separatismo ibo, que llevó a la cruenta guerra de Biafra (1957/70) contra los hausa, la etnia islámica septentrional que domina los resortes de gobierno y las fuerzas armadas. La actual guerra civil data de 2003 y enfrenta a los hausa con una alianza ibo-yoruba.
¿Por qué ese correo electrónico no fue tomado muy en serio? Sólo porque el conflicto étnico genera diariamente esa clase de amenazas. A diferencia de 1967/70, esto no es una guerra civil “convencional”. Más bien, se parece a la de Irak, pues intervienen varios beligerantes, gobierno federal inclusive, aunque no haya ocupación extranjera. Pero no se vislumbra, como en la presunta división en tres de la mesopotamia, una salida clara.
Por supuesto, el petróleo es clave en ambos casos. En el aspecto religioso, los hausa son musulmanes sunníes, los yoruba son cristianos protestantes y los ibo practican cultos autóctonos. En Irak el àrabe es dominante, en Nigeria hay tres idiomas fundamentales y una docena de lenguas locales.
Amén de quinto productor petrolero del mundo, en los 900.000 km2 del país se apiñan 130 millones de habitantes, cantidad no igualada en África, aunque Egipto se acerque. El ingreso bruto por persona no pasa de US$ 752 y el producto bruto interno avanzó 6,9% en 2005, gracias al aumento internacional de hidrocarburos.
Sin duda, Nigeria es una potencia petrolera. Sus reservas comprobadas ascienden a 36,2 millones de barriles, medidas en crudos, pero suman 5.150 millones de metros cúbicos en términos de gas natural. La producción (2005) era de 2.430.000 barriles diarios y las ventas externas llegaban a 2.200.000 b/d, lo cual la ubica entre los diez principales exportadores. Por supuesto, esos recursos están en tercio meridional de la república, mayormente en el delta del Níger.
Además de la intermitente guerra civil o la corrupción sistémica en el sector público, con los costos adicionales que representa para las compañías petroleras, ahora surge una forma “politizada” de la piratería endémica en las costas africanas.
La “operación noviembre negro” debió de haber empezado hace dos semanas, según lo prometido por el Movimiento pro emancipación del delta del Níger (MEND, según la sigla en inglés). Un e-mail remitido al consulado norteamericano en Lagos la anunciaba, hace tres semanas, para las 72 horas siguientes.
Tardó algunos días, pero finalmente ocurrió, sólo que el objetivo fue italiano, no anglosajón. Cabe recordar que “delta del Nìger” es una actualización del separatismo ibo, que llevó a la cruenta guerra de Biafra (1957/70) contra los hausa, la etnia islámica septentrional que domina los resortes de gobierno y las fuerzas armadas. La actual guerra civil data de 2003 y enfrenta a los hausa con una alianza ibo-yoruba.
¿Por qué ese correo electrónico no fue tomado muy en serio? Sólo porque el conflicto étnico genera diariamente esa clase de amenazas. A diferencia de 1967/70, esto no es una guerra civil “convencional”. Más bien, se parece a la de Irak, pues intervienen varios beligerantes, gobierno federal inclusive, aunque no haya ocupación extranjera. Pero no se vislumbra, como en la presunta división en tres de la mesopotamia, una salida clara.
Por supuesto, el petróleo es clave en ambos casos. En el aspecto religioso, los hausa son musulmanes sunníes, los yoruba son cristianos protestantes y los ibo practican cultos autóctonos. En Irak el àrabe es dominante, en Nigeria hay tres idiomas fundamentales y una docena de lenguas locales.
Amén de quinto productor petrolero del mundo, en los 900.000 km2 del país se apiñan 130 millones de habitantes, cantidad no igualada en África, aunque Egipto se acerque. El ingreso bruto por persona no pasa de US$ 752 y el producto bruto interno avanzó 6,9% en 2005, gracias al aumento internacional de hidrocarburos.
Sin duda, Nigeria es una potencia petrolera. Sus reservas comprobadas ascienden a 36,2 millones de barriles, medidas en crudos, pero suman 5.150 millones de metros cúbicos en términos de gas natural. La producción (2005) era de 2.430.000 barriles diarios y las ventas externas llegaban a 2.200.000 b/d, lo cual la ubica entre los diez principales exportadores. Por supuesto, esos recursos están en tercio meridional de la república, mayormente en el delta del Níger.