<br />
Ello resulta de la “revolución conservadora” de Ronald Reagan, que inició el proceso por el cual las jubilaciones fueron pasando de fijas a ajustables. Dado que el motivo real era beneficiar al sector privado y a Wall Street (dos reductos republicanos), hoy los pasivos pierden fuerte cada día de operaciones bursátiles. Sería como si, en la Argentina de Domingo Cavallo, el sistema por capitalización hubiese desalojado completamente al de reparto.<br />
<br />
“La gente está aterrorizada con razón”, apunta Alicia Munnell (<em>Center for Retirement Research</em>, CRR, Boston). “Si los mercados se caen cuando uno tiene 45 años, OK, hay tiempo para repuntes. Pero, veinte años después, tal sea preciso vender vivienda u otros activos, pues la recuperación llegará tarde. Un jubilado no puede darse el lujo de colocarse en bonos, porque su rinde no le alcanza para vivir”.
<p> Por cierto, los actuales jubilados tienen menos ahorros, más sobrevida y mayor exposición a riesgos de mercado que en los años 30. Aun antes de las presentes turbulencias, 39% teme agotar ahorros en vida, contra 29% en 2007. Así revela una encuesta anual del <em>Employee Benefit Research Institute </em>(EBRI, Washington).</p>
<p> Por tanto, este mundo es duro para los jubilados por lo mismo que beneficia a las empresas: ya no hay planes fijos. El detalle pesará sin duda en las elecciones de noviembre y sólo Barack Obama tiene –desde noviembre- un programa social que contempla el tema.</p>
<p> La falta de beneficios fijos hace que la gente deba estirar lo más posible su dinero Por ejemplo, una mujer de 65 años es especialmente vulnerable. Su ingreso anual (US$ 50.000, menos de cuanto cobra por mes cualquier operador de Wall Street) proviene esencialmente de dividendos accionarios y caen sí los títulos caen. Si contase con dividendos fijos, podría ignorar la erosión del activo subyacente; pero las cosas no funcionan así.</p>
<p> Los viejos con pocos activos, inclusive el tercio de jubilados norteamericanos que dependen de seguridad social por 90% o más de sus ingresos, tal vez no sufran el declive del mercado bursátil. Pero pagan más caro alimentos y combustibles. Entretanto, el colapso inmobiliario golpea a los propietarios más viejos. De acuerdo con CRR, la gente de 63 para arriba ha refinanciado viviendas por US$ 300.000 millones entre 2001 y 2006, deteriorando sus activos personales o familiares.</p>
<p> Sondeos de CRR y EBRI revelan que cada vez más personas en edad de retirarse postergan la decisión, lo cual implica reducir aportes a sus cuentas o tomar de ellas para cubrir gastos cotidianos, tarjetas de crédito y, claro, deudas hipotecarias. </p>
Jubilados actuales y futuros son víctimas de las turbulencias
Los norteamericanos mayores de sesenta, con aportes o inversiones en fondos imprudentes, figuran entre los grupos más castigados por las turbulencias especulativas. También están entre quienes menos capacidad de recuperación tienen.