Según trascendidos periodísticos, el Ministerio de Trabajo estaría elaborando un “monotributo laboral”, un régimen especial para reducir complejidades administrativas y el monto de las cargas sociales a las microempresas. De confirmarse la noticia, se estaría dando un paso trascendental para enfrentar uno de los principales flagelos del mercado de trabajo, señala el Instituto de Desarrollo Social Argentino (Idesa).
La entidad advierte de la importancia de un buen diseño y recomienda capitalizar las experiencias acumuladas con el “monotributo impositivo”.
Por ejemplo, prever mecanismos automáticos de actualización de los parámetros para morigerar los impactos distorsivos de la inflación y establecer reglas para no desalentar el crecimiento de las empresas.
Este último es un tema muy importante, ya que si una empresa que pasa el límite impuesto para el régimen especial es obligada a tributar con el régimen general por la totalidad de sus trabajadores, lo más probable es que se la induzca a no crecer o a eludir la norma.
En este sentido, una regla altamente recomendable sería que las empresas paguen las cargas sociales del régimen general sólo por los trabajadores que superan en número al máximo permitido para pertenecer al monotributo.
La experiencia de los últimos años demuestra que las estrategias basadas exclusivamente en intensificar regulaciones y controles fracasan. Las empresas medianas y grandes reaccionan reduciendo la generación de empleos y las pequeñas incumpliendo.
Por eso, es muy positivo que el gobierno cambie de estrategia y apueste a simplificar y reducir la carga impositiva. Si lo hace con un diseño inteligente se pueden lograr impactos sociales y económicos altamente relevantes y muy deseables.
Al actualizar el Indec la información sobre la situación laboral al 2° trimestre del año 2013, surgió como dato muy significativo que el 34,5%delempleo asalariado sigue siendo no registrado. Luego de que su incidencia cayera desde el 48% en el 2004 al 37%en el 2008, desde entonces transcurrió un quinquenio en el que el empleo no registrado se mantuvo, con pequeñas oscilaciones, en alrededor del 35%.
Esta tendencia se explica fundamentalmente porque hasta 2008 el nivel de salario real (es decir, corregido por inflación) estuvo muy por debajo del promedio histórico debido al impacto de la mega-devaluación del año 2002.
Pero apenas los salarios recuperaron el nivel previo al ajuste, la incidencia del empleo no registrado se estancó, quedando por encima de un tercio del total del mercado de trabajo.
La alta propensión a generar empleos por fuera de la legalidad obedece a una multiplicad de factores. Pero en términos de importancia un rasgo decisivo es la fuerte asociación entre informalidad laboral y tamaño de la empresa.
En este sentido, los datos del INDEC correspondientes al 4° trimestre del 2012 señalan que:
- El 60% del empleo no registrado en el sector privado es generado por empresas con menos de 5 trabajadores.
- Otro 19% del empleo no registrado en el sector privado es generado por empresas con entre 6 y 10 trabajadores.
- De esta manera, el 79% –o sea, casi 8 de cada 10– trabajadores no registrados privados trabajan en empresas con menos de 10 trabajadores.
Esta información oficial es contundente mostrando que la informalidad laboral es un fenómeno fuertemente concentrado en las microempresas.
Muchos factores explican esta particularidad, pero sin dudas que el más importante es el elevado nivel de cargas sociales y burocracia que hay que afrontar para tener a los trabajadores “en blanco”.
Del total de costo laboral que paga un empleador, menos de dos tercio llega al bolsillo del trabajador; el resto son impuestos y gastos administrativos.
Bajo estas condiciones, para las microempresas –donde los niveles de productividad y salarios son más reducidos–operar en la ilegalidad queda como la única alternativa para sobrevivir.
Distribución del empleo asalariado privado no registrado por tamaño de empresa
4° trimestre del 2012