Existe una correlación positiva significativa entre el incremento de los ingresos reales de la población y los resultados electorales, señala Ecolatina en su informe 1015.
Sea observando el salario o el ingreso de las familias (incluye percepciones laborales y no laborales) suele suceder que, en momentos de elecciones, el gobierno utiliza las herramientas que tiene a disposición para dinamizar el poder de compra de la población. Este patrón de comportamiento se repetirá en 2015.
No hay duda que el Ejecutivo impulsará el poder de compra de las distintas prestaciones sociales de cara a los comicios (en buena medida la no actualización automática de muchas de ellas responde a la conveniencia política de moverlas discrecionalmente).
De hecho, durante los primeros tres meses del año el gobierno comenzó a implementar mejoras significativas: aumentó 50% el monto de PROGRESAR (e incrementó la cantidad de beneficiarios) y 37% la ayuda escolar.
A medida que las elecciones se acerquen se anunciarán novedades en relación a el salario mínimo, la AUH y, posiblemente, en ganancias.
Las jubilaciones también incrementarán su poder de compra en 2015.
De acuerdo con la Ley de Movilidad Jubilatoria, el haber mínimo aumenta según el crecimiento pasado del salario formal, los recursos tributarios o recursos totales de ANSES.
La aceleración inflacionaria de 2014 impactó en estas variables, pero recién en 2015 se captará plenamente el ajuste de los ingresos. Por ende, si la inflación baja respecto del 2014, habrá mejoras en términos reales.
Por último, se espera que los salarios también logren aumentos por encima de la inflación. Aprovechando las necesidades políticas, los distintos sindicatos del sector público lograron aumentos cercanos al 35%. Por su parte, el sector privado se mantiene expectante y reacio a firmar acuerdos inferiores, por lo que todo parece indicar que los incrementos estarán en línea con lo logrado por los trabajadores públicos.
En suma, si se mantiene la estabilidad cambiaria el marco para un aumento del ingreso real durante 2015 está dado.
Pero, para poder apreciar realmente las características de este incremento debemos analizar desde que base se parte, es decir, cómo evolucionó el ingreso familiar en 2014 y quienes fueron los principales perjudicados.
En 2014 el ingreso real cayó más fuerte en los hogares más vulnerables
El año pasado fue de contracción generalizada del ingreso real de las familias, pero ¿qué sectores fueron los más perjudicados?
Buscando dilucidar esta cuestión tomaremos la evolución nominal del ingreso per cápita familiar suministrada por INDEC y separaremos a los hogares en tres grupos sociales: el 40% más pobre de las familias en la “clase baja”; el 20% más rico en la “clase alta”; y los restante deciles (del 5 al 8) en la “clase media”.
Por otro lado, tomaremos el IPC Ecolatina por deciles, el cual considera las distintas canastas de consumo.
Al cruzar la información de la evolución de los ingresos nominales y de la inflación de cada segmento de la sociedad podemos darnos una idea de la magnitud de la caída en el poder de compra per cápita de las familias según su ingreso.
En 2014 cayó el ingreso real en los tres tipos de hogares, pero preocupa que los que más perdieron hayan sido los que menos tienen.
Las diferencias son significativas: el año pasado las familias de bajos ingresos sufrieron una inflación más elevada y sus ingresos nominales fueron los que menos treparon. Por ambos factores cayó 10% el ingreso real de los hogares de menores recursos, mientras que en los de mayor poder adquisitivo la merma fue algo más acotada (-8% en el año).
Se toma el ingreso per cápita familiar, y no el individual. Si tomáramos ingresos de la ocupación principal, la caída del poder de compra se reduciría, pero estaríamos dejando de lado a la población que no forma parte de la oferta laboral (amas de casa, jubilados y niños) o está desempleada.
El hecho de que el ingreso individual muestre disminuciones menores a las del ingreso familiar per cápita se debe principalmente a que, al problema de la disminución del poder adquisitivo del salario, se le suma la destrucción de puestos/horas de trabajo de algún miembro del hogar.
Los datos correspondientes al mercado laboral marcan que los puestos laborales de las familias más vulnerables se redujeron y no fueron compensados por un aumento del empleo formal.
Al mismo tiempo, dentro de las empresas, los puestos de trabajo que requieren conocimientos técnicos perdieron lugar frente a los profesionales (que requieren de una educación a la que sólo acceden los sectores de mayores recursos).
Por otro lado, la inflación sufrida por cada decil no es homogénea, sino que depende de la estructura de consumo de cada hogar la cual está relacionada con su poder adquisitivo.
Mientras menores sean los ingresos de cada familia mayor será la proporción de los mismos que dedique a la compra de bienes y servicios básicos (siendo el caso más claro es el de los alimentos).
Teniendo en cuenta que la aceleración de la inflación de 2014 fue causada especialmente por fuertes incrementos en tarifas (transporte público) y por la devaluación de enero (que afectó significativamente el precio de los alimentos), es lógico que hayan sido los precios de las clases más bajas los que más crecieron el año pasado.
Por último, la evolución nominal de los ingresos tampoco favoreció a los sectores más vulnerables.
En promedio, el ingreso per cápita de los hogares más pobres (clase baja) aumentó en 2014 sólo 25%, 2 p.p. menos que los de la clase alta.
A la hora de descifrar las razones detrás de esta acotada evolución debemos ahondar en la dinámica salarial. Si bien la manipulación de las estadísticas públicas llegó a afectar la confiabilidad del índice salarial para trabajadores no registrados, podemos tomar la evolución del salario mínimo como una proxy. El mismo aumentó sólo 27% promedio en el año, lo cual implicó una contracción real del orden de los 10 p.p., casi 5 p.p. por debajo de la caída del poder de compra en el salario registrado.
En suma, este triple efecto (ingresos nominales que crecen a menor ritmo, menos puestos/horas de trabajo e inflación más elevada) impactó de lleno en el poder de compra de los sectores populares contrayéndolos más que el del resto de la población.
Es decir, en 2014 fueron ellos los principales perjudicados.
Los sectores más vulnerables aumentarán sus ingresos reales en 2015
En este marco es válido preguntarse si el incremento de los ingresos reales estimado para 2015 alcanzará a todos los hogares por igual. Para esto debemos hacer ciertas conjeturas al respecto de los ingresos y de la evolución de los precios relevantes para cada estrato social.
Existen razones para pensar que, de existir una recuperación del poder de compra de la población a lo largo de este año, esta sería más marcada en los sectores populares.
En primer lugar porque el precio interno de los alimentos depende del tipo de cambio y, en menor medida, de su precio internacional. En este sentido, esperamos que la cotización internacional de los commodities no avance en 2015, y que el tipo de cambio oficial continúe moviéndose a menor ritmo que el resto de los precios. Por ende, el precio de los alimentos se movería menos que el del resto de los productos acotando la inflación percibida por los sectores más vulnerables, que destinan buena parte de sus ingresos para adquirir alimentos.
Por otro lado, es de esperar que las recomposiciones nominales de la población de menores ingresos crezcan fuertemente en un año de elecciones nacionales. El gobierno sabe que para retener el poder necesita profundizar el apoyo de las clases menos favorecidas. Sólo en 2009 el Ejecutivo llegó a una elección con ingresos de la clase baja creciendo menos que los de la clase alta. En 2011 el caso fue contrario, cómo así también el resultado electoral. De esta manera, esperamos un fuerte ajuste nominal que garantice mejoras reales significativas en las distintas prestaciones sociales (AUH, PROGRESA, etc.) las cuales conforman una parte relevante de los ingresos de los hogares de menores ingresos.
En suma, profundizar la estrategia de atraso cambiario hará posible que la canasta de consumo de las familias más vulnerables crezca menos que el resto de los precios de la economía (populismo cambiario), al mismo tiempo que los beneficios sociales mostrarán un fuerte incremento real durante el año electoral (populismo fiscal).
De todas maneras, este incremento no compensará todo el terreno perdido en 2014.