<p>La UE contempla azorada los brotes de violencia en Atenas y Salónica, mientras un Banco Central Europeo impotente piensa recurrir al Fondo Monetario Internacional para afrontar los problemas financieros de un país demasiado cercano. Su gobierno ha comunicado a Bruselas que el déficit fiscal 2009 representará 3,9% del producto bruto interno, pero la relación real se aproxima a 13%.<br />
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Naturalmente, ya nadie toma en serio el techo de 2% impuesta desde 1994 por Maastricht. Pero el problema heleno real no es financiero sino de viabilidad económica dentro de la Eurozona. Políticamente, los sangrientos disturbios urbanos de estos días escapan al FMI o al BCE y denotan un clima social cada vez más denso.<br />
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Wolfgang Münchau, ortodoxo columnista alemán, fue claro: “Grecia no es Argentina y haber adoptado el euro le impide devaluar”. Pero los títulos públicos griegos están por el suelo y la impotencia de Jean-Claude Trichet (BCE) lo dice todo. Por otra parte, hace años que Francia, España e Italia han convertido el compromiso de Maastricht en letra muerta.<br />
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Por su hiciera falta otra confirmación, la ofrece Rumania. Los comicios del domingo dejan demasiado cerca al ganador (Mircea Geoana, 51,4%) y al perdedor (Traian Basescu, 48,6%). Según boca de urna, el socialdemócrata Geoana debiera reemplazar al todavía mandatario Basescu, un demoliberal.<br />
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Estos resultados subrayan que Rumania también es un socio prematuramente incorporado, ya no al euro sino a la propia UE. Así lo afirman ya varios medios y analistas de Angora, que comparan la “inmadurez” griega o rumana con la “eterna postergación” de Turquía, una economía de 70 millones bastante más estable.</p>
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Grecia y Rumania, socios de la UE en serios aprietos
Atenas fue incorporada a la Eurozona en forma prematura, Bucarest a la Unión Europea misma. La primera muestra síntomas de violencia social originada en desempleo e inflación. En la segunda, dos candidatos se adjudican la presidencia.