En 2004-8, la proporción de gente pobre fue cediendo de 44 a 33%, según reciente informe de la comisìón económica de la ONU para América latina y el Caribe (Cepal en la anacrónica sigla inglesa), un dato casi ignorado por los medios rioplatenses. Ahora, la región debe prepararse parta contener daños colaterales, mientras las economías centrales orillan la deflación. Así sostiene la misma publicación que, en aquel quinquenio, era llamativamente pesimista sobre estos países.
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<p>“Hasta septiembre, la zona podía esperar eludir lo peor de la crisis en Occidente. Por ejemplo, el producto bruto interno de Brasil crecía 6,8% en el tercer trimestre, sobre un año antes”. Durante el último trimestre, empero, se cayeron las dos bolsas principales, San Pablo y México –en sí, sólo un síntoma especulativo-, temblaron las monedas y asomó la astringencia crediticia. </p>
<p>Todo eso y, además, menos exportaciones y retroceso –o volatilidad- de precios para materias primas claves para el subcontinente. En forma marginal, los latinoamericanos residentes en Estados Unidos remiten menos fonos a los familares que viven en México y Centro y Sudamérica. </p>
<p>Esa constelación de factores indujo a ajustar pronósticos una y otra vez. Todavía en octubre, el Fondo Monetario Internacional estimaba en 3,2% la expansión regional -tomando PBI-, pero en diciembre el Banco Mundial reducía su proyección a 2,1% promedio. Al mismo tiempo, Morgan Stanley –una firma de valores proclive a exagerar respecto de los países latinoamericanos mayores, salvo Colombia- recortó abruptamente de +1,5 a -0,4% la perspectivas 2009 de las siete principales economías. Pocos analistas coinciden. </p>
<p>Dejando esos extremos a un lado, “los promedios regionales –apunta el ‘Economista’- ocultan amplias variaciones. Brasil aún espera crecimiento (4%) el año próximo, lo cual parece demasiado optimista. México, golpeado por sus estrechos lazos con EE.UU,, quizá no logre más de 0,4% anual”. </p>
<p>Dos factores explican el deterioro de escenarios. Uno es la volatilidad en los mercados de materias primas, en parte por temores de que China se estanque, otra presunción difícil de cuantificar. Productos e insumos básicos, desde los crudos venezolanos o los minerales peruanos hasta la soya argentina o el hierro brasileño, representan porciones relevantes en las ventas de esos países. </p>
<p>En Segundo término, el dinero tiene miedo. Muchos banco internacionales cancelan líneas de crédito o las renuevan por plazo más cortos o a tasas mayores. En realidad, buscan achicar pérdidas en sus países de origen, aunque hayan ganado mucho, como en Argentina desde 2001. Esto contagia a los bancos locales y, de paso, dificulta el acceso del sector público al financiamiento. </p>
<p>Algunas economías grandes afrontan el enfriamiento en buena posición fiscal y de pagos externos, en comparación con principios de siglo. Los gobiernos han achicado deuda o la han pasado a sus monedas, por lo cual la inestabilidad cambiaria no eleva automáticamente las dificultades fiscales. A diferencia de algunas economías centrales, varios bancos centrales latinoamericanos subieron interese meses atrás, previendo los efectos de alimentos y combustibles en alza. </p>
<p>En otro plano, algunos países afrontarán bajas en recaudación tributaria. Brasil se ha comprometido a mantener un superávit primario (sin pagos de deuda externa) de 3,8% del PBI, para seguir reduciendo pasivos, el sueño imposible de la Eurozona. Si baja esa cota, puede afectar la capacidad de banco central para continuar disminuyendo la tasa referencial (hoy en un altísimo 13,75% anual) en 2009. En lo tocante a la Argentina, MG predice una contracción de 2,2% en el PBI de año entrante, sin datos que lo respalden. </p>
Latinoamérica tiene que aprestarse a vivir tiempos difíciles
Aun en la visión ortodoxa del Economist, los gobiernos de la región pueden mantener avances sociales, crecimiento económico promedio de 5% anual deflacionado, crédito y exportaciones. Pero necesitarán asistencia del exterior.