En la abstracción analítica de considerar a 2019 como si no fuera año electoral, el exceso de oferta de dólares que se aprecia en el arranque del año podría prevalecer en el resto de los trimestres.
Al mismo tiempo, el consumo podría recuperarse gradualmente con negociaciones que permitan que los salarios superen en dos o tres puntos porcentuales a la inflación del período.
Sin embargo, la historia reciente de la Argentina muestra que existe impacto en las variables económicas en cada año de elecciones presidenciales, y que este fenómeno se canaliza a través de la fuga de capitales, recuerda el último informe del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de la Fundación Mediterránea, presidida por Pía Astori.
Existen diversas combinaciones a través de las cuales el escenario político podría no constituir un lastre para la marcha de la economía, particularmente si se avanzara hacia acuerdos de gobernabilidad. Mientras tanto, la actual administración podría fortalecer instrumentos destinados a moderar la volatilidad en este año electoral.
En 2018 la balanza comercial argentina registró un déficit de US$ 3.800 millones, recortando en 4.000 millones el rojo de 2017. Las exportaciones totales sumaron US$ 61.620 millones en el año, un 5,1% por encima de 2017, pese a una caída de 5,4% anual en las ventas de productos primarios producto de la sequía.
Las importaciones acumularon un total de US$ 65.443 millones, un 2,2% menos que en 2017, con una caída de 17,9% anual en la compra de bienes de capital. El saldo energético acumuló en 2018 un déficit de US$ 2.339 mil millones, un 27,9% inferior al rojo de 2017.