<p>Esas intenciones y otras (por ejemplo, un banco central reducido a oficina recaudadora) figuran junto con una grotesca reforma electoral. Este tipo de delirios inquieta desde hace años a Bruselas. Amén de continuas marchas callejeras contra el jefe de gabinete y sus acólitos, la mera idea lanzada por Orbán contiene anacronismos tales como “retornar a los límites fundacionales”. Vale decir, a la monarquía de Esteban (997-1038), vasalla no del Imperio Germánico sino de la Santa Sede, hoy regentada por un bávaro.<br />
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Esa Hungría abarcaba las actuales Eslovaquia, Eslovenia, Croacia y Transilvania. Sea como fuere, Budapest estrenará constitución el 2 de enero, votada por un parlamento controlado por una mayoría ultranacionalista (60%). Entre los excesos del texto, una cláusula somete todos los medios de comunicación a estricta vigilancia. En febrero, la última emisora libre, Club Rádió, será clausurada.<br />
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Por otra parte, la selección de jueces y fiscales será resorte del poder ejecutivo. Hasta los consejos escolares serán integrados con los mismos criterios corporativistas. Hungría misma dejará de llamarse “república” y pasará a ser “nación magyar”. Como señalan diarios de Viena, Praga o Zagreb, el pequeño país (93.000 km2, 11.500.000 habitantes) ya muestra notable retraso en lo tocante a banca, finanzas y leyes laborales. Sólo prospera la enseñanza religiosa.<br />
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Naturalmente, Orbán desdeña a la Unión Europea y sostiene que, en realidad, su tierra ya estuvo a la cabeza de una confederación cristiana en el siglo X. Pero la historia no convalida esas reivindicaciones: Carlos I Roberto (1308/42) inició una dinastía francesa, Anjou. Un siglo después, Segismundo de Luxemburgo perdía Hungría a manos del Imperio Otomano. Recién en el siglo XVII, el reino reaparece en el mapa, aunque como parte de la monarquía de los Habsburgo. Por ende ¿qué modelo elegirá Orbán?</p>
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La nueva vieja Hungría, pesadilla centroeuropea
Aparte de otros países con fuertes minorías derechistas, la Unión Europea afronta un régimen que reescribe su propia historia. En el poder desde 2010, el primer ministro Viktor Orbán quiere una gran Hungría y ver entre rejas a sus antecesores.