lunes, 23 de diciembre de 2024

Grecia, como Argentina 2001, pero algo distinto

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Hoy en Atenas no se habla de otra cosa que del caso argentino que terminó con la famosa “convertibilidad” y de sus posteriores efectos. Pero lo griegos no pueden devaluar: están en la zona del Euro y abandonarla tiene otras consecuencias.

Allá por diciembre 2012, Alexis Tsipras , por entonces joven político líder de la izquierda en campaña presidencial, visitó Brasil y Argentina y dijo a la agencia Telam: “Grecia no puede evitar recorrer el mismo camino que Argentina”.

Hoy, a apenas 48 horas de que expire el plazo para llegar a un acuerdo con sus acreedores, la tenue posibilidad que todavía existía se derrumbó con la noticia de un sorpresivo referéndum convocado por el Parlamento para que el pueblo exprese su opinión.

Las imágenes que se vieron el sábado frente a la sucursal cerrada del Piraeus Bank en Atenas guardan un acentuado parecido con lo que ocurrió aquí en 2001: una larga cola de gente esperando que abra el banco para retirar sus depósitos. Pero el banco no abrió.

Si no hay acuerdo, el rescate de la UE expira mañana martes y el país se queda sin dinero para hacer frente al vencimiento de una cuota de su deuda, de 1.500 millones de euros con el FMI. El país no tendrá para pagar sueldos y se caerán los préstamos de emergencia del Banco Central que han venido manteniendo vivo el sistema bancario del país. Ergo: muchos bancos quebrarán. La gente lo sabe y corre a recuperar lo que ha depositado en esos bancos.

Desde aquí, la comparación. Argentina encontró la solución devaluando. Por un lado, terminó con la convertibilidad que decía que un peso era igual a un dólar. Luego ofreció a los acreedores una reducción de 70% de la deuda contraída. Muchos aceptaron, y un pequeño grupo no lo hizo; es el famoso grupo que hoy llamamos holdouts.

Grecia no puede hacer eso: pertenecer a la zona del Euro quiere decir que esa moneda tiene el mismo valor en todos los países que la integran. La devaluación es imposible en ese caso. Si los acreedores no le aceptan los términos, Tsipras tiene que -entre muchas otras cosas- bajarle el sueldo a los jubilados, un límite que no se atreverá a cruzar.

Pero la novedad de la semana es otra: la decisión sobre qué va a hacer el país ya no está en manos del gobierno. Está en el pueblo que va a decidir, mediante referéndum respaldado por el Parlamento, si acepta o no acepta las medidas de austeridad impuestas por los acreedores europeos.

El resultado puede ser una sorpresa para muchos, especialmente para el combativo partido del Primer Ministro. Tal vez, a la hora de la verdad, los griegos prefieran no abandonar la UE ni el euro.

 

Último momento

 

A última hora del domingo se supo que Grecia decidió cerrar sus bancos e imponer controles al capital para impedir el caos financiero cuando fue evidente la ruptura definitiva de las negociaciones con sus acreedores internacionales.

La drástica medida la tomó el gobierno al final de una semana en que Grecia se fue acercando cada vez más a su salida del sistema de moneda única europea, algo que pondrá a la Eurozona ante una ruptura nunca vista desde su lanzamiento en 1999

 

 

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