Por supuesto, la cancelación de esa cita responde a los ataques políticos que, estos días, partieron de Rato y su “equipo hindú” (Raghuram Rajan, Anup Singh). Mientras las relaciones con Washington no atraviesan buenos momentos –basta seguir medios y columnistas conservadores locales para verificarlo-, Néstor Kirchner marcha a Wall Street y alrededores.
La parte social culmina el miércoles, cuando el mandatario argentino toque la campana en el piso bursátil, un acto simbólico cada vez menos significativo. Lo importante estará en los contactos con grandes inversores, analistas y ejecutivos del sector privado. Verbigracia, gente de Exxon Mobil, Occidental Petroleum, Deutsche Bank, Merrill Lynch, Goldman Sachs (de ahí proviene Henry Paulsen, actual secretario de Hacienda), etcétera.
Últimamente, los nexos de Argentina con Venezuela –aunque Buenos Aires envió observadores de escasa monta a la “cumbre de no alineados”, La Habana, promovida por Hugo Chávez- y la oposición a reformas en el voto dentro del Fondo Monetario Internacional llevaron a un pase de facturas bastante típico de George W.Bush y su entorno. Así, Estados Unidos objetó créditos del Banco Mundial y el Banco interamericano de desarrollo (BID), con éxito dispar.
Quizá lo más relevante en materia política acabe siendo un encuentro (también en Manhattan) entre Kirchner y el primer ministro italiano, Romano Prodi. Aunque algunos comentaristas porteños insistan con las obsesiones de los bonistas peninsulares y los fondos buitres, que varios jueces en Italia y Alemania han rechazado, probablemente el tema básico se relaciones con otros asuntos.
En esencia, las iniciativas del eje Roma-París en Levante, vale decir la fuerza de paz en el sur de Líbano y las negociaciones acerca del plan nuclear iraní. No sería extraño que Prodi sugiriese algún aporte de tropas argentinas que, de paso, represente un gesto hacia Israel. Por supuesto, la cuestión iraní no es resorte de Buenos Aires. Por otro lado, Prodi tiene un conocimiento sobre Argentina y Latinoamérica que Silvio Berlusconi jamás tuvo. Existe un elemento peculiar en la visita presidencial: Kirchner podrá comprobar que el gran mundo está mucho más allá que su entorno de incondicionales y verá que a Bush le ocurre lo mismo en un plano superior.
Por supuesto, la cancelación de esa cita responde a los ataques políticos que, estos días, partieron de Rato y su “equipo hindú” (Raghuram Rajan, Anup Singh). Mientras las relaciones con Washington no atraviesan buenos momentos –basta seguir medios y columnistas conservadores locales para verificarlo-, Néstor Kirchner marcha a Wall Street y alrededores.
La parte social culmina el miércoles, cuando el mandatario argentino toque la campana en el piso bursátil, un acto simbólico cada vez menos significativo. Lo importante estará en los contactos con grandes inversores, analistas y ejecutivos del sector privado. Verbigracia, gente de Exxon Mobil, Occidental Petroleum, Deutsche Bank, Merrill Lynch, Goldman Sachs (de ahí proviene Henry Paulsen, actual secretario de Hacienda), etcétera.
Últimamente, los nexos de Argentina con Venezuela –aunque Buenos Aires envió observadores de escasa monta a la “cumbre de no alineados”, La Habana, promovida por Hugo Chávez- y la oposición a reformas en el voto dentro del Fondo Monetario Internacional llevaron a un pase de facturas bastante típico de George W.Bush y su entorno. Así, Estados Unidos objetó créditos del Banco Mundial y el Banco interamericano de desarrollo (BID), con éxito dispar.
Quizá lo más relevante en materia política acabe siendo un encuentro (también en Manhattan) entre Kirchner y el primer ministro italiano, Romano Prodi. Aunque algunos comentaristas porteños insistan con las obsesiones de los bonistas peninsulares y los fondos buitres, que varios jueces en Italia y Alemania han rechazado, probablemente el tema básico se relaciones con otros asuntos.
En esencia, las iniciativas del eje Roma-París en Levante, vale decir la fuerza de paz en el sur de Líbano y las negociaciones acerca del plan nuclear iraní. No sería extraño que Prodi sugiriese algún aporte de tropas argentinas que, de paso, represente un gesto hacia Israel. Por supuesto, la cuestión iraní no es resorte de Buenos Aires. Por otro lado, Prodi tiene un conocimiento sobre Argentina y Latinoamérica que Silvio Berlusconi jamás tuvo. Existe un elemento peculiar en la visita presidencial: Kirchner podrá comprobar que el gran mundo está mucho más allá que su entorno de incondicionales y verá que a Bush le ocurre lo mismo en un plano superior.