<p>Por lo menos cinco personas perecieron sin despertar, acribilladas en rostro, torso y miembros. Así refirieron testigos y tres médicos que recibieron los cadáveres en el mismo hospital donde atendieron a doscientos heridos. Los profesionales pidieron no ser identificados. Por parte, medios shiitas de Irak doblaban la cuenta de muertos y víctimas no fatales. <br />
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El abrupto operativo bahreiní, sin paralelo hasta ahora en Irán ni en los ochos países árabes involucrados, convirtió una propuesta moderada (estallada el lunes) en una carnicería. Por consiguiente, la mayoría shiita ya no exige sólo reformas sociales: ahora pide la cabeza del emir Hamad bin Isa al-Jalifa, mientras las mujeres invaden el hospital corriendo a los gritos en busca de familiares.<br />
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“La gente se sentía segura con las seguridades ofrecidas el miércoles por el gobierno. Después, la policía arrasó la plaza, asesinó y victimizó”, señalaba Fátima Alí, enfermera del nosocomio. “Se tiraba a mansalva. Hombres, mujeres y niños corrían, gritaban, se ahogaban o perdían el sentido, mientras los uniformados rodeaban el lugar e impedían salir de la trampa”.<br />
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El área se inundaba de gases, en medio de ambulancias que llevaban heridos al único hospital de Bahréin, al borde del colapso. Hordas de agentes de civil se desplegaban por la plaza y alrededores, armas en mano. <br />
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Varios profesionales revelaron que los paramédicos embarcados en ambulancias eran detenidos y golpeados por la policía, a su vez fuera de control. Por un lado, se extraían balines y perdigones en vivos y muertos. Por otro, parte de los ingresados a la guardia con heridas eran esposados con cables plásticos, obligados a yacer boca abajo y castigados con singular crueldad. Así señalaban los médicos y paramédicos. <br />
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Por lo menos un testigo, que habló con Twitter a cambio del anonimato, sostuvo haber visto matar a tiros dos personas mientras dormían. “Era un clima de guerra peor al de Irak”, afirmó Mohammed Ibrahim mientras se refugiaba en una estación de servicio. Iba descalzo, le habían robado la billetera y tenía marcas de violencia policial. Aludiendo a los agentes, espetó “eran apenas chicos, Alá tenga piedad de ellos”.<br />
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Con la dinastía en peligro de caer y una guerra civil entre sunníes y shiitas, Estados Unidos se encuentra ante otro berenjenal diplomático –y humanitario- en Levante. Ahí afronta movimientos cada día menos pacíficos contra señores feudales que, a menudo, datan del siglo XVIII y hoy son aliados cuyas nulas credenciales democráticas no solían preocupar a Washington. Bahrein, por caso, tiene importancia estratégica pues alberga a la quinta flota. <br />
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Este mismo jueves, la TV mostraba una larga fila de vehículos blindados tomando posiciones alrededor de Manama, capital del emirato insular. Un vocero de palacio sostuvo que el despliegue era “para defender personas y bienes” (¿o a los al-Jalifa?).<br />
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La masacre mutó la plaza de las Perlas, homenaje a los pescadores que enriquecieron el archipiélago durante siglos a costa de sus vidas en trágico símbolo de la tiranía feudal. Corregida y aumentada, es la impronta común a esta revolución musulmana que nada se relaciona con al-Qaeda, Osama bin Laden ni su lugarteniente, Aimán ez-Zawahirí. <br />
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Gravísimo: 5 muertos y 200 heridos en Bahrein
Sin advertencia previa, cientos de policías blindados irrumpieron este jueves en una plaza pública disparando escopetas, gases lacrimógenos y granadas de concusión. Miles de shiitas estaban durmiendo y fueron tomados por sorpresa.