George W.Bush llegó a Jordania para reunirse con el premier iraquí

El presidente voló directamente de Riga (Letonia) a Ammán. El objeto era discutir la crisis el primer ministro iraquí, Nurí al-Malikí. Criticado por Washington, éste acaba de quedarse sin un aliado shi’í clave.

29 noviembre, 2006

En efecto, mientras Bush negaba la existencia de una guerra civil –contradiciendo de paso a su anfitrión jordano-, el lider religioso Moqtada as-Sadr (encabeza el “ejército majdí”) cumplió con su amenaza y boicotea el parlamento. También lo hace con la endeble coalición que sostiene a al-Malikí.

El problema es que la postura de as-Sadr se debe, precisamente, a los contactos con Bush y, por supuesto, el encuentro en Ammán. La facción de este clérigo shi’i había ayudado a elegir a al-Malikí como jefe de gobierno. Pero, afirman los majdíes, “reunirse en forma separada con Bush es una provocación”. A juicio de varios analistas, lo que as-Sadr busca es negociaciones a varias puntas: Irak, Irán, Siria, Estados Unidos, Gran Bretaña, etc.

El viaje de Malikí a Jordania fue mal manejado desde Washington. El grupito ultraconservador orientado por el vicepresidente Richard Cheney había dejado filtrar a medios adictos un informe cuestionando el liderazgo de al-Malikí. También pesó un violento bombardeo sobre el reducto de as-Sadr en Baghdad, que dejó más de 200 muertos, la semana pasada.

En Letonia, Bush había participado en una cumbre de la Otan, Ahí quedó claro que aumentan las presiones para que la Casa Blanca dé un golpe de timón y evite que la guerra civil iraqui –el presidente niega que exista y ni siquiera Antony Blair lo acompaña- degenere en un caos o se desborde a países vecinos. También se tuvo en cuenta el clima violento reinante en Líbano, al cual Siria no es ajena.

Otro asunto tocado en Riga fue cómo retirar en forma ordenada y honorable los 150.000 soldados norteamericanos ocupantes. Mostrándose reticente y sin ideas, a Bush no le ocurrió nada mejor que responsabilizar íntegramente a al Qa’eda por los estragos en Irak (quizás estuviese pensando en Afganistán).

En efecto, mientras Bush negaba la existencia de una guerra civil –contradiciendo de paso a su anfitrión jordano-, el lider religioso Moqtada as-Sadr (encabeza el “ejército majdí”) cumplió con su amenaza y boicotea el parlamento. También lo hace con la endeble coalición que sostiene a al-Malikí.

El problema es que la postura de as-Sadr se debe, precisamente, a los contactos con Bush y, por supuesto, el encuentro en Ammán. La facción de este clérigo shi’i había ayudado a elegir a al-Malikí como jefe de gobierno. Pero, afirman los majdíes, “reunirse en forma separada con Bush es una provocación”. A juicio de varios analistas, lo que as-Sadr busca es negociaciones a varias puntas: Irak, Irán, Siria, Estados Unidos, Gran Bretaña, etc.

El viaje de Malikí a Jordania fue mal manejado desde Washington. El grupito ultraconservador orientado por el vicepresidente Richard Cheney había dejado filtrar a medios adictos un informe cuestionando el liderazgo de al-Malikí. También pesó un violento bombardeo sobre el reducto de as-Sadr en Baghdad, que dejó más de 200 muertos, la semana pasada.

En Letonia, Bush había participado en una cumbre de la Otan, Ahí quedó claro que aumentan las presiones para que la Casa Blanca dé un golpe de timón y evite que la guerra civil iraqui –el presidente niega que exista y ni siquiera Antony Blair lo acompaña- degenere en un caos o se desborde a países vecinos. También se tuvo en cuenta el clima violento reinante en Líbano, al cual Siria no es ajena.

Otro asunto tocado en Riga fue cómo retirar en forma ordenada y honorable los 150.000 soldados norteamericanos ocupantes. Mostrándose reticente y sin ideas, a Bush no le ocurrió nada mejor que responsabilizar íntegramente a al Qa’eda por los estragos en Irak (quizás estuviese pensando en Afganistán).

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