El cambio climático está siendo cada vez más reconocido por los gobiernos, las empresas, las organizaciones y, por sobre todo, por los habitantes del planeta. Ya es una realidad los efectos adversos que está causando en la sociedad.
Vemos diariamente en los medios de comunicación noticias sobre sus consecuencias y cómo los Gobiernos, a través de distintas organizaciones y mecanismos, intentan mitigarlo.
A su vez, la mejora en la calidad de vida de las poblaciones hace que necesitemos más energía para las actividades que desarrollamos en el trabajo, en el ocio, en el hogar, etc., y es su consumo un indicador del progreso de las naciones. Esta necesidad fue cubierta por los países según variados intereses y recursos disponibles. Así, en los últimos cien años, fueron configurándose las diferentes matrices energéticas.
Hoy tenemos países con uso intensivo de recursos naturales y otros comenzando, en los últimos años, a incorporar energías alternativas. La necesidad de más energías de este tipo nos lleva a intensificar la innovación y aplicación de las mismas.
La combinación de mayor demanda energética, de cambio climático, de necesidad de cuidado del ambiente y de recursos naturales finitos hizo que comencemos a incorporar energías alternativas en las matrices energéticas.
Comienza así la revolución de las energías renovables, que con los avances tecnológicos hacen que su uso sea cada vez más eficiente. La energía alternativa versus la energía producida con fósiles ha generado en los últimos años opiniones controvertidas, pero no hay duda de que el cambio hacia nuevas energías más duraderas ha llegado. Ya son una realidad que crece día a día y su uso se extiende por todo el mundo, y en muchos países son ya una fuente de generación y producción de energía importante en la matriz energética.
La energía renovable es la energía que obtenemos de fuentes naturales como el sol, el viento, las mareas, los ríos, la biomasa y el calor. Se denomina energía eólica a la proveniente del viento, geotérmica a la proveniente del calor de la tierra, hidroeléctrica a la de los ríos y corrientes de agua, mareomotriz a la de los mares y océanos, solar a la proveniente del sol, undimotriz a la de las olas, biomasa a la de la materia orgánica, y biocombustibles a la proveniente de biomasa. Estas energías son capaces de reemplazar paulatinamente las producidas por recursos finitos (como los hidrocarburos), para mitigar el efecto invernadero y actuar sobre el cambio climático
En la última década se ha incrementado exponencialmente la cantidad de proyectos de energías renovables instalados y en funcionamiento, tanto en grandes parques solares, eólicos, híbridos, biomasa, etc., así como en pequeñas instalaciones domiciliarias. Estas últimas crecen todos los días por su facilidad de instalación y por sus resultados inmediatos, siendo una apuesta a futuro, junto con las innovaciones tecnológicas, para lograr un verdadero cambio hacia la transformación energética.
Algo destacable es que las energías renovables son accesibles para cubrir las necesidades energéticas, tanto para las ciudades desarrolladas como para aquellas poblaciones con carencia de cubrir necesidades básicas y lejanas de la distribución instalada proveniente de las grandes generadoras de electricidad. También podríamos destacar que cuando se extienda el uso de estas fuentes renovables se necesitarán profesionales y técnicos para su diseño, instalación y mantenimiento, lo cual creará una nueva fuente de trabajo que podría emplear a muchas personas.
¿Qué sucede en la Argentina?
La Ley 27.191 (denominada: “Régimen de Fomento Nacional para el uso de Fuentes Renovables de Energía destinada a la Producción de Energía Eléctrica”) tiene objetivos planteados muy buenos y lo más importante es que hemos iniciado el proceso de incorporación de las energías renovables con una ley nuestra y actual. Es este un paso clave para comenzar el proceso de cambio hacia un futuro con energías más limpias. Si bien la realidad muestra que aún no la hemos cumplido en su totalidad (8% de renovables para fines 2017 y 20% para 2025 en forma gradual), hemos iniciado en Argentina un camino hacia el crecimiento en estas fuentes de energía.
Los gobiernos de la última década han trabajado bastante para aumentar el porcentaje de renovables en Argentina, y muchas provincias han dictado sus propias leyes impulsando energía solar y eólica según los recursos naturales locales.
Por el momento, los proyectos en general provienen de grandes empresas, pero ya comienzan a participar otras pequeñas y medianas en el abastecimiento de productos y servicios, lo cual genera trabajo local.
En un futuro cercano, se verá la expansión de empresas locales, pues comenzarán las inversiones privadas y las regulaciones para mejorar el uso de energías renovables como políticas de Estado. Así el negocio ya no será solo como participación de licitaciones públicas, sino como parte de una mejora en la eficiencia del uso del consumo de energía.
En este sentido, los gobiernos deberán generar incentivos para pymes y consumidores finales. Aún son incipientes las instalaciones en casas y los medidores bidireccionales.
Será necesario también preparar a nuestro sistema eléctrico para un futuro donde gran parte de los usuarios finales y comercios instalen energías renovables. La red de distribución eléctrica deberá asumir la responsabilidad, junto con generadores y usuarios, de realizar las modificaciones para adaptarse a la energía reactiva que poseen las renovables.
Otras medidas indispensables
Hace falta la unión e integración de los diferentes jugadores para certificar reales acciones contra el cambio climático. La transición hacia las energías renovables es el camino correcto, pero no suficiente a la hora de reducir emisiones gases efecto invernadero que permitan llegar al objetivo acordado en la COP 21 París 2015. Para esto se necesitaría impulsar y fomentar la certificación de bonos de carbono que sean comprados o financiados por los grandes emisores del planeta (industria petrolera y de transporte). También sería un paso a la transición hacia nuevas energías que los grandes emisores continúen incorporando energía producida desde fuentes renovables. Hay ejemplos de empresas en muchos países que son visionarias y que incorporan un desarrollo sustentable en su misión. Podemos citar uno de tantos ejemplos en nuestro país: Natura Cosméticos realizo la adquisición de 70 mil bonos del mercado voluntario de carbono correspondientes al Parque Eólico Rawson de Genneia, el mayor de los primeros de la Argentina. La operación le permitió a Natura certificar una reducción de 70.000 toneladas de C02 y compensar así las emisiones generadas en el país en el período 2013-2016, como parte de su programa de carbono neutro lanzado en 2007. Esta acción cobró especial relevancia por ser no solo una operación de compraventa de bonos entre empresas privadas pionera en el país, sino también el primer proyecto argentino de energía eólica registrado y comercializado en el mercado voluntario de bonos. Natura también ha apoyado proyectos energéticos y forestales de bonos de carbono en la región amazónica; principalmente en Brasil, y en Colombia y Perú. Bajo el programa Carbono Neutro, la empresa asumió el desafío de medir los impactos de toda su cadena de producción y promover una reducción continua de la emisión de gases de efecto invernadero a través de compromisos públicos.
En empresas donde las emisiones no puedan ser evitadas se podrían neutralizar apoyando proyectos de generación renovables y además podrían tener un fuerte perfil innovador e impacto positivo en comunidades locales.
El concepto de desarrollo sustentable surge en los últimos años y crea una conciencia en las empresas, los Gobiernos y los usuarios para convivir en una sociedad con mejor calidad de vida incorporando entre otras cosas el uso y la generación de energías limpias. La utilización de fuentes de energía renovables puede así también avanzar como una alternativa de desarrollo local y domiciliario evitando la construcción de grandes instalaciones de generación y distribución eléctrica. El camino en nuestro país ha comenzado a ser de una transformación energética hacia las renovables que ya no tiene retroceso; es un camino hacia el desarrollo sustentable.
(*) Profesor del IAE Business School.