G-7: sugiere dejar flotar los tipos cambiarios y hace ceder al dólar

Indicadores aparentes generaban una burbuja accionaria inestable en Estados Unidos. En Europa occidental, se marcaban récords pese al contexto económico negativo. Pero el G-7 sacudió el viernes los mercados cambiarios.

20 septiembre, 2003

El jueves, en efecto, las bolsas de Tokio (Nikkei en 11.033), Londres (FT-100 en 4-314,7), Nueva York (Dow Jow industrial en 9659,1) y San Pablo (16.889 puntos) registraban al unísono nuevos récords para los últimos doce a quince meses. Pero sólo el alza japonesa tenía sustento real.

En Wall Street, el estímulo clave del momento era la selección ponderada de once indicadores que compila la Conference Board. Pero este complejo juego estadístico no mide resultados sino que “proyecta” expectativas a seis/nueve meses. La edición de agosto marca 0,4% de avance sobre julio. No obstante ésta quedaba 0,6% sobre junio y la de junio 1,1% sobre mayo.

Sin embargo, el guarismo de agosto prolongó la burbuja neoyorquina. Hasta que, el viernes, dos altos funcionarios del G-7 adelantaron una recomendación que se formularía el domingo en Dubái: “las principales economías debieran dejar flotar libremente sus mercados cambiarios”.

Esta señal empujó el euro a US$ 1,137 (4% de alza en el mes) y acható el dólar a ¥ 113,85 (-2,7%, también en el mes). Por supuesto, eso causó un moderado repliegue bursátil a ambos lados del Pacífico y el Atlántico.

El jueves, en efecto, las bolsas de Tokio (Nikkei en 11.033), Londres (FT-100 en 4-314,7), Nueva York (Dow Jow industrial en 9659,1) y San Pablo (16.889 puntos) registraban al unísono nuevos récords para los últimos doce a quince meses. Pero sólo el alza japonesa tenía sustento real.

En Wall Street, el estímulo clave del momento era la selección ponderada de once indicadores que compila la Conference Board. Pero este complejo juego estadístico no mide resultados sino que “proyecta” expectativas a seis/nueve meses. La edición de agosto marca 0,4% de avance sobre julio. No obstante ésta quedaba 0,6% sobre junio y la de junio 1,1% sobre mayo.

Sin embargo, el guarismo de agosto prolongó la burbuja neoyorquina. Hasta que, el viernes, dos altos funcionarios del G-7 adelantaron una recomendación que se formularía el domingo en Dubái: “las principales economías debieran dejar flotar libremente sus mercados cambiarios”.

Esta señal empujó el euro a US$ 1,137 (4% de alza en el mes) y acható el dólar a ¥ 113,85 (-2,7%, también en el mes). Por supuesto, eso causó un moderado repliegue bursátil a ambos lados del Pacífico y el Atlántico.

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