Resulta por lo menos irónico que la propuesta de George W.Bush para blanquear residentes ilegales (millones de hispanófonos) y mejorar la legislación migratoria sea lo más racional a mano. Más lo es que haya una oposición bipartidaria, cifrada en intereses parroquiales opuestos a la mano de obra latina.
Pero, en este momento, el mayor peligro es el presidente Sarkozy. Este dirigente de origen magyar –por ende, más francés que los franceses auténticos- aprovechará sus dos amplios triunfos electorales (38 y 46%) para pasar leyes inmigratoria más duras y echar unos 25.000 ilegales por año. La sociedad ha convalidado vía votos la vieja tendencia racista de los burgueses galos.
De hecho, Sarkozy ya presentó a la asamblea nacional dos propuestas. Parece absurdo, pero la argelina Rashidá Datú (ministra de justicia) firmó los proyectos junto con Brice Hortefeux, polémico titular de integración e identidad nacional. Detalle curioso: así se llamaba una oficina creada por Léon Degrelle, cuyo “partido rexista” gobernó Bélgica bajo la ocupación alemana(1940/4).
Luego de felicitar a Sarkozy por el triunfo legislativo, Berlusconi anticipó que –si logra desalojar del poder al tambaleante Romano Prodi- imitará la política francesa en materia de inmigración. En ambos países, ese tipo de medidas extremas reflejan la impotencia de izquierda. En Francia, ha perdido fuerza electoras con vistas a los próximos diez años. En Italia, es un conventillo que no logra unificarse para sostener a su propio gobierno.
Resulta por lo menos irónico que la propuesta de George W.Bush para blanquear residentes ilegales (millones de hispanófonos) y mejorar la legislación migratoria sea lo más racional a mano. Más lo es que haya una oposición bipartidaria, cifrada en intereses parroquiales opuestos a la mano de obra latina.
Pero, en este momento, el mayor peligro es el presidente Sarkozy. Este dirigente de origen magyar –por ende, más francés que los franceses auténticos- aprovechará sus dos amplios triunfos electorales (38 y 46%) para pasar leyes inmigratoria más duras y echar unos 25.000 ilegales por año. La sociedad ha convalidado vía votos la vieja tendencia racista de los burgueses galos.
De hecho, Sarkozy ya presentó a la asamblea nacional dos propuestas. Parece absurdo, pero la argelina Rashidá Datú (ministra de justicia) firmó los proyectos junto con Brice Hortefeux, polémico titular de integración e identidad nacional. Detalle curioso: así se llamaba una oficina creada por Léon Degrelle, cuyo “partido rexista” gobernó Bélgica bajo la ocupación alemana(1940/4).
Luego de felicitar a Sarkozy por el triunfo legislativo, Berlusconi anticipó que –si logra desalojar del poder al tambaleante Romano Prodi- imitará la política francesa en materia de inmigración. En ambos países, ese tipo de medidas extremas reflejan la impotencia de izquierda. En Francia, ha perdido fuerza electoras con vistas a los próximos diez años. En Italia, es un conventillo que no logra unificarse para sostener a su propio gobierno.