Según los principales analistas políticos estadounidenses, en materia de política externa, EE.UU tiene potencial de conflicto real con tres países: China, Corea del Norte e Irán. Ahí es donde creen hay enormes riesgos.
Pero el flamante mandatario parece no coincidir con esta apreciación.
Confirmó que su país no participará del Tratado comercial Transpacífico, con lo cual regaló el esfuerzo de construcción de Obama durante 8 años a los chinos, que se convierten ahora en el polo que puede orientar la alianza comercial de los otros doce países signatarios. Solamente amenazó a China con un arancel protector de su industria, lo que podría significar una guerra comercial entre las dos superpotencias, cuyas consecuencias pagaría también el resto del mundo.
De manera desmedida, humilló y amenazó a México, un país que desde hace muchas décadas es uno de sus más firmes aliados, lo que puede provocar un cambio de signo político en el gobierno de ese país.
Mientras declara su admiración por Vladimir Putin y Rusia, fustiga a sus aliados europeos, felicita a Gran Bretaña por el Brexit, insinúa que se agrietará aún más la UE, y denuncia a esa región por prácticas desleales en materia de comercio exterior.
Hay dos potencias comerciales con las que se enfrentará de alguna manera: Alemania y Japón. En el caso de Alemania, la acusa de tener una tasa de cambio (euro versus dólar) “groseramente subvaluado”. Lo cierto es que en 2016, las exportaciones germanas, crecieron 1,2%, a € 252 mil millones, el mayor nivel desde la Segunda Guerra Mundial. Lo que puede incentivar las diferencias entre Washington y Berlín.
El caso de Japón es distinto. Primero, Trump ha sido más cauto en el tratamiento público del país asiático, funcionarios de la Casa Blanca han ratificado la alianza militar con Tokio, y el Primer Ministro, Shinzo Abe, hábil político y estadista, busca aplacar a Trump antes de que éste avance en un camino con difícil retorno.
Abe visita Estados Unidos esta semana y espera aplacar al nuevo ocupante de la Casa Blanca, con el listado de todas las inversiones niponas en el país.
Hasta ahora, Trump ha dicho que Japón –igual que China- ha manipulado su moneda para lograr mejor posición en el intercambio comercial.
Abe aspira a conjurar el peligro de un desacuerdo comercial, a que se mantenga el esfuerzo económico de EE.UU en la protección militar de Japón, y de tener un buen entendimiento con Trump, que le permita ganar influencia en la región asiática.
Con la fricción existente en torno al valor del yen, Abe sostiene que Japón ha invertido más de US$ 400 mil millones en forma directa, y creado 1,7 millones de empleos en Estados Unidos.
Después de las críticas de Trump a Toyota por la nueva planta que espera operar en México, el presidente de la automotriz se reunió con el Primer Ministro de su país para evaluar una futura inversión de Toyota en EE.UU del orden de los US$ 10 mil millones en los próximos cinco años.