Grecia resiste la globalización

Gran parte de la población, que responde al ideario de la Iglesia Ortodoxa, se resiste a la eliminación de la afiliación religiosa en la credenciales de identificación.

3 julio, 2000

Hace algunos días, la Unión Europea designó a Grecia como miembro pasible de adoptar el euro como divisa común. Esta aprobación por parte de la Unión, provocó el enojo de vastos sectores de la sociedad griega, especialmente los vinculados a la Iglesia Ortodoxa. Sus líderes convocaron a marchas contra la globalización, que resultaron multitudinarias.

El motivo de la protesta es la eliminación de la afiliación religiosa que está especificada en las credenciales estatales de identificación. El gobierno ve, en este cambio, una forma de proteger a las minorías y un paso hacia la integración con Europa y sus costumbres; la Iglesia, sin embargo, lo siente como un ataque a la identidad nacional.

Para ingresar en el mundo del euro debe cumplirse con algunos requisitos relacionados con las tasas de interés, al inflación y el gasto gubernamental; pero hay otras reglas, implícitas, que incluyen el pluralismo religioso, y que gran parte de los griegos, no están dispuestos a negociar.

Cabe tener en cuenta que en Grecia no hay división entre Iglesia y Estado; en este país 97% de los habitantes adhiere a la fe ortodoxa. Es por ello que la sociedad griega se ve perturbada por el debate que provocó la modificación de las tarjetas de identidad: 70% de la población apoya la adopción del euro, pero 40% sostiene la posición de la Iglesia respecto a la no eliminación de la afiliación religiosa en las credenciales de identificación.

Hace algunos días, la Unión Europea designó a Grecia como miembro pasible de adoptar el euro como divisa común. Esta aprobación por parte de la Unión, provocó el enojo de vastos sectores de la sociedad griega, especialmente los vinculados a la Iglesia Ortodoxa. Sus líderes convocaron a marchas contra la globalización, que resultaron multitudinarias.

El motivo de la protesta es la eliminación de la afiliación religiosa que está especificada en las credenciales estatales de identificación. El gobierno ve, en este cambio, una forma de proteger a las minorías y un paso hacia la integración con Europa y sus costumbres; la Iglesia, sin embargo, lo siente como un ataque a la identidad nacional.

Para ingresar en el mundo del euro debe cumplirse con algunos requisitos relacionados con las tasas de interés, al inflación y el gasto gubernamental; pero hay otras reglas, implícitas, que incluyen el pluralismo religioso, y que gran parte de los griegos, no están dispuestos a negociar.

Cabe tener en cuenta que en Grecia no hay división entre Iglesia y Estado; en este país 97% de los habitantes adhiere a la fe ortodoxa. Es por ello que la sociedad griega se ve perturbada por el debate que provocó la modificación de las tarjetas de identidad: 70% de la población apoya la adopción del euro, pero 40% sostiene la posición de la Iglesia respecto a la no eliminación de la afiliación religiosa en las credenciales de identificación.

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