<p>Los números son alarmantes. Grecia, miembro “subdesarrollado” de la Eurozona, muestra retroceso de 7% (2009) y proyecta -2,1% en el PBI de 2010. El rojo fiscal representaba 14% del PBI el año último y se acercará a 10% el actual, mientras el desempleo del bienio se clava en 7%. Sólo el deficit en cuenta corriente afloja de 8,1% (2009) a 1,6% (2010).<br />
Fuera de la Unión Europea pero sujeta financieramente al mercado británico, Islandia muestra un PBI débil (-1,1, -0,7% en 2009 y 2010), un peligroso deficit según ese mismo parámetro (12,7 y 9% en el bienio), elevada desocupación -9,3 a 10%- y rojos altos en cuenta corriente (11, 10%).<br />
<br />
En el caso heleno, la campana de alarma la sonó Jürgen Stark, miembro del comité ejecutivo del BCE, “No acudiremos en socorro de Atenas”, sostuvo en una reunión de prensa. “Gracias. No precisamos auxilio alguno”, desafió el ministro griego de hacienda, Yioryos Papandréu. Horas después, desde Fráncfort, Jean-Claude Trichet salía en apoyo de Stark.<br />
Entretanto, la comisión de Bruselas amenazaba con congelar el ingreso islandés a la Unión Europea, si su gobierno entra en cese de pagos con Gran Bretaña y Holanda. La segunda pertenece a la Eurozona y, por ende, está en órbita del BCE. Por supuesto, las calificadoras Standard & Poor’s, Moody’s Investors Service y Fitch Ratings han puesto bajo observación ambas deudas titulizadas.</p>
<p> </p>
Grecia e Islandia hacen vacilar otra vez al euro
Por un lado, el Banco Central Europeo le niega un rescate al gobierno de Atenas, asediado por un déficit próximo a 14% del producto bruto interno. Por otro, Londres vetó un nuevo salvamento para Reykjavik. En este clima, el euro cedía hasta US$ 1,425.