¿La magnitud del “ajuste” y quién debe afrontarlo?

La meta es explicar por qué la economía de Argentina actualmente no necesita un importante ajuste en sus niveles de gasto agregado aunque sí requiere, y de forma urgente, una mejora en las cuentas del sector público.

13 diciembre, 2022

El desequilibrio de gasto de una economía se mide por el déficit de Cuenta Corriente, que se estima en un nivel acotado para 2022, del orden de 0,3 % del PIB, según el documento del IERAL de la Fundación Mediterránea.

Este guarismo, por un lado, muestra el escaso financiamiento que tiene nuestro país por parte del resto del mundo. Por otra parte, implica que el desequilibrio de gastos ha bajado fuertemente en los últimos años, desde un déficit de cuenta corriente de casi el 5% del PBI.

El relativamente bajo nivel de desequilibrio de gasto agregado que tiene la economía argentina es el resultado de un superávit del sector privado que compensa el rojo del sector público. Esta compensación no es la primera vez que sucede. Una situación similar, aunque con mayores déficits de cuenta corriente, también ocurrió en 1975, 1981, 1987 y 2017.

El hecho que el sector privado presente un elevado superávit de sus cuentas es una clara muestra de los altos niveles de incertidumbre que tiene y se traduce en limitados niveles de inversión y consumo, conjugados con un elevado ahorro relativo.

Por el elevado grado de incertidumbre actual, el superávit privado que se registra en el presente supera ampliamente al promedio de los años 1975, 1981, 1987, 1994, 1998 y 2017. La recesión en una economía se produce cuando cae el nivel agregado de gasto.

¿Cuál es la clave para que una reducción del déficit de las cuentas públicas no genere una baja en el gasto total de la economía y una recesión?: que la disminución del gasto del gobierno sea compensada por un mayor gasto del sector privado, por más inversión y consumo y menos ahorro.

Ejemplos históricos de un ajuste que no fue recesivo se encuentran con el lanzamiento de planes de estabilización, caso del Austral (mitad de 1985) y de la Convertibilidad (segundo trimestre de 1991. La consistencia, credibilidad y apoyo del plan que se lleve adelante es la clave que permite reducir la incertidumbre y esto es lo que logra expandir el gasto privado (inversión y consumo – baja del ahorro), compensando el menor gasto público y evitando que la economía se contraiga por el ajuste de las cuentas fiscales.

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