(Especial).- Pese a los denodados esfuerzos de los organizadores del coloquio
anual de IDEA que cumplió ayer su segunda jornada, detonó el malestar
del gobierno por el temario desarrollado, sobre todo, lo relacionado con las perspectivas
del sector energético y la corrupción.
El secretario de Comercio, Guillermo Moreno, debutó “in pectore”
como titular de Enarsa y prohibió al director adjunto de Endesa, Ernesto
Badaraco, exponer durante la presentación del trabajo que hiciera el
Instituto Tecnológico de Buenos Aires acerca de la crisis energética
que el gobierno se empeña en negar.
La sustitución de Badaraco tendría un antecedente poco conveniente
para la administración kirhcnerista. Sucede que el 6 de agosto de 2003
el funcionario había advertido sobre la crisis energética tres
meses después de la asunción de Néstor Kirchner. Ese día
anticipó el retiro de algunas generadoras del país como consecuencia
del retraso tarifario.
La censura surgió a pesar de que las conclusiones ya habían sido
moderadas por los autores, cuando las autoridades de IDEA enviaron una copia
al Ministerio de Planificación antes de elevarlas al coloquio.
Al final fue el profesor de ITBA, Jorge Tersoglio, el orador ante un auditorio
estupefacto por las circunstancias que rodearon al informe y que, por si alguien
hubiese querido soslayarlas, se hicieron públicas en toda la prensa nacional.
Radio pasillo
Ya en las postrimerías del programa de ayer se notaba en los pasillos
un clima deliberativo, que los comentarios efectuados ante los organizadores
lejos estuvieron de morigerar.
Si bien este encuentro ya se venía caracterizando por la ausencia de
los Ceos de las principales empresas del país y por la orfandad de funcionarios
de relieve del gobierno, la decepción de los asistentes (ejecutivos de
compañías de servicios, veteranos dirigentes que se dedican a
la consultoría, lobbistas y políticos de la oposición)
se empezó a percibir en el aire del hotel Sheraton cuando cundió
la certeza que no cerraría esta noche el coloquio Cristina Kirchner y
que ni siquiera las conclusiones servirían como aporte a un gobierno
que les bajó la persiana.
Fue sugestivo en ese sentido el contraste entre la cautela de los panelistas
al abordar el tema de la corrupción y los virulentos off the record sobre
el particular que se intercambiaban afuera de la sala.
Adentro, las alocuciones abordaban generalidades sin rozar al gobierno en especial.
El que más se acercó fue el senador chileno Andrés Allamand
Zavala, quien se apoyó en estadísticas de Transparency International
para comparar el puesto 47 de Argentina contra el 33 de su país. “El
mal argentino en materia de corrupción es el déficit institucional”,
abrió el juego para que los políticos opositores presentes desplegaran
luego su propio speach.
El director del Instituto del Banco Mundial, Daniel Kauffmann, planteó
el tema corrupción como desafío para el continente y el titular
de la vendida a Brasil Quickfood, Luis Bameule, señaló que “hacen
falta políticas públicas claras, transparentes y de largo plazo,
reconocer el valor y funcionamiento de los mercados”, y mencionó
como causantes: la falta de castigo, los impuesto distorsivos que impulsan a
trabajar en negro, la preferencia a los acuerdos particulares por sobre las
normas generales y la debilidad de las instituciones.
Pero el plato fuerte se conversó a puertas cerradas, donde las críticas
abarcaron también a la justicia, sobre todo en el caso Skanska. “Ningún
hombre del gobierno pagó por los sobornos que se descubrieron en la investigación”,
se escuchaba apoyando el oído en la pared.
“La Nación” fue más allá, al publicar que “a
puertas cerradas, en un salón del piso 11 del hotel Sheraton, y ante
unos 20 integrantes del grupo 1 de discusión, al menos dos empresarios
(uno del rubro comunicaciones, el otro interesado en la obra pública)
dijeron que les habían pedido coimas para impulsar proyectos que beneficiarían
a sus compañías”.
El resultado de la encuesta “Expectativas de Ejecutivos”, realizada
por D´Alessio IROL, fue tan hermética como las actuaciones públicas
en los tres días que lleva el coloquio. La expectativa manifestada por
los ejecutivos es que todo está igual que en el último semestre
y nada cambiará en el siguiente.
No hay alusiones a la energía, ni siquiera entrándole por el
aumento del barril de petróleo. Tampoco a la iliquidez mundial tras la
crisis subprime. Las inversiones, mano de obra, facturación, nada inmutó
a los asistentes por lo menos en lo que trasuntaron sus respuestas.
La consultora mantuvo la mesura de los presidentes de IDEA y del coloquio,
Ripoll y Murchinson, y hasta tituló la encuesta: “Economía
predecible en el contexto del cambio gubernamental”.
(Especial).- Pese a los denodados esfuerzos de los organizadores del coloquio
anual de IDEA que cumplió ayer su segunda jornada, detonó el malestar
del gobierno por el temario desarrollado, sobre todo, lo relacionado con las perspectivas
del sector energético y la corrupción.
El secretario de Comercio, Guillermo Moreno, debutó “in pectore”
como titular de Enarsa y prohibió al director adjunto de Endesa, Ernesto
Badaraco, exponer durante la presentación del trabajo que hiciera el
Instituto Tecnológico de Buenos Aires acerca de la crisis energética
que el gobierno se empeña en negar.
La sustitución de Badaraco tendría un antecedente poco conveniente
para la administración kirhcnerista. Sucede que el 6 de agosto de 2003
el funcionario había advertido sobre la crisis energética tres
meses después de la asunción de Néstor Kirchner. Ese día
anticipó el retiro de algunas generadoras del país como consecuencia
del retraso tarifario.
La censura surgió a pesar de que las conclusiones ya habían sido
moderadas por los autores, cuando las autoridades de IDEA enviaron una copia
al Ministerio de Planificación antes de elevarlas al coloquio.
Al final fue el profesor de ITBA, Jorge Tersoglio, el orador ante un auditorio
estupefacto por las circunstancias que rodearon al informe y que, por si alguien
hubiese querido soslayarlas, se hicieron públicas en toda la prensa nacional.
Radio pasillo
Ya en las postrimerías del programa de ayer se notaba en los pasillos
un clima deliberativo, que los comentarios efectuados ante los organizadores
lejos estuvieron de morigerar.
Si bien este encuentro ya se venía caracterizando por la ausencia de
los Ceos de las principales empresas del país y por la orfandad de funcionarios
de relieve del gobierno, la decepción de los asistentes (ejecutivos de
compañías de servicios, veteranos dirigentes que se dedican a
la consultoría, lobbistas y políticos de la oposición)
se empezó a percibir en el aire del hotel Sheraton cuando cundió
la certeza que no cerraría esta noche el coloquio Cristina Kirchner y
que ni siquiera las conclusiones servirían como aporte a un gobierno
que les bajó la persiana.
Fue sugestivo en ese sentido el contraste entre la cautela de los panelistas
al abordar el tema de la corrupción y los virulentos off the record sobre
el particular que se intercambiaban afuera de la sala.
Adentro, las alocuciones abordaban generalidades sin rozar al gobierno en especial.
El que más se acercó fue el senador chileno Andrés Allamand
Zavala, quien se apoyó en estadísticas de Transparency International
para comparar el puesto 47 de Argentina contra el 33 de su país. “El
mal argentino en materia de corrupción es el déficit institucional”,
abrió el juego para que los políticos opositores presentes desplegaran
luego su propio speach.
El director del Instituto del Banco Mundial, Daniel Kauffmann, planteó
el tema corrupción como desafío para el continente y el titular
de la vendida a Brasil Quickfood, Luis Bameule, señaló que “hacen
falta políticas públicas claras, transparentes y de largo plazo,
reconocer el valor y funcionamiento de los mercados”, y mencionó
como causantes: la falta de castigo, los impuesto distorsivos que impulsan a
trabajar en negro, la preferencia a los acuerdos particulares por sobre las
normas generales y la debilidad de las instituciones.
Pero el plato fuerte se conversó a puertas cerradas, donde las críticas
abarcaron también a la justicia, sobre todo en el caso Skanska. “Ningún
hombre del gobierno pagó por los sobornos que se descubrieron en la investigación”,
se escuchaba apoyando el oído en la pared.
“La Nación” fue más allá, al publicar que “a
puertas cerradas, en un salón del piso 11 del hotel Sheraton, y ante
unos 20 integrantes del grupo 1 de discusión, al menos dos empresarios
(uno del rubro comunicaciones, el otro interesado en la obra pública)
dijeron que les habían pedido coimas para impulsar proyectos que beneficiarían
a sus compañías”.
El resultado de la encuesta “Expectativas de Ejecutivos”, realizada
por D´Alessio IROL, fue tan hermética como las actuaciones públicas
en los tres días que lleva el coloquio. La expectativa manifestada por
los ejecutivos es que todo está igual que en el último semestre
y nada cambiará en el siguiente.
No hay alusiones a la energía, ni siquiera entrándole por el
aumento del barril de petróleo. Tampoco a la iliquidez mundial tras la
crisis subprime. Las inversiones, mano de obra, facturación, nada inmutó
a los asistentes por lo menos en lo que trasuntaron sus respuestas.
La consultora mantuvo la mesura de los presidentes de IDEA y del coloquio,
Ripoll y Murchinson, y hasta tituló la encuesta: “Economía
predecible en el contexto del cambio gubernamental”.