Mal comienzo para una ronda Dohá virtualmente vaciada
La Unión Europea (o sea Peter Mandelson) hizo una propuesta tachada de mera maniobra de propaganda por el bloque latinoamericano, con Argentina a la cabeza. Mal principio para otro intento de la Organización Mundial de Comercio.
<p>Bruselas sugirió reducir 60%, en vez de 45%, sus aranceles aduaneros sobre rubros agrícolas. “Es un avance espectacular”, sostuvo un vocero de Mandelson. “No. En realidad, la UE no hace concesión alguna”, señalaron Brasil y Argentina.</p>
<p>En realidad, como apuntaba Roberto Azevedo, “las cifras esgrimidas por Bruselas resultan de diferencias en montos ya negociadas”. Michel Barnier, ministro francés de agricultura, dejó en el aire al británico. “La UE no hace concesión nueva alguna ni denota cambios de postura. Sólo son ajustes de cálculos”.</p>
<p>Hasta advertirse la maniobra, la propuesta de la UE (no “Europa”, como dice Bruselas, olvidando Rusia y otros once países) entusiasmaba a pocos. Por otra parte, Ginebra atrajo apenas 35 de 75 estados involucrados en Dohá (Qatar, 2001).</p>
<p>Como si la crisis en precios de materias primas –alimentos, hidrocaburos- no existiera, el bloque de potencias aferradas a subsidios (UE, Estados Unidos, Japón) insiste en que el mundo en desarrollo se abra a sus exportaciones con alto valor agregado. Para no hablar de tecnología. En rigor, Mandelson mismo –un maltusiano- borró con el codo lo escrito con mano: “Nuestra oferta queda sujeta a la paulatina reducción de gravámenes sobre productos industriales”.</p>
<p>Aun menos realista que el inglés, la norteamericana Susan Schwab (una burócrata, títere de Robert Zoellick, su ex jefe hoy en el Banco Mundial) exigió a los países en desarrollo “contribuir responsablemente al comercio global”. Otro que miraba para otro lado, Pascal Lamy –adalid de los subsidios, ahora director de la OMC- pidió un principio de acuerdo esta misma semana. Básicamente, subsiste una traba clave: Washington no quiere bajar de US$ 13/16.000 millones sus aranceles, en tanto los países en desarrollo exigen 7.000 millones de techo.<br />
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