La economía mundial entre el miedo y la esperanza. El camino se bifurca. Para unos cuantos analistas, en 2016 se profundizará el deterioro de la economía global observado en 2015. Para otros en cambio, continuará la recuperación del duro golpe que significó la “Gran Recesión” de 2009 y 2009, con una economía que tiende a ser más equilibrada y sustentable.
Pero no hay certezas sobre hacia qué lado se inclinará el fiel de la balanza. Lo que sí es evidente es que hay riesgos importantes.Los temores crecieron hace unas semanas cuando China devaluó su moneda y se vieron indicios de deterioro en su economía interna que podrían llegar a una recesión, como le ocurrió antes a dos de sus socios en BRICS, Rusia y Brasil.
Los capitales están huyendo de los mercados emergentes y volviendo a las economías centrales o a los paraísos fiscales, a la espera de un alza inmediata en las tasas de interés domésticas de Estados Unidos. El precio de los commodities no reacciona tras su derrumbe en los últimos 18 meses.
Christine Lagarde, directora del FMI dijo en la reunión que acaba de terminar en Lima, que lo urgente es que las economías centrales avancen con políticas creíbles que alienten el crecimiento, ya que no deben esperarse de los emergentes en la situación en la que se encuentren.
Acuerdo sobre impuestos globales apunta a las multinacionales. Las grandes corporaciones multinacionales desarrollan desde hace años estrategias –algunas brillantes y exitosas- para pagar menos impuestos. Buena parte de la reciente ola de adquisiciones y fusiones tiene como meta cambiar el domicilio impositivo para favorecerse con entornos impositivos más convenientes.
Con las nuevas reglas que propone la OCDE será imposible dejar de pagar impuestos por valor de US$ 250 mil millones anuales, cifra en la que estima la evasión legal en el actual estado de cosas.
Más de 60 países se han puesto de acuerdo para sostener reglas iguales de aplicación universal. La intención es anular el efecto de los paraísos fiscales, de los agujeros impositivos, y de aumentar la transparencia.
Lo más urgente es impulsar las reformas internas en el campo impositivo para mantener una legislación única y de fácil aplicación.
Pesimismo sobre la economía mundial en el FM. La reunión de temas financieros anual del Fondo, por primera vez en 46 años en América latina, abundó solamente en pronósticos pesimistas. En Lima se anunció descenso en el crecimiento global previsto para este año (será de 3,1%, la tasa más baja desde 2008).
Noticias desalentadoras sobre Estados Unidos y Alemania –dos clásicas locomotoras económicas- en las últimas semanas, se suman al creciente temor por la evolución de los asuntos económicos en China.
Está claro que los riesgos están creciendo, y que no hay respuestas que parezcan indicadas para lidiar con esta situación. Hace falta una nueva receta para alentar y estimular el crecimiento.
Para Estados Unidos hay mucho que se puede hacer en Europa y en Japón para estimular la demanda y avanzar en “reformas estructurales”. Para China, hay que coordinar políticas fiscales y monetarias.
Definitivamente, el foco estuvo puesto sobre China, cuyos delegados se cansaron de brindar tranquilidad y confianza. Pero no lo lograron. Grandes dudas persisten sobre el futuro inmediato de la potencia asiática.
La estrategia petrolera de Arabia Saudita tiene un precio. No hay la menor duda de que los sauditas seguirán con su estrategia petrolera global, que ha reducido el precio del barril de crudo a la mitad en apenas un año. Le reporta ventajas: mantiene o aumenta su participación en el mercado global. Ha hundido la economía de varios competidores extra Opep, pero también la de algunos miembros de la organización.
La gran batalla es contra el shale oil de Estados Unidos (que amenazaba en convertirse en exportador neto). Sin embargo, es en ese campo vital donde no se aprecian ventajas para el diseño de los árabes.
En cambio, como contrapartida, está empezando a pagar un precio. Ha retirado US$ 70 mil millones de reservas colocadas en inversiones financieras por todo el mundo. La razón: equilibrar el presupuesto, afrontar los subsidios internos, y muy especialmente hacer frente a los gastos de la guerra en Yemen.
Sin embargo, para ratificar su inquebrantable voluntad, acaba de anunciar un nuevo plan de inversiones (e incluso la voluntad de reducir el precio del barril a US$ 20 si hiciera falta). Justo en estos momentos en que en todo el mundo, países y grandes corporaciones petroleras han suspendido proyectos y obras por centenares de millones de dólares. Las nuevas inversiones serán en exploración, producción y refinerías.
El resultado de la gran apuesta está pendiente de resolución, pero es, sin duda, una jugada peligrosa para el futuro del reino.