La economía contra reloj

El nivel de la tasa de desempleo y las dificultades para salir de la recesión ahondan la preocupación de los analistas. Economía real vs. indicadores financieros y fiscales.

4 agosto, 2000

La tasa de desempleo de mayo ocupó el segundo lugar entre las más elevadas para ese mes desde 1980 y se situó apenas por debajo del valor de 1995, durante la crisis del tequila. Estos datos fueron suficientes para ahondar la preocupación de los asesores políticos y los analistas del mercado.

Otro motivo –no menor– de inquietud proviene de las evidentes dificultades para salir, rápidamente, de la recesión que agobia a la economía desde mediados de 1998.

A esta altura de los acontecimientos se hace cada vez más evidente el contraste entre el desempeño de algunas de las variables financieras y fiscales y la evolución de algunos de los indicadores de la llamada economía real.

Desde fines de junio, y al amparo de la reducción de la prima de riesgo-país, las tasas locales de interés en pesos y en dólares han mostrado una clara tendencia decreciente.

Esa reducción del costo del dinero, entre otros factores, está estrechamente vinculada con los mejores resultados fiscales que se obtuvieron durante junio y que no sólo permitieron cumplir con las metas acordadas con el FMI para el primer semestre del año sino que, además, generaron un margen positivo que mejora las posibilidades de seguir en línea con lo programado en materia fiscal durante el tercer trimestre.

Público vs. privado

Sin embargo, ese mejor comportamiento de las cuentas públicas resultó insuficiente para que el perfil de la demanda de crédito del sector privado presentara modificaciones de importancia.

Si se comparan los saldos de préstamos de fines de junio con los datos más recientes se observa que el volumen de crédito permanece virtualmente estancado; en particular, en el segmento de los préstamos para la compra de vivienda y los prendarios y personales. Esto es, los más directamente asociados con la inversión en el sector de la construcción y con el consumo de la población.

Esto resulta, además, consistente con la reciente evolución de los indicadores sobre la inversión y el consumo. Aunque el indicador sintético de la actividad de la construcción mostró una leve mejoría, en valores sin estacionalidad, con respecto a los registros de mayo, la comparación con el mismo mes del año anterior exhibe una caída de casi 20%.

De esa forma, el acumulado de los seis primeros meses de 2000 revela una retracción de algo más de 11% en la actividad del sector.
Góndolas quietas

Los indicadores de consumo disponibles no muestran que la salida de la recesión esté próxima. En los supermercados, las ventas de junio, comparadas con el mismo mes de 1999, volvieron a evidenciar una caída, aunque menor que la observada en mayo. Y el acumulado del año exhibe una reducción de 1,6%.

Los rubros que registran las mayores caídas en los cinco primeros meses del año son los artículos eléctricos y del hogar y los de limpieza y perfumería. La disminución, en cambio, es muy leve en alimentos y bebidas.

En cuanto a los shoppings, en esta ocasión, la caída de las ventas resultó inferior a la que registraron los supermercados y la declinación también es menor en el acumulado del año.

Pero, aun así, se observan fuertes contracciones en las ventas de muebles y artículos de decoración, jugueterías, librería y papelería. En cambio, resultan llamativas las mayores ventas en rubros electrónicos, discos, computación, diversión y esparcimiento.

Con exportar no alcanza

En un contexto como éste, no llama la atención el énfasis con que las autoridades económicas ensayan algunas medidas de política que impulsen el crecimiento del consumo y de la inversión.

Por lo pronto, los hombres del Ministerio de Economía parecen haberse convencido de que con el aumento de las exportaciones no alcanza para dar un estímulo decisivo a la tasa de expansión del PBI.

En particular, cuando la performance de las ventas externas está fuertemente asociada con las exportaciones de petróleo, naftas, soja y productos de soja y trigo, bienes cuya colocación en los mercados externos se encuentra muy favorecida por una coyuntura favorable de los precios en los mercados mundiales, o por la presencia de una cosecha de características poco menos que excepcionales.

Es por ello que en las últimas semanas el equipo económico anunció medidas que apuntan a estimular la demanda interna (el consumo y la inversión).

Además del paquete de inversiones que acompañó al recorte de los salarios de los empleados públicos el 29 de mayo, se conoció, más recientemente, la intención de refinanciar a través del sistema bancario, a tasas de interés más bajas y a plazos más convenientes, las deudas que los empleados estatales tenían con las mutuales de los gremios que los representan.

También se anunció un ambicioso plan de viviendas y, casi de inmediato, la posibilidad de reimplantar los regímenes de facilidades de pago de las deudas impositivas y previsionales.

Se hizo pública, además, la intención de relajar las condiciones de acceso a los préstamos personales y, también, de privilegiar la posición de las empresas nacionales en el plan de inversiones públicas.

Protección y estímulo

En la misma dirección de apuntalar el desarrollo del mercado local se orientan medidas de protección como las adoptadas con las importaciones de calzado deportivo y pollos, y el probable cierre del acuerdo sobre integración de piezas nacionales entre las firmas automotrices terminales y las que fabrican autopartes.

También pueden sumarse a esta nómina los anuncios de la reducción de la tasa de interés para refinanciar las deudas de los productores agropecuarios y la decisión de establecer un precio especial para el gasoil que consume el sector.

Y al mismo objetivo apunta la iniciativa de prolongar el período de pago de las facturas de servicios públicos que abonan las pymes.

En suma, todo estaría indicando que se trata de una carrera contra el tiempo, para que la economía salga de la actual meseta lo antes posible. En especial, porque los más recientes indicadores en Estados Unidos tienden a señalar la probabilidad de un nuevo incremento de las tasas de interés.

Ello pondría, otra vez, a los inversores en estado de alerta con respecto al rumbo probable de la economía argentina.

La tasa de desempleo de mayo ocupó el segundo lugar entre las más elevadas para ese mes desde 1980 y se situó apenas por debajo del valor de 1995, durante la crisis del tequila. Estos datos fueron suficientes para ahondar la preocupación de los asesores políticos y los analistas del mercado.

Otro motivo –no menor– de inquietud proviene de las evidentes dificultades para salir, rápidamente, de la recesión que agobia a la economía desde mediados de 1998.

A esta altura de los acontecimientos se hace cada vez más evidente el contraste entre el desempeño de algunas de las variables financieras y fiscales y la evolución de algunos de los indicadores de la llamada economía real.

Desde fines de junio, y al amparo de la reducción de la prima de riesgo-país, las tasas locales de interés en pesos y en dólares han mostrado una clara tendencia decreciente.

Esa reducción del costo del dinero, entre otros factores, está estrechamente vinculada con los mejores resultados fiscales que se obtuvieron durante junio y que no sólo permitieron cumplir con las metas acordadas con el FMI para el primer semestre del año sino que, además, generaron un margen positivo que mejora las posibilidades de seguir en línea con lo programado en materia fiscal durante el tercer trimestre.

Público vs. privado

Sin embargo, ese mejor comportamiento de las cuentas públicas resultó insuficiente para que el perfil de la demanda de crédito del sector privado presentara modificaciones de importancia.

Si se comparan los saldos de préstamos de fines de junio con los datos más recientes se observa que el volumen de crédito permanece virtualmente estancado; en particular, en el segmento de los préstamos para la compra de vivienda y los prendarios y personales. Esto es, los más directamente asociados con la inversión en el sector de la construcción y con el consumo de la población.

Esto resulta, además, consistente con la reciente evolución de los indicadores sobre la inversión y el consumo. Aunque el indicador sintético de la actividad de la construcción mostró una leve mejoría, en valores sin estacionalidad, con respecto a los registros de mayo, la comparación con el mismo mes del año anterior exhibe una caída de casi 20%.

De esa forma, el acumulado de los seis primeros meses de 2000 revela una retracción de algo más de 11% en la actividad del sector.
Góndolas quietas

Los indicadores de consumo disponibles no muestran que la salida de la recesión esté próxima. En los supermercados, las ventas de junio, comparadas con el mismo mes de 1999, volvieron a evidenciar una caída, aunque menor que la observada en mayo. Y el acumulado del año exhibe una reducción de 1,6%.

Los rubros que registran las mayores caídas en los cinco primeros meses del año son los artículos eléctricos y del hogar y los de limpieza y perfumería. La disminución, en cambio, es muy leve en alimentos y bebidas.

En cuanto a los shoppings, en esta ocasión, la caída de las ventas resultó inferior a la que registraron los supermercados y la declinación también es menor en el acumulado del año.

Pero, aun así, se observan fuertes contracciones en las ventas de muebles y artículos de decoración, jugueterías, librería y papelería. En cambio, resultan llamativas las mayores ventas en rubros electrónicos, discos, computación, diversión y esparcimiento.

Con exportar no alcanza

En un contexto como éste, no llama la atención el énfasis con que las autoridades económicas ensayan algunas medidas de política que impulsen el crecimiento del consumo y de la inversión.

Por lo pronto, los hombres del Ministerio de Economía parecen haberse convencido de que con el aumento de las exportaciones no alcanza para dar un estímulo decisivo a la tasa de expansión del PBI.

En particular, cuando la performance de las ventas externas está fuertemente asociada con las exportaciones de petróleo, naftas, soja y productos de soja y trigo, bienes cuya colocación en los mercados externos se encuentra muy favorecida por una coyuntura favorable de los precios en los mercados mundiales, o por la presencia de una cosecha de características poco menos que excepcionales.

Es por ello que en las últimas semanas el equipo económico anunció medidas que apuntan a estimular la demanda interna (el consumo y la inversión).

Además del paquete de inversiones que acompañó al recorte de los salarios de los empleados públicos el 29 de mayo, se conoció, más recientemente, la intención de refinanciar a través del sistema bancario, a tasas de interés más bajas y a plazos más convenientes, las deudas que los empleados estatales tenían con las mutuales de los gremios que los representan.

También se anunció un ambicioso plan de viviendas y, casi de inmediato, la posibilidad de reimplantar los regímenes de facilidades de pago de las deudas impositivas y previsionales.

Se hizo pública, además, la intención de relajar las condiciones de acceso a los préstamos personales y, también, de privilegiar la posición de las empresas nacionales en el plan de inversiones públicas.

Protección y estímulo

En la misma dirección de apuntalar el desarrollo del mercado local se orientan medidas de protección como las adoptadas con las importaciones de calzado deportivo y pollos, y el probable cierre del acuerdo sobre integración de piezas nacionales entre las firmas automotrices terminales y las que fabrican autopartes.

También pueden sumarse a esta nómina los anuncios de la reducción de la tasa de interés para refinanciar las deudas de los productores agropecuarios y la decisión de establecer un precio especial para el gasoil que consume el sector.

Y al mismo objetivo apunta la iniciativa de prolongar el período de pago de las facturas de servicios públicos que abonan las pymes.

En suma, todo estaría indicando que se trata de una carrera contra el tiempo, para que la economía salga de la actual meseta lo antes posible. En especial, porque los más recientes indicadores en Estados Unidos tienden a señalar la probabilidad de un nuevo incremento de las tasas de interés.

Ello pondría, otra vez, a los inversores en estado de alerta con respecto al rumbo probable de la economía argentina.

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