La semana de Mayo, simbólicamente, se proyecta como una esperanza de que la clase política asuma frente al país el compromiso de enfrentar, mediante una estrategia común, la profunda crisis económica y social que angustia a los argentinos.
La de ayer fue una jornada en la que las informaciones señalaron el quiebre de una inercia que preocupaba a todos los sectores y el nacimiento de una dinámica de acción signada por la concertación y la solidaridad.
Los signos más visibles fueron percibidos por la intensidad de los movimientos del presidente de la Nación. Su punto culminante fue la reunión con los gobernadores de provincia en la quinta de Olivos.
De la Rúa fue flanqueado por una Graciela Fernández Meijide que logró salir al cruce de las críticas recibidas en las últimas semanas y empuñó la batuta de una verdadera multitud de ministros y secretarios del gabinete nacional y sus pares del interior, que analizaron las medidas para mejorar el gasto social y oyeron el anuncio de que habrá $ 110 millones para nuevos proyectos de empleo y salud.
Otros dos hechos contribuyeron a alentar las esperanzas de un cambio de actitud entre los hombres que recibieron el explícito mandato de la ciudadanía para superar el postramiento argentino: los legisladores de la Provincia de Buenos Aires acordaron por unanimidad rebajar las dietas y otros gastos de la Legislatura y el Ejecutivo movió sus piezas para lograr que la Corte Suprema respalde jurídicamente la decisión de recortar los sueldos del personal del Estado.
Desde el Congreso nacional, la Alianza hizo saber que volcará su peso político para lograr la aprobación de dos leyes que viene reclamando, con insistencia, José Luis Machinea: el proyecto destinado a combatir eficazmente la evasión fiscal y previsional y la reforma que faculte al Banco Nación a volcar su apoyo crediticio en favor de las pequeñas y medianas empresas.
La semana de Mayo, simbólicamente, se proyecta como una esperanza de que la clase política asuma frente al país el compromiso de enfrentar, mediante una estrategia común, la profunda crisis económica y social que angustia a los argentinos.
La de ayer fue una jornada en la que las informaciones señalaron el quiebre de una inercia que preocupaba a todos los sectores y el nacimiento de una dinámica de acción signada por la concertación y la solidaridad.
Los signos más visibles fueron percibidos por la intensidad de los movimientos del presidente de la Nación. Su punto culminante fue la reunión con los gobernadores de provincia en la quinta de Olivos.
De la Rúa fue flanqueado por una Graciela Fernández Meijide que logró salir al cruce de las críticas recibidas en las últimas semanas y empuñó la batuta de una verdadera multitud de ministros y secretarios del gabinete nacional y sus pares del interior, que analizaron las medidas para mejorar el gasto social y oyeron el anuncio de que habrá $ 110 millones para nuevos proyectos de empleo y salud.
Otros dos hechos contribuyeron a alentar las esperanzas de un cambio de actitud entre los hombres que recibieron el explícito mandato de la ciudadanía para superar el postramiento argentino: los legisladores de la Provincia de Buenos Aires acordaron por unanimidad rebajar las dietas y otros gastos de la Legislatura y el Ejecutivo movió sus piezas para lograr que la Corte Suprema respalde jurídicamente la decisión de recortar los sueldos del personal del Estado.
Desde el Congreso nacional, la Alianza hizo saber que volcará su peso político para lograr la aprobación de dos leyes que viene reclamando, con insistencia, José Luis Machinea: el proyecto destinado a combatir eficazmente la evasión fiscal y previsional y la reforma que faculte al Banco Nación a volcar su apoyo crediticio en favor de las pequeñas y medianas empresas.
