Por más que Antonio Calo, de la UOM, y José Rodríguez, de
SMATA, comulguen con el gobierno de Cristina Kirchner, y en particular con el
jefe de Gabinete, Alberto Fernández, la presión que reciben de las
comisiones internas del sector, alentadas por el intenso trabajo en las terminales
de vehículos y sus proveedores autopartistas, los obliga a ponerse al frente
de una demanda que excede largamente los arreglos impulsados por la CGT, y en
particular por su secretario general, Hugo Moyano.
Se notó en las fábricas un ritmo inusual de tareas para los meses
de verano, al parecer porque muchas adelantaron sus planes de producción
ante la perspectiva de restricciones energéticas para el invierno.
Por ejemplo, en enero, el indicador industrial subió 0,5 % respecto
de diciembre, un fenómeno raro porque en el primer mes del año
suelen darse las vacaciones y realizar mantenimiento. La tasa anual fue de 12,6
%.
Incluyendo febrero en el análisis, la suba alcanzó el 9 %, gracias
a la industria automotriz, que mejoró 42,4 %, y la del aluminio, que
lo hizo 41,3 %.
Otro dato que reafirma el anticipo de programas invernales fue la utilización
de la capacidad instalada, que se ubica 3,1 % encima del año pasado,
con el 72,7 %.
El asedio gremial a las plantas automotrices derivó en medidas de fuerza,
por lo que los directivos advirtieron al gobierno que, en caso de ceder, los
aumentos salariales irán a parar al precio de los 0 kilómetro.
La Unión Industrial Argentina sigue con ascendente preocupación
la marcha de la economía y, por diversos conductos, ha desparramado que
la inflación encubierta y los convenios laborales han reducido la rentabilidad
a valores tan bajos, que no resisten más incrementos en los costos, como
por ejemplo, otro retoque salarial para este año.
Acumulación
El modelo de acumulación en curso depende de que los salarios y demás
costos internos se afronten en pesos débiles, mientras se generan las
ventas en moneda dura. Junto con el superávit fiscal, son los dos pilares
de la economía en crecimiento.
Otra vez apuntaron al tipo de cambio, que ya no consideran recontraalto, ni
siquiera alto, por la erosión de los precios internos.
La presencia en la Casa Rosada del líder de Techint, Paolo Rocca, no
se limitó a tratar la reestatización de su planta Sidor, en Venezuela,
sino que habría servido para repasar algunos temas de la economía
que inquietan al holding siderúrgico más importante del país.
Además de los productores agropecuarios y de las agroindustrias, dependen
del tipo de cambio elevado empresas exportadoras, como la propia Techint, e
YPF, ahora con socios argentinos amigos del matrimonio presidencial en el negocio.
Las restricciones fiscales y financieras que empezó a prever el ministro
de Economía, Martín Lousteau, empezaron a jugar en contra del
mantenimiento de la política cambiaria actual, ya que sostener el dólar
implica una constante expansión monetaria que ya anda por el 36,4 % anual,
tasa que coincide con la inflación real que calculan economistas privados.
El titular del Palacio de Hacienda se propone refinanciar por lo menos 5.100
millones de dólares de los vencimientos de la deuda, que este año
nada más suman 11.200 millones, además de 4.200 millones de intereses.
Sin embargo, el ex presidente Néstor Kirchner no quiere aflojar la inyección
de liquidez y la paralela compra de reservas, por más que las agujas
de los precios hayan entrado en una zona de riesgo por la tendencia a tornarse
espiral.
Los industriales plantean un reacomodamiento de la paridad cambiaria que deje
a cubierto al sector de competencia externa. En este momento, las importaciones
triplican en crecimiento a las exportaciones, y los efectos empiezan a notarse
en el cuadrante fabril, porque cae la fabricación nacional de fibras
sintéticas, química básica, papel y cartón y gases
industriales.
Uno de los rubros que se prevé más activo en materia de importaciones
es el energético, aunque en los primeros meses del año los bienes
de capital fueron los que mejor anduvieron, lo mismo que sus piezas y accesorios.
La industria automotriz se destacó como la mayor compradora en el exterior,
como consecuencia del régimen arancelario especial que rige con Brasil.
La inflación no registrada impacta sobre el valor agregado, con lo cual
genera una mayor actividad económica y mejor superávit fiscal,
fundamentalmente gracias a que los pagos del Estado (o sea los gastos) se devengan
en paralelo con una recaudación que se concilia mes tras mes.
Pero el efecto no pasa de ser estadístico, e incita a los gremios fabriles
a presionar por un pedazo más de la torta redistributiva.
Por más que Antonio Calo, de la UOM, y José Rodríguez, de
SMATA, comulguen con el gobierno de Cristina Kirchner, y en particular con el
jefe de Gabinete, Alberto Fernández, la presión que reciben de las
comisiones internas del sector, alentadas por el intenso trabajo en las terminales
de vehículos y sus proveedores autopartistas, los obliga a ponerse al frente
de una demanda que excede largamente los arreglos impulsados por la CGT, y en
particular por su secretario general, Hugo Moyano.
Se notó en las fábricas un ritmo inusual de tareas para los meses
de verano, al parecer porque muchas adelantaron sus planes de producción
ante la perspectiva de restricciones energéticas para el invierno.
Por ejemplo, en enero, el indicador industrial subió 0,5 % respecto
de diciembre, un fenómeno raro porque en el primer mes del año
suelen darse las vacaciones y realizar mantenimiento. La tasa anual fue de 12,6
%.
Incluyendo febrero en el análisis, la suba alcanzó el 9 %, gracias
a la industria automotriz, que mejoró 42,4 %, y la del aluminio, que
lo hizo 41,3 %.
Otro dato que reafirma el anticipo de programas invernales fue la utilización
de la capacidad instalada, que se ubica 3,1 % encima del año pasado,
con el 72,7 %.
El asedio gremial a las plantas automotrices derivó en medidas de fuerza,
por lo que los directivos advirtieron al gobierno que, en caso de ceder, los
aumentos salariales irán a parar al precio de los 0 kilómetro.
La Unión Industrial Argentina sigue con ascendente preocupación
la marcha de la economía y, por diversos conductos, ha desparramado que
la inflación encubierta y los convenios laborales han reducido la rentabilidad
a valores tan bajos, que no resisten más incrementos en los costos, como
por ejemplo, otro retoque salarial para este año.
Acumulación
El modelo de acumulación en curso depende de que los salarios y demás
costos internos se afronten en pesos débiles, mientras se generan las
ventas en moneda dura. Junto con el superávit fiscal, son los dos pilares
de la economía en crecimiento.
Otra vez apuntaron al tipo de cambio, que ya no consideran recontraalto, ni
siquiera alto, por la erosión de los precios internos.
La presencia en la Casa Rosada del líder de Techint, Paolo Rocca, no
se limitó a tratar la reestatización de su planta Sidor, en Venezuela,
sino que habría servido para repasar algunos temas de la economía
que inquietan al holding siderúrgico más importante del país.
Además de los productores agropecuarios y de las agroindustrias, dependen
del tipo de cambio elevado empresas exportadoras, como la propia Techint, e
YPF, ahora con socios argentinos amigos del matrimonio presidencial en el negocio.
Las restricciones fiscales y financieras que empezó a prever el ministro
de Economía, Martín Lousteau, empezaron a jugar en contra del
mantenimiento de la política cambiaria actual, ya que sostener el dólar
implica una constante expansión monetaria que ya anda por el 36,4 % anual,
tasa que coincide con la inflación real que calculan economistas privados.
El titular del Palacio de Hacienda se propone refinanciar por lo menos 5.100
millones de dólares de los vencimientos de la deuda, que este año
nada más suman 11.200 millones, además de 4.200 millones de intereses.
Sin embargo, el ex presidente Néstor Kirchner no quiere aflojar la inyección
de liquidez y la paralela compra de reservas, por más que las agujas
de los precios hayan entrado en una zona de riesgo por la tendencia a tornarse
espiral.
Los industriales plantean un reacomodamiento de la paridad cambiaria que deje
a cubierto al sector de competencia externa. En este momento, las importaciones
triplican en crecimiento a las exportaciones, y los efectos empiezan a notarse
en el cuadrante fabril, porque cae la fabricación nacional de fibras
sintéticas, química básica, papel y cartón y gases
industriales.
Uno de los rubros que se prevé más activo en materia de importaciones
es el energético, aunque en los primeros meses del año los bienes
de capital fueron los que mejor anduvieron, lo mismo que sus piezas y accesorios.
La industria automotriz se destacó como la mayor compradora en el exterior,
como consecuencia del régimen arancelario especial que rige con Brasil.
La inflación no registrada impacta sobre el valor agregado, con lo cual
genera una mayor actividad económica y mejor superávit fiscal,
fundamentalmente gracias a que los pagos del Estado (o sea los gastos) se devengan
en paralelo con una recaudación que se concilia mes tras mes.
Pero el efecto no pasa de ser estadístico, e incita a los gremios fabriles
a presionar por un pedazo más de la torta redistributiva.