Frente al fracaso de su estrategia en materia cambiaria, el gobierno parece dispuesto a buscar alternativas.
Tal vez el objetivo más importante que se persigue con la medida sea recortar la brecha entre el dólar oficial y el dólar paralelo. En particular, luego de los esfuerzos infructuosos que vino llevando a cabo el BCRA en el último mes y medio, al acelerar la tasa de devaluación del peso y asiéndose de la ayuda provista por agencias oficiales que al deprenderse de sus tenencias de bonos en dólares buscaron planchar la cotización de lo que se conoce como dólar “bolsa”, señala Soledad Pérez Duhalde, economista coordinadora de Análisis Macroeconómico de abeceb.com
Una vez especificadas las condiciones bajo las que se podrán adquirir nuevamente divisas para atesoramiento, es posible estimar el impacto sobre la fuga de divisas.
Aún en un escenario en el que todas las personas habilitadas compraran todos los dólares que le son permitidos, la salida de capitales no llegaría a la registrada antes de la instalación del cepo.
Sin embargo, habrá que seguir atentos a la evolución de la brecha cambiaria y de la salida de divisas por las vías permitidas.
En la última semana el gobierno dio un golpe de timón en su estrategia cambiaria, abandonando el esquema de depreciación gradual e impulsando una brusca devaluación del peso, que fue acompañada con una liberación parcial del cepo cambiario.
Luego de permitir una escalada del dólar de 16,3% en dos días (+22,3% en lo que va del año), el nuevo equipo económico anunció que volverá a permitirse la compra de divisas para el atesoramiento a personas físicas, retrotrayendo el cepo cambiario a condiciones similares a las prevalecientes con anterioridad a julio de 2013, cuando por disposición del BCRA la única ventanilla que quedó abierta fue la del turismo. En base a los datos que provee la Encuesta Permanente de Hogares, se estima que cerca de 25% del conjunto de asalariados formales, monotributistas y autónomos cuentan con ingresos declarados superiores al límite de $7.200 mensuales que la AFIP establece como requisito mínimo para poder acceder a la compra de divisas para atesoramiento.
Según la misma encuesta, la masa de ingresos de este grupo (indexados con un supuesto genérico de aumento salarial del 15% entre el segundo trimestre de 2013 y hoy) equivale a unos $14.500 millones, que al tipo de cambio hoy vigente y considerando que el ente recaudador autorizará compras por un 20% de los ingresos declarados, equivale a unos US$360 millones por mes. Anualizada, la cifra trepa a US$4.320 millones. Este monto, si bien significativo, es considerablemente menor al flujo de salida de dólares bajo el concepto de formación de activos externos que se registró durante 2011, cuando el cepo todavía no existía, que equivalió a US$21.504 millones.
También cae por debajo del monto anualizado de US$8.376 millones que se fugaron entre enero y mayo de 2012, cuando el cepo ya se encontraba en vigencia pero aun se permitían algunas compras con fines de atesoramiento a asalariados y monotributistas. Frente al cierre del grifo a mediados de 2012, el turismo pasó a convertirse en uno de los principales canales de dolarización para personas físicas.
Si bien no se cuenta con datos cerrados para 2013, se estima que el déficit del sector -que incluye gastos vacacionales, extracciones en concepto de adelantos con tarjetas de crédito y compras por internet- habría ascendido a unos US$7.000 millones.
Con la elevación de la percepción en concepto de adelanto de ganancias de 20% a 35% nuestro escenario base contemplaba una caída del déficit de 40% para este año, dado que buena parte de este déficit se explica por el adelantamiento de gastos que tuvo lugar frente a la percepción de la inminencia de medidas orientadas a desalentar este tipo de consumos.
La devaluación de la última semana y la apertura –aunque en cuentagotas- del cepo quitarán presión adicional sobre el sector.