La elección de Modi, en la actualidad primer ministro del estado de Gujarat, es el resultado de un intenso debate, también dentro del partido: el líder de 62 años es conocido partidario de la ideología del “nacionalismo religioso hindú”, defensor de extremistas hindúes, responsables de la violencia y las masacres en la India de ayer y de hoy. En Gujarat hizo poco para detener la orgía de violencia entre hindúes y musulmanes en 2002, que dejaron más de 1.000 muertos, la gran mayoría de ellos musulmanes.
Aunque cinco años atrás esta candidatura habría sido impensable, hoy Narendra Modi es un fuerte candidato a convertirse en el prósimo primer ministro de la India. No se sabe aún si sus cualidades superan sus manchas.
Gran entusiasmo
Pero si Modi aparece como el próximo líder del país, es un reflejo del estado en que se encuentra el partido gobernante. El partido del Congreso está en el poder desde 2004 y hace ya mucho que perdió su vigor. Aquella relumbrante tasa de crecimiento del país se redujo a la mitad, a 5%. Con una urgente necesidad de encontrar nuevos trabajos para 10 millones de indios que se suman a la fuerza de trabajo cada año, ese pobre crecimiento resulta en un terrible costo humano. Es este telón de fondo que hace que el partido gobernante navegue a la deriva y en medio de una peligrosa corrupción. Manmohan Singh, el actual primer ministro con 81 años cumplidos, ya no es más un reformador y termina su mandato como siervo de la familia Gandhi. Rahul Gandhi podría terminar siendo el próximo candidato a primer ministro por el Partido del Congreso, y sin embargo el delfín no parece ni querer el puesto ni estar a la altura de la responsabilidad.
En cuatro de las cinco elecciones estduales anunciadas esta semana el partido del gobierno recibió una paliza. En Delhi apareció un movimiento anti-corrupción. Pero el gran beneficiario de esta pasión por el cambio es Modi. No sólo es el candidato por el partido de centro derecha Bharatiya Janata (BJ, hindú) sino que es la cara pública de su campaña. Brillante orador, atrae multitudes de todo el país con sus 63 años. Mientras los spolíticos indios suelen pagar a la gente para que asistan a sus actos, Modi cobra entrada, lo cual es a la vez una señal del entusiasmo que provoca y una forma de hacer que sus seguidores sientan que pertenecen a un movimiento poderoso. Muchos de los grandes empresarios del país se han enamorado de Modi. Están convencidos de que podrá reanimar la economía y aumentar el crecimiento.
En efecto, tiene muchas condiciones para enamorar: es un hombre de acción, es un outsider en un sistema político plagado de amigotes. Al contrario de lo que ocurre con el mimado Gandhi, bisnieto de Jawaharlal Nehru e hijo de Sonia Gandhi, jefa entre las bambalinas del Partido del Congreso, Modi proviene de una casta baja y un hogar modesto de vendedores de té y debe su éxito a su empuje y su ambición. Además, en un sistema profundamente corrupto, parece bastante limpio.
Fue ministro del estado de Gujarat durante 12 años, donde redujo burocracia, hizo caminos y tendió líneas de comunicación. Los negocios florecieron y las inversiones abundaron. Gujarat representa sólo 5% de la población india, pero produce casi la cuarta parte de sus exportaciones. El PBI del estado casi se triplicó bajo su mandato. La mayoría de los indicadores sociales también mejoraron y la pobreza cayó de más de 40% a 11% en 20 años. Modi habla ahora de replicar el crecimiento de Gujarat, de desarrollo industrial y de mejor infraestructura en todo el país.
Este es el Modi que podría salvar a la Indis y beneficiar a millones de los ssbres más pobres del mundo. Pero también está el Modi que podría partir el país. Hay dos temas serios que pesan sobre su carácter. El primero es su estilo de liderazgo. Es un solitario autocrático a quien no le gusta delegar. El segundo tema se relaciona con el terrible pogrom que ocurrió bajo sus ojos. Ningún tribunal lo ha encontrado culpable de crimen alguno. Sin embargo, nadie cree que no tenga parte de responsabilidad sobre lo que ocurrió, aunque más no sea por descuido. A causa de eso, no puede entrar a Estados Unidos. Nunca mostró arrepentimiento, algo que cae bien con los sectores hinduístas.
Suicidio Político del BJP
La Iglesia Católica y muchas otras organizaciones de la sociedad civil de la India que trabajan por la armonía interreligiosa, la convivencia y el pluralismo, han expresado su decepción. Según Charles Irudayam, Secretario de la Comisión “Justicia y Paz” de la Conferencia Episcopal de la India, entrevistado por la Agencia Fides, “la elección es un suicidio político del BJP”, porque “la mayoría de los ciudadanos indios no respalda el enfoque de confrontación y el comunitarismo defendido por Modi”. “Todos los que apoyan un estado laico, basado en el concepto de ciudadanía, sobre los derechos humanos y la justicia, no lo apoyarán”, señala el sacerdote a Fides. “El BJP ha apostado de nuevo por una agenda nacionalista, que instrumentaliza la religión. Quieren atraer a los jóvenes y todos los sectores hinduistas de la sociedad. Pero creo que, como ocurrió por ejemplo en el estado de Karnataka, esta estrategia no tiene las de ganar”.“Como Iglesia católica – concluye el padre Irudayam – vamos a seguir trabajando por la armonía y por el bien del país, sin sostener a ningún partido político, sino trabajando por la justicia y los derechos de todos, especialmente los más pobres y más desfavorecidos”