Las Leliqs son un problema derivado del déficit fiscal financiado con emisión monetaria, advierte el IERAL de la Fundación Mediterránea . De allí que un eventual alivio en la carga de intereses de los pasivos del Central no debería verse como un sustituto del ajuste fiscal.
No es la dinámica de las Leliq a lo largo de 2023 la que explica la aceleración inflacionaria. Son otros los factores que la determinan: a) la falta de financiamiento genuino del déficit fiscal, cubierto por emisión directa e indirecta del Banco Central; b) la sostenida caída de la demanda de dinero (aumento de la velocidad de circulación), que achica la base imponible del “impuesto inflacionario”.
En caso de sostenerse la devolución de IVA a consumidores y la reducción a la mínima expresión de lo colectado por el impuesto a las Ganancias que recae sobre las personas físicas, se daría una merma de recaudación de poco más de 2 puntos del PIB en 2024. Se trata de recursos coparticipables, por lo que el impacto sería equivalente a guarismos que van entre 3,0 y 5,5 % del gasto primario de la mayoría de las provincias.
La deuda comercial por importaciones impagas creció casi US$ 15.600 millones en lo que va del año, incluyendo los US$ 3.000 millones que se estiman para octubre, récord para un solo mes. Desde principios de 2022 el incremento del monto de importaciones impagas llega a US$ 23.400 millones.
La posibilidad de liquidar el 50% de las exportaciones en el CCL (se estima unos US$ 150 millones/diarios), el alejamiento del escenario de dolarización y, de manera marginal, el “factor LEDIV” explicarían la presión bajista del dólar libre en los últimos días: el CCL se desplomó un 26 % desde el máximo de $1.110 por dólar hasta los $820.
La prioridad de la actual administración en el ciclo de salida ha sido intentar disimular problemas a través de una brecha cambiaria descendente, con instrumentos como la mezcla de dólares de exportación y los arbitrajes a favor de las LEDIV, pero al costo de mayor torniquete a las importaciones.
El desabastecimiento es alarmante, con consecuencias que pueden ser irreversibles en el plano de la salud, y parálisis en cada vez más plantas industriales. Tras más de una década de estanflación, el gobierno saliente se despide con dosis reforzadas de la misma receta, que empuja los precios para arriba y la actividad para abajo.
La balanza comercial podría alcanzar en 2024 un saldo positivo de 25,0 mil millones de dólares, que derivaría en un superávit de cuenta corriente del orden de los 9,0 mil millones de dólares, dado el saldo negativo esperado de los servicios reales y de la cuenta de intereses y dividendos.
Suponiendo un flujo modesto de entrada de capitales el año próximo, las reservas del Banco Central podrían recomponerse en unos 12,0 mil millones de dólares. Seguiría la “sábana corta”, complicando la solución rápida para los problemas de stock del sector externo (deuda de importaciones, remisión de dividendos).
Los contratos de futuro del ROFEX para fin de año se pactan a 767 pesos por dólar, una referencia que implicaría un salto de 30 % en un mes para el “blend” de exportación y del 113 % para el cada vez más “virtual” dólar de importaciones (se descuenta que la brecha entre dólar de exportación e importación se eliminará a partir del 10 de diciembre).
Aunque haya mercado cambiario desdoblado a partir del 11 de diciembre, no existen instrumentos para fijar el tipo de cambio oficial en alguna paridad que pueda cumplir el rol de ancla. Inicialmente, el test para el régimen cambiario adoptado será su capacidad de lograr una secuencia prolongada de saldos netos favorables al Banco Central en las operaciones de compra-venta. Así, el nivel del tipo de cambio oficial se estaría moviendo día a día en función de ese objetivo. Las expectativas de inflación no podrán ser ancladas por la vía cambiaria, lo que refuerza la importancia de la política fiscal y de las pautas que se definan para la evolución del gasto público.