<p>El director gerente del Fondo Monetario Internacional, no necesariamente su archiconservadora tecnocracia, insiste en subrayar los riesgos de salidas prematuras o apresuradas, como las recomendadas por sus colegas del Banco Central Europeo (Jean-Claude Trichet), el banco de Inglaterra (Mervyn King) o el Eurogrupo (Jean-Claude Juncker). <br />
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Hablando desde Londres, Strauss-Kahn reiteró que las principales economías han iniciado una recuperación, pero “todavía siguen vulnerables a cimbronazos y políticas erróneas. Por ello, los programas de estímulos fiscales y monetarios no deben suspenderse antes de tiempo”.<br />
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A su criterio, “es demasiado temprano para una salida general. Es preferible el exceso de cautela que los apresuramientos”. Estas palabras debieran ser tenidas en cuenta por el gobierno de Barack Obama, vacilante entre crecientes presiones ortodoxas cifradas en el déficit y un grupo de demócratas y economistas sistémicos, ajenos a Wall Street, en pro de los estímulos. <br />
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Apartándose de Trichet o King, Benjamin Bernanke (Reserva Federal) de pronto descubrió que “la inflación continúa controlada y, durante cierto lapso, las tasas básicas seguirán entre 0 y 0,25% anual”. Todo eso sucedía antes de que dólar, en una muestra de notable volatilidad, subiese a € 0,675 (lunes 23) y cayese a 0,660 (miércoles 25). A la inversa, el euro pasaba de US$ 1,48 a 1,515 y el oro marcaba otro récord (US$ 1.187 la onza). <br />
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Entretanto, los neoclásicos del BCE exageraban el espantajo inflacionario. Lorenzo Smaghi, desde el directorio de la entidad, anunciada “nuevas crisis si no se abandonasen a tiempo los estímulos sistémicos”. Su jefe, Trichet, iba más lejos: “es preciso eliminar riesgos desactivando los estímulos”. El funcionario lo dijo en España, una economía ahogada por el desempleo (17%) y dependiente de subsidios no explícitos desde que ingresó en la Eurozona.</p>
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Más divergencias sobre estímulos y estrategias
Patentes brechas surgen entre quienes deben adoptar decisiones sobre cómo ir saliendo de esos paquetes. En particular, bancos centrales y autoridades de hacienda. Sólo Dominique Strauss-Kahn tiene algunas cosas más o menos claras.