La elección de Ratzinger como papa suscitó diversas reacciones

Con una celeridad que genera resquemores, ya en el segundo día, el cónclave nombró sumo pontífice al decano del colegio cardenalicio. Ha tomando el nombre de Benedicto XVI (Benito en castellano moderno) y es el séptimo papa alemán.

20 abril, 2005

Quizá sea ésta la elección más veloz y controvertida en muchos años. En adelante gobernará la Iglesia Católica Apostólica Romana una figura caracterizada por la intransigencia y el excesivo centralismo, dos defectos de su antecesor Juan Pablo II, de quien fuera mentor teológico.

Buena parte de los 1.100 millones de católicos en el mundo (¨sólo 20% es practicante) se preguntan por qué los cardenales optaron por una personalidad más rígida y mucho menos carismática que Karol Wojtyla. Quizá porque éste y el propio Ratzinger habían armado un colegio a su medida, con escasas voces divergentes. En verdad, antes de empezar el breve cónclave, el bávaro pronunció una homilía más próxima al concilio de Trento (1545/62) que al Vaticano II.

Con 78 años, Ratzinger es el ducentésimo sexagésimo quinto pontífice romano y ha adoptado el nombre de Benedicto o Benito XVI. Hasta horas antes, muchos expertos vaticanos sostenían que el teólogo alemán, jefe de la congregación de la doctrina y la fe (ex Santo Oficio, o sea Inquisición), era demasiado divisivo y viejo para ser papa. Ahora, creen que encarnará una transición no muy larga, mientras se dirime el futuro real de la iglesia. El reinado de Juan Pablo II fue tercero de la historia por duración (26 años).

“Me sorprendió mucho, por dos razones. Una es la edad. La segunda, que corre peligro de polarizar tendencias y generar divisiones. Calro, los cardinales no lo vieron así”. Así opina Lawrence Cunningham, profesor de teología en la universidad de Nôtre Dame, Indiana. A diferencia de otros pontífices, Ratzinger manejaba la cúpula jerárquica y, desde la muerte del anterior papa, virtualmente controlaba el Vaticano. Al punto que, por única vez en siglos, no se cumple el dicho “quien entra al cónclave papa sale cardenal”.

Para observadores franceses y latinoamericanos, fue casi un golpe interno, en aras de no mostrar divisiones vía un voto rápido. En España, se especula con un tema local: Opus Dei, que no tenía buenas relaciones con el alemán. “Decepcionante”, sostuvieron jerarcas germanos. “Como cristiano –señaló el teólogo renovador brasileño Leonardo Boff-, aceptó la decisión, pero habrá dificultades para mar este papa, por sus posuras sobre la iglesia y el mundo. Seguirá el invierno”.

Su colega suizo Hans Küng fue más duro: “Los cardenales desilusionaron. Ratzinger es la peor solución y representa un paradigma medieval, contarreformador y antiomoderno”. Por el contrario, los rabinos ultraortodoxos aplauden esta elección, porque el papa, como su antecesor y ellos mismos, rechazan el pensamiento racionalista y científico. Los papas alemanes fueron efímeros y, salvo el primero (Gregorio V, 996-99), los nombraba el emperador germánico de turno. Contra lo que señalan varios medios, Adriano VI -1522/3- era holandes (fue obispo de Utrecht).

Ahora bien, Wojtyla lega a Ratzinger una institución que realmente necesita reformas, no la rigidez que planteaba el actual pontífice en la homilía del lunes. Entre los problemas que afrontará hay cuatro que asustarían al CEO más pintado: (a) escasez crítica de sacerdotes, (b) crecientes brechas entre el Vaticano, las prósperas iglesias de Occidente y las del emprobrecido Sur, (c) debilidad e ineficiencia de un management anquilosado que centraliza todo en exceso y (d) crisis financieras en la sede y varias partes del mundo.

Nadie sabe exactamente cuánto dinero recauda y gasta la iglesia alrededor del mundo. Por sí sola, la serie de escándalo por paidofilia en Estados Unidos ha costado no menos de US$ 700, mandó a la quiebra tres diócesis y redujo las limosnas habitales de los fieles por su torpe manejo de las comunicaciones públicas. Esto, de paso, perjudica a las iglesias en África, Latinoamérica y parte de Asia, que dependen de la asistencia monetaria de las más ricas.

Una forma de recobrar donaciones de católicos romanos en EE.UU. y Canadá –cuyo monto quedó detrás de sus contrapartidas protestantes y evangélicas- sería fomentar transparencia “fiscal”. Pero no parece ser preocupación del Vaticano, donde prima el eurocentrismo.

Los cuatro problemas básicos enumerados convergen en un contexto donde el catolicismo pierde adeptos a manos del fundamentalismo evangélico –teológicamente hueco y ligado a los bienes terrenales- en Méjico, Brasil, Argentina y otros países de Latinoamérica, donde, se supone, vive la mayor concentración de católicos en el planeta. Pero cuyo índice de prácticantes no supera 25% de bautizados, nivel que desciende a 18% en España, 15% en Alemania y 12% en Francia, la “hija mayor de la iglesia” (decía Inocencio III).

Quizá sea ésta la elección más veloz y controvertida en muchos años. En adelante gobernará la Iglesia Católica Apostólica Romana una figura caracterizada por la intransigencia y el excesivo centralismo, dos defectos de su antecesor Juan Pablo II, de quien fuera mentor teológico.

Buena parte de los 1.100 millones de católicos en el mundo (¨sólo 20% es practicante) se preguntan por qué los cardenales optaron por una personalidad más rígida y mucho menos carismática que Karol Wojtyla. Quizá porque éste y el propio Ratzinger habían armado un colegio a su medida, con escasas voces divergentes. En verdad, antes de empezar el breve cónclave, el bávaro pronunció una homilía más próxima al concilio de Trento (1545/62) que al Vaticano II.

Con 78 años, Ratzinger es el ducentésimo sexagésimo quinto pontífice romano y ha adoptado el nombre de Benedicto o Benito XVI. Hasta horas antes, muchos expertos vaticanos sostenían que el teólogo alemán, jefe de la congregación de la doctrina y la fe (ex Santo Oficio, o sea Inquisición), era demasiado divisivo y viejo para ser papa. Ahora, creen que encarnará una transición no muy larga, mientras se dirime el futuro real de la iglesia. El reinado de Juan Pablo II fue tercero de la historia por duración (26 años).

“Me sorprendió mucho, por dos razones. Una es la edad. La segunda, que corre peligro de polarizar tendencias y generar divisiones. Calro, los cardinales no lo vieron así”. Así opina Lawrence Cunningham, profesor de teología en la universidad de Nôtre Dame, Indiana. A diferencia de otros pontífices, Ratzinger manejaba la cúpula jerárquica y, desde la muerte del anterior papa, virtualmente controlaba el Vaticano. Al punto que, por única vez en siglos, no se cumple el dicho “quien entra al cónclave papa sale cardenal”.

Para observadores franceses y latinoamericanos, fue casi un golpe interno, en aras de no mostrar divisiones vía un voto rápido. En España, se especula con un tema local: Opus Dei, que no tenía buenas relaciones con el alemán. “Decepcionante”, sostuvieron jerarcas germanos. “Como cristiano –señaló el teólogo renovador brasileño Leonardo Boff-, aceptó la decisión, pero habrá dificultades para mar este papa, por sus posuras sobre la iglesia y el mundo. Seguirá el invierno”.

Su colega suizo Hans Küng fue más duro: “Los cardenales desilusionaron. Ratzinger es la peor solución y representa un paradigma medieval, contarreformador y antiomoderno”. Por el contrario, los rabinos ultraortodoxos aplauden esta elección, porque el papa, como su antecesor y ellos mismos, rechazan el pensamiento racionalista y científico. Los papas alemanes fueron efímeros y, salvo el primero (Gregorio V, 996-99), los nombraba el emperador germánico de turno. Contra lo que señalan varios medios, Adriano VI -1522/3- era holandes (fue obispo de Utrecht).

Ahora bien, Wojtyla lega a Ratzinger una institución que realmente necesita reformas, no la rigidez que planteaba el actual pontífice en la homilía del lunes. Entre los problemas que afrontará hay cuatro que asustarían al CEO más pintado: (a) escasez crítica de sacerdotes, (b) crecientes brechas entre el Vaticano, las prósperas iglesias de Occidente y las del emprobrecido Sur, (c) debilidad e ineficiencia de un management anquilosado que centraliza todo en exceso y (d) crisis financieras en la sede y varias partes del mundo.

Nadie sabe exactamente cuánto dinero recauda y gasta la iglesia alrededor del mundo. Por sí sola, la serie de escándalo por paidofilia en Estados Unidos ha costado no menos de US$ 700, mandó a la quiebra tres diócesis y redujo las limosnas habitales de los fieles por su torpe manejo de las comunicaciones públicas. Esto, de paso, perjudica a las iglesias en África, Latinoamérica y parte de Asia, que dependen de la asistencia monetaria de las más ricas.

Una forma de recobrar donaciones de católicos romanos en EE.UU. y Canadá –cuyo monto quedó detrás de sus contrapartidas protestantes y evangélicas- sería fomentar transparencia “fiscal”. Pero no parece ser preocupación del Vaticano, donde prima el eurocentrismo.

Los cuatro problemas básicos enumerados convergen en un contexto donde el catolicismo pierde adeptos a manos del fundamentalismo evangélico –teológicamente hueco y ligado a los bienes terrenales- en Méjico, Brasil, Argentina y otros países de Latinoamérica, donde, se supone, vive la mayor concentración de católicos en el planeta. Pero cuyo índice de prácticantes no supera 25% de bautizados, nivel que desciende a 18% en España, 15% en Alemania y 12% en Francia, la “hija mayor de la iglesia” (decía Inocencio III).

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