El anuncio de la muerte de Hugo Chávez es cuestión de días o de horas. Mientras tanto los dos principales grupos que conforman el Partido Socialista Unificado de Venezuela forcejean para ver quién se queda con el poder. Por un lado está el grupo “civil†representado por el vicepresidente y canciller Nicolás Maduro, que aglutina a políticos no militares que adhieren al marxismo leninismo. Por el otro, el grupo “militar†que acompaña a Chávez desde sus fracasadas intentonas golpistas, y es liderado por el teniente Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional. Si bien en una de sus últimas decisiones antes de abandonar Caracas, Chávez nombró a Maduro como su sucesor, el poder real parece inclinarse hacia el ala militar y Cabello asumiría la presidencia provisional el próximo 10 de enero. Mientras tanto, la oposición unida pero impotente exige que se aclare el estado de salud del Presidente y denuncia que se prepara un golpe institucional.
Pero como señala el economista venezolano Moisés Naím, colaborador habitual del diario El País, lo que marcará el futuro inmediato del país no es la crisis política sino la crisis económica. Los desajustes económicos, resalta Naím, incluyen un déficit fiscal cercano a 20% y un mercado de divisas en el cual el dólar paralelo cuesta cuatro veces más que el oficial. Esto significa que el país tendrá que devaluar, provocando más inflación justamente cuando tiene uno de los niveles más altos de inflación del mundo. Los niveles de empleo están artificialmente abultados por la gigantesca expansión del empleo público y la imposibilidad de despidos. La deuda externa es actualmente diez veces mayor de lo que era en 2003 y la capacidad productiva del país, incluyendo su industria petrolera, ha caído drásticamente.
Además, una parte importante de la producción petrolera diaria ya ha sido pagada anticipadamente por China a precios preferenciales, lo cual limita aún más la capacidad del país para hacerse de dólares necesarios para adquirir casi todos los productos que se consumen en Venezuela, incluyendo la gasolina que se importa de Estados Unidos.
Las importaciones totales han pasado de US$13.000 millones en 2003 a más de US$50.000 millones en 2012.