Medio Oriente podría reanudar el diálogo

El líder palestino parece preparar el camino de vuelta a la mesa de negociaciones. La ANP demanda la retirada total del Ejército israelí de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este.

23 noviembre, 2000

(EFE).- Tras casi dos meses de enfrentamientos y casi 300 muertos, el líder palestino, Yaser Arafat, parece dispuesto a reanudar el diálogo con los israelíes, pero en una situación de menor debilidad y con sus condiciones.

Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), expresó su disposición a reanudar el diálogo con Israel en una conversación telefónica que mantuvo anoche con la secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, y a la que hoy (jueves 23) se refirieron gobernantes israelíes.

En esa entrevista, Arafat expresó su voluntad de poner fin a la violencia y reanudar el proceso de paz con Israel, interrumpido hace casi dos meses, tras el estallido de la actual intifada (levantamiento popular) palestina.

En los casi dos meses de enfrentamientos, murieron 246 palestinos, según fuentes oficiales de la ANP, así como 33 israelíes, tanto civiles como militares.

Albright, por su parte, transmitió la voluntad de Arafat al primer ministro israelí, Ehud Barak, quien no dio la orden de lanzar una represalia contra los palestinos después del atentado perpetrado ayer, miércoles, con un coche-bomba en la ciudad de Hedera próxima a Tel Aviv, en el que murieron dos civiles judíos.

Pero comentaristas palestinos dijeron que Arafat “actúa en dos niveles: por un lado la lucha y la intifada, tanto con piedras como con armas, y por otra parte en el plano político”.

Ambas vías tienen un solo objetivo: la creación de un Estado palestino independiente en toda Cisjordania y Gaza, con Jerusalén Este como capital, tres territorios que Israel conquistó en la Guerra de los Seis Días.

Para los palestinos, ello significa la retirada total del Ejército israelí de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, y la evacuación de los más de 150.000 colonos judíos que viven en ellos.

Uno de los comentaristas palestinos, Naim Odeh, señaló que, en el plano político, Arafat “busca la presión de los países árabes y del resto de la comunidad internacional sobre Israel, y solicita una fuerza de protección, a fin de volver en segundo término a la mesa de negociaciones con ese país, al que le planteará ´todo o nada´”.<>
Odeh comentó que “la calle palestina apoya a Arafat, y si él decidiera parar la violencia, la gente la interrumpiría mañana mismo, pero el presidente (´rais´, en árabe) de la ANP no puede hacerlo sin obtener antes logros políticos que garanticen un futuro mejor para su pueblo, y la cristalización de sus aspiraciones”.

Según los comentaristas palestinos, “por ello Arafat no puede dar la orden de poner fin a la lucha, a la que él dio luz verde en la primera semana de la actual ´intifada´, que es la guerra de liberación de los palestinos, ya que en ese caso su pueblo se pondría en contra de él y lo calificaría de colaboracionista”.

Muchos palestinos llaman a la actual lucha la “intifada de la liberación”, y están dispuestos a seguir adelante hasta alcanzar un Estado palestino en las fronteras anteriores a la guerra de 1967 –la condición sine qua non de Arafat– o morir.

Esa intifada también constituye un mensaje al laborista Barak –con quien Arafat no alcanzó un tratado definitivo de paz pese a más de un año de negociaciones intensas– en el sentido de que los palestinos no son débiles, sino que también tienen fuerza, y no negociarán en forma indefinida.

Odeh dijo que “Arafat está muy frustrado –casi obsesionado– con Barak, y estos días los palestinos piensan: ´Así, tras seis años de intifada, se alcanzó en 1993 el primer Acuerdo de Oslo con Israel, y su Ejército abandonó el Líbano (en mayo pasado) debido a la resistencia armada del grupo integrista Hizbulá (Partido de Dios)´”.

Actualmente, Arafat parece preparar el camino de vuelta a la mesa de negociaciones y está dispuesto al diálogo, pero ahora la fuerza de los palestinos –a quienes apoya una gran parte de la comunidad internacional– forma parte de la consciencia colectiva de los israelíes.

De todos modos, habrá que ver si será Arafat o Barak quien diga “estoy cansado” o, quien –como dicen en Medio Oriente– parpadee primero para volver a la casi inevitable mesa de negociaciones y eventualmente levantarse de ésta con un tratado definitivo de paz.

(EFE).- Tras casi dos meses de enfrentamientos y casi 300 muertos, el líder palestino, Yaser Arafat, parece dispuesto a reanudar el diálogo con los israelíes, pero en una situación de menor debilidad y con sus condiciones.

Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), expresó su disposición a reanudar el diálogo con Israel en una conversación telefónica que mantuvo anoche con la secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, y a la que hoy (jueves 23) se refirieron gobernantes israelíes.

En esa entrevista, Arafat expresó su voluntad de poner fin a la violencia y reanudar el proceso de paz con Israel, interrumpido hace casi dos meses, tras el estallido de la actual intifada (levantamiento popular) palestina.

En los casi dos meses de enfrentamientos, murieron 246 palestinos, según fuentes oficiales de la ANP, así como 33 israelíes, tanto civiles como militares.

Albright, por su parte, transmitió la voluntad de Arafat al primer ministro israelí, Ehud Barak, quien no dio la orden de lanzar una represalia contra los palestinos después del atentado perpetrado ayer, miércoles, con un coche-bomba en la ciudad de Hedera próxima a Tel Aviv, en el que murieron dos civiles judíos.

Pero comentaristas palestinos dijeron que Arafat “actúa en dos niveles: por un lado la lucha y la intifada, tanto con piedras como con armas, y por otra parte en el plano político”.

Ambas vías tienen un solo objetivo: la creación de un Estado palestino independiente en toda Cisjordania y Gaza, con Jerusalén Este como capital, tres territorios que Israel conquistó en la Guerra de los Seis Días.

Para los palestinos, ello significa la retirada total del Ejército israelí de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, y la evacuación de los más de 150.000 colonos judíos que viven en ellos.

Uno de los comentaristas palestinos, Naim Odeh, señaló que, en el plano político, Arafat “busca la presión de los países árabes y del resto de la comunidad internacional sobre Israel, y solicita una fuerza de protección, a fin de volver en segundo término a la mesa de negociaciones con ese país, al que le planteará ´todo o nada´”.<>
Odeh comentó que “la calle palestina apoya a Arafat, y si él decidiera parar la violencia, la gente la interrumpiría mañana mismo, pero el presidente (´rais´, en árabe) de la ANP no puede hacerlo sin obtener antes logros políticos que garanticen un futuro mejor para su pueblo, y la cristalización de sus aspiraciones”.

Según los comentaristas palestinos, “por ello Arafat no puede dar la orden de poner fin a la lucha, a la que él dio luz verde en la primera semana de la actual ´intifada´, que es la guerra de liberación de los palestinos, ya que en ese caso su pueblo se pondría en contra de él y lo calificaría de colaboracionista”.

Muchos palestinos llaman a la actual lucha la “intifada de la liberación”, y están dispuestos a seguir adelante hasta alcanzar un Estado palestino en las fronteras anteriores a la guerra de 1967 –la condición sine qua non de Arafat– o morir.

Esa intifada también constituye un mensaje al laborista Barak –con quien Arafat no alcanzó un tratado definitivo de paz pese a más de un año de negociaciones intensas– en el sentido de que los palestinos no son débiles, sino que también tienen fuerza, y no negociarán en forma indefinida.

Odeh dijo que “Arafat está muy frustrado –casi obsesionado– con Barak, y estos días los palestinos piensan: ´Así, tras seis años de intifada, se alcanzó en 1993 el primer Acuerdo de Oslo con Israel, y su Ejército abandonó el Líbano (en mayo pasado) debido a la resistencia armada del grupo integrista Hizbulá (Partido de Dios)´”.

Actualmente, Arafat parece preparar el camino de vuelta a la mesa de negociaciones y está dispuesto al diálogo, pero ahora la fuerza de los palestinos –a quienes apoya una gran parte de la comunidad internacional– forma parte de la consciencia colectiva de los israelíes.

De todos modos, habrá que ver si será Arafat o Barak quien diga “estoy cansado” o, quien –como dicen en Medio Oriente– parpadee primero para volver a la casi inevitable mesa de negociaciones y eventualmente levantarse de ésta con un tratado definitivo de paz.

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